Siempre iba hecho un pincel con su barba negra, densa, poblada, y esa mirada azul desafiante.
Tras años de ascenso en cargos públicos, fundó su propio partido a imagen y semejanza de su ego. Radical, católico, prepotente, patriótico, taurino, azote de gais y machista donde los haya.
Nos invitó para celebrar su éxito en las elecciones. Fui yo el que le advirtió de las calvas en su barba hasta entonces frondosa. Él me confesó que había tenido fiebre y síntomas del virus tras un mitin del partido...
- Ahora me siento raro...-
-Explícame lo de ‘raro’. - Dije.
- No sé, he perdido esa rabia que siempre me acompaña y me hace actuar con valentía ante los que quieren destruir el país y minar las bases de la familia. -
Me quedé preocupado al verle meses después sin barba y con una camisa rosa a juego con unos pantalones verdes.
- ¿Te encuentras bien Santi? - le pregunté.
-Siiii, acabo de dimitir. Me he vuelto a separar. He conocido al amor de mi vida- Dijo con una voz suave y aterciopelada que me puso la piel de gallina incluida la mascarilla.
Ayer le vi irreconocible, maquillado y con pelucón; del brazo de un camerunés del mercadillo de solidaridad. Vestía una blusa con escote y minifalda fucsia totalmente depilado. No había perdido su sex appeal...