Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!

viernes, 28 de julio de 2023

05. Cestona 2023. Epífisis

He vuelto al Balneario de Cestona 61 años después. Mi abuela tomaba las aguas allí y ese año me llevó.

Ya no queda nada de aquel niño que correteaba por el complejo.

El edificio sigue igual. Anclado junto al río Irola y envuelto en un ambiente decimonónico.

Pasillos interminables de madera con una alfombra estrecha en el centro que me recordaban a la película de El resplandor.

El crujido de la madera se transmitía por mi columna vertebral y me erizaba el vello.

Me habían informado de que estaba casi lleno, pero yo no veía a nadie.

Me dirigí al salón de baile. Recordaba perfectamente donde estaba. Y al abrir la puerta me quedé maravillado. El espacio imponente. Sin embargo, estaba vacío.

Al mirar los espejos verticales de las paredes me quedé espantado. Había mucha gente bailando, dando vueltas sobre sí. Sonaba un vals. Empecé a girar vertiginosamente y caí de espaldas.

Al abrir los ojos, varias personas se inclinaban sobre mí.

Todo parecía normal. Sonaba “Despacito” de Fonsi. La gente bailaba alegremente.

Me senté. Y al mirar otra vez al espejo, vi a una señora con un traje de principios del siglo XX que me sonreía.

¿Era mi Abuela?






miércoles, 26 de julio de 2023

04. Un veraneo de muerte. Carmen Cardeña.

Tadeo caminaba por las estrechas calles de Jerusalén en su cuarto día de vacaciones. Era el mes de julio, la ropa occidental inútil. Por eso se compró aquella levita blanca que, con el movimiento de sus pasos, el escaso aire refrescaba sus permanentes sudores. Tadeo ya sosegaba el ritmo trepidante en la bolsa de Madrid.

 Aquel día, caluroso, tranquilo, vacacional… “Un Indiana Jones en busca de su arca perdida” era perseguido por 4 lugareños con turbante. Cuando la carrera llegó a la altura donde se encontraba Tadeo, ya conformaba una muchedumbre en maratón que le arrastró sin posibilidad de realizar ninguna escapada. La maraña humana aumentaba como bola incandescente. Tadeo apenas podía respirar, el aire era cada vez más denso. No entendía esa persecución tan espontánea a no ser que se tratara del rodaje de la séptima entrega de la saga de Spielberg, pero él no se había ofrecido para figurante y las tomas suelen ser más cortas y sin llevar al holocausto a una calle entera de pacíficos turistas, comerciantes y demás gentes de bien.

 “Lo cierto es que esta situación ya dura demasiado, estoy extenuado y creo que me voy a desmayar. No he caído al suelo porque el pelotón humano es muy compacto y no queda hueco para una posición horizontal. Si cayese, tampoco saldría de ésta pues sería aplastado irremediablemente. Voy a morir de pie. Nadie se dará cuenta de que hay un cadáver (tal vez más) corriendo o, mejor dicho, llevado hacia ninguna parte”.

 “Afortunadamente, se ha dispersado la marea. Mi cabeza no ha cascado como una nuez al caer al suelo dejando al descubierto la perplejidad de una muerte incomprensible que a tantos otros les ha sorprendido veraneando”. 

martes, 25 de julio de 2023

03. Los viajes de carne y papel. Julián Rumbero

“Tienes nombre de viaje”, le dijo Goyo, un socorrista de las playas de ceniza, cuando ella le agradeció el consejo que le había permitido vencer al mar.  No se resistió a la corriente. Nadó en paralelo y consiguió volver a la playa aprovechando el empuje de las olas.

Cuando Anabela consiguió al fin tender su fatiga en la arena, pensó que había nacido de nuevo. Luego, al fin serena, buscó al muchacho de bronce y agradeció la enseñanza con un beso en las mejillas. ¡Vamos, velerito, navega¡, exclamó él.

Anabela emprendió otros viajes. Con un nido de golondrinas, imaginándose cualquiera de aquellos polluelos que al fin echaban a volar. Viajó con Julio, un buen y fiel amigo, a veces en globo o en la grupa de un elefante, a bordo de un bergantín o en diligencia, dando la vuelta al mundo en apenas tres meses.

Viajó con don Pio, Alfonsina, Federico y sus versos de la lluvia o con algún príncipe anarquista en la cuesta de los libreros con nombre de ministro de instrucción.

Ahora ya no puede viajar y Goyo trae la historia de un hombre que planta árboles. Anabela le da las gracias, con una voz renqueante, la única libertad que le queda.

Goyo le pide que siga nadando como aquel día mientras le promete que le escribirá un cuento titulado Adela.

 


viernes, 21 de julio de 2023

Vacaciones

Este verano me voy de vacaciones desde el 17 de agosto al 4 de septiembre y no me puedo llevar el ordenador, así que en ese periodo no podré publicar vuestros micros.  Os recomiendo que habléis con las musas para que os sugieran o inspiren vuestros relatos cuanto antes, así descansamos todos: vosotros, las musas y nosotros.

Siento mucho las molestias que os puedan causar las prisas, pero ¡qué ganas de que llegue el 17 de agosto!

¡Pasadlo bien y a descansar! 

02. Recuerdo en azul. Santa

Fue al sacar una foto del mar, desde el mirador acristalado del dormitorio, con su celosía blanca, cuyos paneles cuadrados recuerdan una prisión extraña, acaso futurista; cuando entendió que todos vivimos presos, sin saberlo, de la galaxia de neuronas que nos definen.


El murmullo de un mar cansado de subir y bajar por todas las playas, regalaba antes de irse el sol una colección infinita de pinceladas azules. Juan Martino sintió toda la sal, a todos los  habitantes del mar entrando por su nariz, congelados en los remolinos de una tierna despedida del día, acomodándose por los rincones de su piel.


En la librería caída a su derecha, con dos baldas roídas por el tiempo, reposaban unos prismáticos más viejos que la balda que los sujetaban, entre el polvo que lo cubría pudo leer Carl Zeiss 1945.


Sus manos cogieron los prismáticos y manipularon la rosca de enfoque, sus ojos buscaban encontrar a los viajeros de varios veleros que con luces de colores entre las velas arriadas; proclamaban su fiesta.


Pero las lentes, proyectaron a sus ojos la misteriosa vida de Leandro Valta, antes de ser el marido de Luz Echevarría, antes del Alzheimer. Antes de que su mujer alquilase todos los veranos el dormitorio del faro; en el cabo Punta Rota.

 

jueves, 20 de julio de 2023

01. Unas vacaciones diferentes. Gema Herráez

Aurora siempre había programado sus vacaciones de forma meticulosa, eligiendo todo lo mejor, lo más exclusivo. Siempre los mejores destinos. Había viajado por todo el mundo: Tailandia, Japón, Isla Fiji, Sudamérica, Países Nórdicos, Estados Unidos y sus parques naturales…

Aún recuerda cada detalle de cada uno de sus viajes de forma vívida. Disfrutaba de esa manera suya de viajar. Se había sumergido en soledad en todas esas experiencias con intensidad, gozando de paisajes espectaculares y conociendo gente de todo el mundo, con sus culturas y costumbres distintas, haciendo submarinismo contemplando las maravillas del océano, nadando entre delfines e, incluso, entre tiburones, montando en globo y parapente sobrevolando montañas, gargantas y praderas.

Este año sería diferente. Había decidido hacer algo distinto, arriesgado, novedoso para ella, no sin incertidumbre y con un cierto desasosiego. Haría el viaje en compañía de sus amigas. Alquilaron un apartamento en Llanes, Asturias.

Cuando Aurora vio aquella playa en la que el verde llegaba hasta la arena, cuando introdujo sus pies en ese agua cristalina y sintió la caricia de las olas en su piel, cuando aspiró la brisa del mar, lloró y empezó a saltar y chapotear como una niña pequeña.

Ninguno de aquellos viajes, ninguna de aquellas experiencias inmersivas de realidad virtual que había realizado a través del ordenador, nada, podía compararse  con esta otra nueva y extraordinaria forma de sentir a través de su propia piel.

 

sábado, 1 de julio de 2023

¡Empieza el verano!

Ya estamos en verano. Empiezan los días largos, las madrugadas fresquitas, los días calientes y las tardes-noches apacibles para pasear, tomar una cerveza, sorber helados o escuchar música a la sombra.  

Pero me acabo de topar con un poema que define mejor que yo, mucho mejor que yo, lo que es el verano, y es mucho más que la ausencia de frío.

El frío

Allí,
donde termina tu mirada,
empieza
el frío.

(Autor: Karmelo C. Iribarren)

Posiblemente, pensaréis, no tiene nada que ver este poema con el verano, pero si en el estío sentís un frío glacial en el alma, es que no estáis, ni sois los de siempre. Os falta la mirada adecuada, vuestra mirada.

Esperamos que nos contéis vuestros viajes, exploraciones, periplos y aventuras;  que nos describáis las selvas, los bosques, los recodos de los caminos, las flores de las estepas; que nos digáis hasta dónde fluyen los remolinos de los ríos, los vientos de las praderas.... Os esperamos, ya lo sabéis. Podéis enviar cuantos relatos queráis, que serán leídos y disfrutados letra a letra.

¡Feliz verano!

06. La dulce vanidad de las palabras. Julián Rumbero

Para no olvidarse de lo que fue Críspulo Martin escribe; se defiende del día cuando las palabras serán como aves migratorias que olvidaron regresar. Escribe para descubrir, que en los sueños habitaban aves, barcas, seres mitológicos, fuegos artificiales...

La palabra recuerda un niño que deja una ciudad sin apenas bichos.  El verano llena sus ojos con el paisaje frondoso y verdísimo de las montañas donde vive el oso. Las brumas desperezan los días en el pueblo de la miel. Allí distinguió las culebras de las víboras, las águilas de los milanos. Y conoció al lobo. El alimañero le llamaba Crispín y le mostró el saco con la camada que le pagaría el alcalde, antes de ahogarlos en el río. En las fiestas de Santiago, las carreras de cintas y su fantasía infantil le subieron a la grupa de una burra. Una breve galopada y su cuerpecito fue pasto de ortigas y helechos, pero la gesta bien valía la piel escocida y grumosa.

La palabra habla de una vaca recién parida, su ternero blanco que de pie le pareció un gigante. Y hay una cerda, también enorme, que lo devoraba todo, no sólo las sobras.

Hay muchas más hojas manuscritas, las palabras parecen ir a saltos de adelante a atrás. Y algunas afirman que es amado y no cabe mejor recuerdo que ese y que, por eso, pide que esas palabras le acompañen ese día último, o primero según se mire. La palabra le ayudará a saber quien fue, qué soñó, a quienes amó. Cuando pidió perdón. 

Esa y no otra es su inocente utopía.