Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!

miércoles, 28 de abril de 2021

08. Revelación. Valentina Velázquez Hontoria

La lluvia arrullaba mis sueños. Hacía tiempo que no prestaba atención a ese instante de mi vida, quizá es que ya no daba importancia a los momentos devanados conmigo misma, al fino soliloquio de mis ideas; puede ser que me haya perdido entre el croar de los fuegos artificiales de mi rutina, como se extravían los niños en el rumor de la indiferencia. Esta noche, el sonido de la lluvia en los cristales me traslada a otros sucesos de mi vida, hacía tiempo no peregrinados, que volvían a poner una sonrisa en mi pasado, por el simple hecho de pensar en él, de pegarme al sueño de la fantasía y parir al niño que habita en mí, con el que me enfadé en su día y castigué al trastero de mi desmemoria. De ahí empezó a salir él, despacio, con una tímida sonrisa que abrió paso al asombro, cuando contempló la alfombra roja que le tenía preparada para que pisara firme, como una estrella de cine.

lunes, 26 de abril de 2021

07. El cuento de la rana y el príncipe encantado. Antonio Nieto.

Donde yo vivo, existe una antigua leyenda de ranas, reyes y príncipes que la gente apenas conoce.

En el castillo de Manzanares vivía un poderoso conde que poseía todas las tierras que se podían divisar desde el torreón mas alto; así mismo era dueño de todas las almas de sus súbditos y pertenencias. Pero lo que más amaba el conde era a su hija Gozmila.

Cuando esta llegó a la edad casadera, su padre organizó fiestas para encontrarla un marido de alto linaje, pero ella era una joven de su tiempo y no deseaba casarse con alguien al que no amase.

Un día, hubo un festín en el castillo al que acudieron muchos pretendientes. Sin embargo, Gozmila decidió evadirse del acontecimiento galopando con su caballo a través de los prados, angustiada por la presión. Tan abstraída estaba que, el caballo en un giro inesperado, la tiró de su silla cayendo malherida. Un joven agricultor llamado Petronio, vio lo acontecido y socorrió a la joven.

Ella relató a su padre que Petronio, era un príncipe, al que una malvada y celosa bruja había convertido en rana y que tan solo volvió a ser príncipe cuando lo besó para salvarlo de su maleficio. Se dice que aquel cuento de la rana fue lo que  Gozmila contó al conde cuando un soldado los encontró en un pajar haciendo cosas de jóvenes. No se sabe mucho más, salvo que el conde construyó un castillo llamado de Viñuelas que hoy día todavía existe.

Nota: historia basada casi en hechos reales.

miércoles, 21 de abril de 2021

06. ¡Viva la libertad! Cristina García Lázaro

Tras el manto de lluvia que caía esa mañana se veían las ranas saltar y cantar bajo la lluvia, todas muy contentas, pues tras el tiempo que llevaban sin poder asomar, aquel día veían el momento del fin del confinamiento. Celebraban todas juntas con alegría poder moverse de nuevo con libertad y recuperar la vida normal que llevaban antes de que comenzara el problema ambiental que de un día para otro las hizo refugiarse sin poder salir a disfrutar.

Aunque supuso un esfuerzo para todas, al final vieron la luz al final del túnel, y cuando vieron el momento salieron todas a celebrarlo y a poder volver a vivir con normalidad en su charca y bosque encantado. ¡Qué bonito es el vivir en libertad!

05. El hijo pródigo. Julián Rumbero

            El oso vuelve a la sierra del Courel. Lo dice la nutria del río Lor que ha visto a un joven oso, sorprendido con los peces. El consejo de los árboles se reúne, contento con esa presencia que confirman la garza real y el mirlo acuático.

Hasta el cielo se revuelve con la lluvia en la Devesa de Rogueira, donde concilian la bienvenida al oso los robles, los castaños y las orquídeas silvestres.

Menos alegres andan las hormigas y las abejas, y Andrés se apresura a recomponer el muro de la albariza que protege sus colmenas. Sus abuelos, de niños, recordaban ver el viejo señor del bosque y se emocionan creyendo que algún bisnieto de aquel regresa a la tierra de sus antepasados. El labrador se emociona y ya le ronda en la cabeza un acuerdo con el oso para su consumo de miel.

Al acebo se le ocurre con la gracia suya, que sean las ranas del embalse de Vilasouto quienes anuncien al hijo pródigo. No en vano, los trovadores decían que los coros de los batracios alcanzaban el Atlántico.

Y las ranas y algunos sapos, felices también, ya piensan en engalanarse de verdes listados de amarillos y ocres con los brillos de la pizarra. Esta noche, la lechuza blanca dirigirá su canto.

 

04. Metamorfosis. Alicia del Caz López

– Te quito el examen de recuperación –le había dicho la profesora de biología– pero te tienes que esmerar.

Eligió el tema: dentro del reino animal, los anfibios; entre los anfibios, los anuros; y con esta clasificación empezaba su trabajo. Las ranas le fascinaban quizás por el misterio de la metamorfosis, ese cambio radical que permitía empezar una nueva vida.

Comenzó por su morfología: boca muy grande, dientes diminutos. Cuando sonrió imaginándolo, notó que las comisuras de su boca le rozaban las orejas. Lengua protráctil; al escribir esto se rascó la nariz con la suya. Explicó cómo las largas patas posteriores favorecían el salto y las piernas le chocaron con la mesa. Los cambios le estaban preocupando, pero no estaba dispuesto a suspender la asignatura, así que continuó con la alimentación a base de insectos y la mosca que pasó a su lado le pareció exquisita. Terminó mencionado las patas anteriores, con cuatro dedos unidos por membranas; al perder su pulgar, se le cayó el bolígrafo. Daba igual, ya no tenía interés por el trabajo y contento empezó a croar.

No pudo evitar ponerse a dar brincos al ver que ya no llovía, el primero hasta el alféizar de la ventana, el segundo a la jardinera del patio. Estaba feliz, tenía la esperanza de que, ahora sí, encontraría alguna princesa que le besara apasionadamente.

 

03. Amnauj. Santa

 Los habitantes de la isla de Amnauj no pueden escribir porque respetan a los árboles que les protegen del sol. Así que la mayoría de ellos, hablan y hablan sin parar, como una maldita tertulia de ranas; aburriendo a los que escuchan.

 El náufrago que llega a su playa, de aguas transparentes y ancha como el bosque inmenso que da vida a la isla; queda sobrecogido ante tanta belleza.

 Las mujeres de Amnauj son hospitalarias y acogen con agrado a los visitantes. Lo único que piden a cambio es que escuchen sus palabras y las escriban cuando vuelvan a su lugar de origen.

 Hay Amnaujensas que perdieron el habla por no dejarlas hablar. Cuando te encuentras a una de ellas; su mirada lo dice todo…

 Sus manos desnudas y sinceras acariciarán las tuyas, escribiendo sobre tu piel su vida, como una lluvia fina en otoño. Es difícil no enamorarse de alguien así, y aún más doloroso partir, recordar su historia y que no se pierda.

 Mientras escribo esto, sonrío contento al saber, que las nubes que vienen de la isla de Amnauj esconden los sueños de las ‘Silenciosas’, y cuando llueve; las gotas en la hierba esconden las vidas más puras.

lunes, 19 de abril de 2021

02. Balance. Carmen Cardeña

Tomar el sol en el cálido pedernal

Cantar hasta debajo del agua

Mirar quieta y atenta como una rana la libélula levitante sobre el nenúfar.

Percatarme de él por su torpón movimiento cuando viene hacia mí. Sonreír porque noto que se infla como un pavo al verme.

Platicar contenta a su lado sobre la lluvia que acecha porque no hay mosquitos, sobre si hoy el grajo, vuela bajo.

Un drunch de los de ahora o una merienda-cena de las de siempre, temprano, a la caída del sol, sin perder de vista la paleta de colores cambiantes sobre los juncos.

Arrebujarnos en una trenza de cuatro ancas de rana.

Arrullarnos.

Llamar a cada estrella por su nombre hasta el sopor narcotizante.

Un suspiro,

 Una afirmación: “¿Quién querría, cariño, habitar un palacio como el de Sisí? “

Un buenas noches.

Un Croac, croac.

jueves, 8 de abril de 2021

01. Simbiosis. Gema Herráez Peñas

         Cuando mi madre suspiraba mucho a mí me faltaba el oxigeno. Yo barruntaba esos días como barruntan las ranas la lluvia antes de que caiga. En cada exhalación suya mi madre expulsaba sus malos pensamientos y la casa se llenaba de un ambiente pesado y denso que lo invadía todo. Mi madre se asemejaba entonces a las plantas, que por la noche consumen oxígeno y desprenden dióxido de carbono.

         Yo esos días de muchos suspiros acababa poniéndome mala, porque respiraba toda esa preocupación y, después, la echaba en forma de diarrea o vómitos o me subía la fiebre. Era mi organismo defendiéndose de mi madre.

          Por eso cuando ella canturreaba mientras hacía las tareas, -y lo hacía de maravilla, flamenco o copla-, yo era feliz como una perdiz y la casa se llenaba con un ambiente limpio y notaba como  el oxígeno que mi madre generaba en su canturreo entraba en mis pulmones.

         Esto no ha desaparecido con los años. Ni siquiera con el hecho de que ella ya no esté. Hay días que me pesa el aire y otros en los que soy liviana como una hoja que arrastra el viento. Y en un pensamiento mágico la imagino suspirando o canturreando.

domingo, 4 de abril de 2021

Abril: aguas mil con ranas, lluvias y todos contentos

En primer lugar debo pedir disculpas por el retraso en la publicación, pero es que he estado muy ocupada.  Os cuento. El otro día, después de las lluvias de marzo encontré, en un charco de mi pueblo, a una rana contenta porque había abandonado la teoría aristotélica de que el alma es el principio del conocimiento racional y había adoptado la platoniana según la cual, todos los vivientes poseen alma, pues es el principio de vida, no solo de la razón. ¿Os lo podéis creer? Como yo no podía dar crédito a semejante cosa ni consentir tal teoría, nos enzarzamos en una densa discusión sobre metafísica,  fenomenología y neokantismo, hasta  acabar  revoloteando por  el posthumanismo, por supuesto sin conseguir acuerdo ni  consenso. 

Ahora estoy en casa. He venido a arreglarme un poco, no vaya a ser que se me escape un beso y se convierta en príncipe. No está la cosa para desperdiciar un buen partido.

Ya os contaré.

Mientras, nos leemos.