Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!

lunes, 29 de febrero de 2016

05. En la galaxia de Andrómeda. Valentina Velázquez

El abuelo llevaba mucho tiempo en su observatorio astronómico. Sólo dejaba que subiera yo a llevarle la comida. Sonreía con ojos delirantes que más parecían agujeros negros estelares, chispeantes; miedo me daba acercarme a su campo gravitatorio y perecer bajo su implosión, ser absorbido, desaparecer. El abuelo mascullaba atropellando las palabras, con movimientos enérgicos de todo su cuerpo, lo que desencadenaba serias turbulencias a su alrededor. Repetía una y otra vez que evitaría su atracción y atravesaría un “agujero de gusano”, para salir a otra región del universo, la posibilidad de viajar en el espacio y en el tiempo; por fin, vivir el pasado que se le había arrebatado.
Stephen contempló la carta de su abuela Estrella; el sobre lo encontraron atado con un lazo de su trenza a un meteorito nada común, parte de una especie de estela, que contenía un texto cifrado y un mapa que llevaban años despejando. Observó la pizarra llena de ecuaciones y su mente selectiva captó la solución: “Levanta, abuelo, partimos”, le dijo.
El abuelo apretó la carta entre sus dedos. Simplemente decía: “Querido Diego, estoy en la galaxia de Andrómeda, te envío la forma más segura de llegar. Te añoro, Estrella.”

viernes, 19 de febrero de 2016

04. Aquella tarde. Pilar Santos Adrados

Aquella tarde de agosto, con  mochila al hombro, el sombrero de paja y mi libreta de anotaciones  en la mano, salí a caminar. Mi idea era llegar al río, disfrutar de la fresca hierba, de las diminutas florecillas de la pradera, de  las mariposas y de las libélulas que  revolotean  sobre los  juncos de la orilla.
Después de largo rato por el corto camino de arena oyendo cantar a la cigarra, una ráfaga de viento me arrebató el sombrero, que rodaba y volaba hasta perderse entre matorrales y espigas.
El sol de poniente coronaba las copas de los pinos y filtraba sus lánguidos rayos sobre una pequeña nube, que regaba la tierra, praderas y campos de trigales llenos de claveles y amapolas.
El olor a heno y tierra mojada se mezclaba con el del tomillo, el del romero y la resina de los pinos.
Mientras esta poeta loca, sentada en la ribera del río, embobada, tomaba notas y miraba los colores del arco iris, la estrella solar había desaparecido. Con pasos de gigante llegó la noche envuelta en su negro manto de estrellas.
Perdida en un cruce de caminos, sin saber cual se ellos tomar, esperé  ver la cara de la luna, pero se había acostado temprano llevándose la llave de los caminantes nocturnos. En el silencio y la penumbra comenzó la maravillosa  lluvia de las estrellas perseas. En la nebulosa de la Vía Láctea se divisaba la constelación de la osa Mayor. Mirando, me rindió el sueño. Soñé que cabalgaba sobre las crines de la constelación de Pegaso hasta llegar a Andrómeda, donde me dejó, sobre el brazo de Orión. Cuando caminaba por galaxias y constelaciones, una espina se clavó en mi pie, el dolor me volvió a la realidad del nuevo día.
¿Dónde estoy?, me pregunté al sentir el gorjeo de los pajarillos aleteando entre los árboles, que cantaban al bonito amanecer y se bañaban en el río. ¿Dónde estoy poeta loca…? ¿Dónde están mis versos perdidos en esta noche de sueños?"

miércoles, 17 de febrero de 2016

No tengo tiempo. Ángel Ruperto Antón.



Mi reloj interno se ha disparado y no tengo tiempo. Tiempo para conocer a quien le gustara oír historias del abuelo. No tengo tiempo para seguir disfrutando al lado de mi amor. Tiempo, tiempo vivido y pasado y el tiempo futuro cual hoja en otoño se va volando.

Se va marchando mi tiempo, derramándose lentamente al río imaginario de la vida. Lo veo flotando en mi universo como gotas de agua que escapan entre mis dedos con mis recuerdos.

No tengo tiempo, tiempo para seguir amando, tiempo para compartir miles de buenos  momentos.

El tiempo pasa inexorable, colapsándose, para al final, explotar y volver a dirigir otra nueva vida. No tengo tiempo de ver la evolución a mi alrededor. Tiempo, años, meses, semanas días horas... todo son fracciones de nuestra vida que vamos llenando de vivencias.

Al final, ¿qué es el tiempo? Solo una nave que nos recoge al nacer y nos transporta por la vida y al final nos abandona suavemente en la cuneta donde pensamos que “algo” nos volverá a recoger, ¿no? que cada cual se configure su trayectoria.

lunes, 8 de febrero de 2016

Dos de febrero. Ángel Ruperto Antón



Dos de febrero
(A mi hija Naiara)
FELICIDAD




Bonito día de invierno, el campo calma su vida arropado por un precioso manto blanco. El cielo azul brillante iluminado por el sol, lanza sus destellos por doquier, hay pajarillos valientes que acurrucados en sus nidos reciben esos rayos de vida. Qué felicidad el poder disfrutar esta estampa con las botas enterradas en el manto. Lanzo una profunda inhalación y siento cómo una ráfaga de aire fresco recorre mi interior limpiando hasta los rincones más recónditos de mi alma.

Todas las sensaciones anteriores de paz felicidad, bienestar, amor... me arroyaron un dos de febrero en una sala de hospital, pero multiplicadas por infinito.
Tras varias horas de espera, hacia mí venía una cama con mi mujer radiante de felicidad y entre su brazo y su cuerpo traía acurrucado un pedacito de cielo. Por fin, mi niña, la veo abrir sus ojos oscuros como inspeccionando el mundo hasta que enganchan con los míos descargando un rayo desde mi nuca a los talones. Con miedo y cuidado he logrado coger su diminuta mano de terciopelo, bueno es ella la que se agarró mi dedo. Mientras abuelos y tíos me desenganchan, reclamando su tiempo, yo, me expando por el universo henchido de felicidad y logro obviar todo excepto esa cama mi mujer y mi niña. Ramillete de rosas prendidas en mi corazón.