De camino al pueblo, mi hermano, con un deje de nostalgia en la voz,
dijo que había “altares”. Dirigimos la mirada hacia el cielo y sonreí
recordando a mi madre, pues ella llamaba así a las nubes. De repente,
como una premonición, deposité la vista en el campo que me rodeaba: la
vi renacer en las amapolas, las margaritas y todas las flores que
salpicaban la hierba, plena de sonrisas, y me inundé de evocadores
momentos. La imagen reconocible, amable e inocente de mi madre, de una
madre que creía había olvidado en el borroso espacio de la mente.
Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!
miércoles, 30 de mayo de 2018
lunes, 28 de mayo de 2018
06. Cada instante. Antonio López de Lerma
En una mano la maquinilla de afeitar, la otra estirando la piel
arrugada, un recuerdo de juventud le transportó a una nostalgia de
cuello terso y musculoso, en el pasillo se oía la risa de su nieto, en
ese momento todo se hizo presente, notando cómo fluía la sangre por su
torrente sanguíneo con cada pulso del corazón, y el diafragma empezó a
vibrar, surgiendo la risa, al notar la sorpresa de su actual relativa
juventud.
05. Cuando toca, toca. Antonio López de Lerma
Mañana empiezo, y así cada día; cuando se dio cuenta el resto del bosque estaba soltando la hoja. Que árbol más humano.
jueves, 17 de mayo de 2018
04. En el norte. Jesús Pulido
Tengo un primo que vive en el norte. Brigantium lo definían los romanos hace 2000 años, para nosotros Betanzos. Allí, cuando llueve, brota la vida, las angulas nadan por el río después de su viaje desde los Sargazos, las luciérnagas (lucincús) para los gallegos, salen ahora y encienden su luz para buscar compañera, los árboles se desperezan y salen de su aparente letargo invernal, los campos se llenan de hierbas, mariposas y flores de mil colores. Las truchas, en medio del agua, capturan pequeños insectos ya que, en marzo buscaron el brote de su propia vida y desovaron. Muchos seres humanos, sobre todo de menor edad, brotan por doquier buscando su propio brote y no lo saben. Pero yo si, porque miro, veo, comprendo y respeto. En el fondo me dan algo de envidia.
domingo, 13 de mayo de 2018
03. Código de colores. Julián Rumbero Castro
Aceptó perder su voz cuando tuvo un plan. Emplearía sus ojos, la cabeza, incluso podía utilizar sus dedos, aunque dolorosamente. Todos pusieron de su parte y tomando los gestos y sus propósitos como un juego, hasta llegaron a divertirse.
Al elevar su cama, orientada al ventanal, distinguía los árboles. Si sus medios precarios señalaban las hojas es que pedía una infusión. Les llevó tiempo distinguir si quería un té verde o una menta poleo. Si cerraba el puño alzándolo levemente hacia el árbol quería un té rojo. La noche tamborileaba sus ojos para pedir chocolate con churros. Apagar su mirada unos instantes significaba que sólo quería el cacao. El sol radiante demandaba fetuccini. La lluvia que acordaron serían el gris, era un prosecco cuyo sabor le devolvía a Venecia, donde corrió por última vez para alcanzar un vaporetto. Para el azul les socorrió un pajarito exótico escapado de alguna jaula y que encontró refugio en la terraza. Le llamaron Azulín y al señalarlo, sabían que pedía películas del mar. Cuando hinchaba su pecho rogaba una ensalada de tomate. El suspiro de un beso eran flores blancas, azúcar o nata. Una vez le llevaron fresas en forma de racimo, espolvoreadas y con un susto de leche condensada.
Con el tiempo, el código de colores se fue perfeccionando a la espera de los éxitos de la ciencia.
jueves, 10 de mayo de 2018
02. La ciudad de Xelosnos. Santa
Xelosnos es una ciudad llena de música a veces y otra llena de silencio.
En cada calle suena una canción diferente, y en cada barrio un ritmo.
Desde siglos, luchan con los recuerdos del emperador derrocado que ejecutaba a todo el que no aceptase sus órdenes injustas. Y también consigo mismas. El Emperador vencido, pagó con oro y diamantes un conjuro para que las mujeres de Xelosnos sean incapaces de encontrar la Paz.
El viajero intenta besar a la muchacha rendido a sus encantos. Antes, ella le advierte de los peligros que corre. El beso sorprende al hombre con un sabor a té rojo con naranja (esperaba un sabor amargo) y entrega con sinceridad sus labios en otro beso abismal, ancho como un mar.
El viajero es llevado en volandas a la alcoba de la mujer. Está paralizado frente a sus ojos verdes, intensos como un secreto. El la desnuda con delicadeza.
Saborea su cuerpo, como un bombón relleno de arcoíris. El vientre de ella se tensa al paso de unos dedos que caminan hasta encontrar su cálido centro. Sus cuerpos siguen enredados hasta el amanecer. Mira a la amazona dormida. Ella no dice nada, sabe que una vez más; se cumplirá la maldición.
El viajero recoge el hato, un último beso entregado lentamente; sabe que corre peligro. Deja un papel en la cama:
“Carpe diem, ordenaba el delicado Horacio. Aprovecha el día. Disfruta de la hora. Luego, más pronto siempre de lo deseable, anochecerá”.
Al salir de la ciudad, descubre a la izquierda un cementerio de corazones; los que no dejaron a tiempo Xelosnos.
Subido a la colina que oculta la ciudad, se vuelve para echar una última mirada a Xelosnos, distingue a Zora en un balcón, sonríe; tiene su mensaje en la mano.
Desde siglos, luchan con los recuerdos del emperador derrocado que ejecutaba a todo el que no aceptase sus órdenes injustas. Y también consigo mismas. El Emperador vencido, pagó con oro y diamantes un conjuro para que las mujeres de Xelosnos sean incapaces de encontrar la Paz.
El viajero intenta besar a la muchacha rendido a sus encantos. Antes, ella le advierte de los peligros que corre. El beso sorprende al hombre con un sabor a té rojo con naranja (esperaba un sabor amargo) y entrega con sinceridad sus labios en otro beso abismal, ancho como un mar.
El viajero es llevado en volandas a la alcoba de la mujer. Está paralizado frente a sus ojos verdes, intensos como un secreto. El la desnuda con delicadeza.
Saborea su cuerpo, como un bombón relleno de arcoíris. El vientre de ella se tensa al paso de unos dedos que caminan hasta encontrar su cálido centro. Sus cuerpos siguen enredados hasta el amanecer. Mira a la amazona dormida. Ella no dice nada, sabe que una vez más; se cumplirá la maldición.
El viajero recoge el hato, un último beso entregado lentamente; sabe que corre peligro. Deja un papel en la cama:
“Carpe diem, ordenaba el delicado Horacio. Aprovecha el día. Disfruta de la hora. Luego, más pronto siempre de lo deseable, anochecerá”.
Al salir de la ciudad, descubre a la izquierda un cementerio de corazones; los que no dejaron a tiempo Xelosnos.
Subido a la colina que oculta la ciudad, se vuelve para echar una última mirada a Xelosnos, distingue a Zora en un balcón, sonríe; tiene su mensaje en la mano.
martes, 1 de mayo de 2018
01. Hortiescritura. Rosa Molina
Elige una palabra, limpia
su raíz, entiérrala en sustrato enriquecido y aprieta con los dedos para evitar
bolsas de aire. En primavera brotarán los primeros fonemas, que luego serán morfemas
y que, regados con las desinencias y lecturas adecuadas, darán lugar a las
primeras palabras, tiernas y delicadas. Cuidado con abonar en exceso con
sufijos o prefijos innecesarios. Es conocido el extraño caso del “cactus
adolescente”, al que en lugar de espinas le salieron espinillas. A comienzos
del verano poda las ramas de oraciones subordinadas,
circunloquios, redundancias, y trata con pesticidas las muletillas, frases hechas
y demás perniciosas y vulgares plagas. No olvides elegir, según te interese, el
lugar adecuado para cada maceta: la luz solar otorga color y vitalidad; la luna,
profundidad y el hábito de cavilar. En septiembre cosecharás racimos de libros,
sólidos y vigorosos como fresnos corpulentos o poéticos y livianos como alas de
mariposa, según la esencia de la semilla sembrada.
En mayo, brota la vida
Después de tantas nubes viajando por nuestros cielos preñadas de agua y bendiciones, brota la vida. Las semillas enterradas durante meses se desperezan y asoman sus tallos verdes, muestran sus hermosas flores. Es hora de los paseos, de mancharte los bajos de los pantalones de polen, de que el viento traiga el olor de las flores de los frutales, que ya se despiertan y anuncian jugosos frutos. Vuelve la vida. El festival de la primavera.
Este mes esperamos a los mejores jardineros literarios. Puedes plantar, sembrar, recolectar, arar o lo que más te guste con cualquier semilla, tan sólo tienes que hacer surcos en tu imaginación y sembrar de letras tu cabeza. El resto viene sólo.
Ánimo. Escribe, pasea, vive esta primavera que explota para todos tus sentidos. Únete a ella. Sé como ella. Aquí estaremos para acompañarte.
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