Hoy es día de visita en la residencia y voy a pasar la tarde entera con mi padre. Mira sus manos, las mueve sin reconocerlas y confunde las palabras con la música, los peces con los pájaros, los libros con los paisajes; confunde también su corazón con su razón y el sol con la luna. Como canta Serrat, cree que el mar es el cielo y la noche, la mañana.
El alzheimer le ha quitado todo, pero no ha podido arrebatarle sus objetos preciosos, aunque los confunda.
Me encanta, Belén. Hay cosas que nadie nos podrá quitar, tampoco el olvido. Esas, y solo esas, son las imprescindibles. Gracias por tus letras.
ResponderEliminarGracias Rosa. La esencia de tu vida se queda contigo. Es el objeto más precioso!
EliminarLa brevedad de tu relato, Belén, le da mayor profundidad, si cabe. Concentra lo importante y no se echa en falta nada más. Un saludo
ResponderEliminarGracias por tu comentario Carmen.
Eliminaryo recuerdo a mi madre con Alzeihmer que confundía todo, como tu bien describes. Sin embargo, siempre le gustó jugar a la brisca y cuando tenía un rato le echaba una partida. Te creerás que me daba unas palizas de escándalo y además sabía contar de carrerilla, aunque después me preguntaba quien era yo...
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