Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!

jueves, 21 de marzo de 2019

06. Amigo. Julián Rumbero Castro



Gabriel de niño me llamaba muleta. Y me disgustaba la reacción de otros niños, crueles y algo salvajes, que se burlaban no del mote sino de la causa de que me llamara así. Pero ni siquiera discutía con ellos, sino que me afanaba en ayudarle a caminar desde su casa al colegio primero, al instituto después. Juntos fuimos a la Universidad.
Luego, cuando la ELA lo arrumbó primero en una silla y luego en una cama especial que sus padres pudieron pagar a duras penas además de otros artilugios, Gabriel me llamó amigo. Y lo decía de tal modo que yo creía que hablaba en mayúsculas, subrayado y en negrita. Y todos nos reíamos.
No podía vencerle la ela. Gabriel lo escribió así una sola vez porque al hacerlo en minúsculas era como si le restase un poquito de su maldad.
Pocas semanas antes del día cuando mudó su presencia comenzó a llamarme puerto, refugio, asilo, y bahía, abrigo, cala, y me llamó orilla porque en esos lugares se había sentido siempre seguro con mi compañía, viera o no el mar.
Y ahora me detengo en cada puerto pequeño y marinero, paseo las fronteras de los mares y junto a mi huella en la arena veo las suyas. No tengo frio y no necesito recordarlo porque no se ha ido. Porque le quiero.

lunes, 18 de marzo de 2019

05. Querido Robin. Antonio López de Lerma

Querido Robin.

Era un niño, el día que nos presentó Burt  Lancaster a través de la película “El Halcón y la flecha”, recuerdo esa noche en el cine de verano, con un cucurucho de pipas en una mano y una gaseosilla de cuarto en la otra,  cuando te vi, quedé sorprendido, como defendías a los humildes y eras implacable con los tiranos, viviendo en contacto con la naturaleza y dando esos saltos  de barra en barra por la fachada del castillo; durante años jugaba a emular tus temerarias acciones, junto a mis primos nos construimos una cabaña en los árboles y siempre luchábamos contra el rey déspota que tenía a sus súbditos aterrados y sumidos en la más terrible precariedad. 

Según pasaban los años tú eras el mismo,  distintos actores, mismo conflicto; tu ejemplo me hizo ir siempre con los indios y tener un profundo respeto por las plantas, animales y todo ser vivo.

Han pasado  más 55 años desde que te conocí y sigues habitando dentro de mí y ahora como tú vivo en un bosque junto a mi amada.

domingo, 17 de marzo de 2019

04. Querida amiga. Alicia del Caz López

QUERIDA AMIGA
Hay momentos en la vida en los que ves el mar con ojos de primera vez; de repente es más inmenso, más impresionante, más seductor. Y, atraída, hundes tus plantas en la solitaria arena, caminando hacia el agua, donde las olas, ya apenas sin fuerza, van calando el bajo de tus perneras arremangadas y te arrebatan, al recuperar el vigor con su resaca, una parte del suelo que pisas. En esos momentos, sientes que está puesto ahí para ti, que te llama con su rugido, que no es suficiente con mojar los pies y, sin importar el otoño ni el orbayu intermitente, necesitas sumergirte entera, sentir sobre toda tu piel su roce, flotar sobre sus olas o ponerte delante de ellas y caer con su golpe, notar que te arrastran, dejarte llevar… Y conseguir así, parar el mundo, nadie más, nada más, sólo tú.
Porque hay mares en la vida que es mejor no dejar pasar, aunque mientras te encuentres bajo su espuma, no seas consciente de que afuera ha empezado a llover. Por eso, querida amiga, agradezco el lujo de tenerte al salir, de pie, paciente sobre la arena, protegiendo mi ropa con la tuya y pingando…, pero con esa sonrisa.

martes, 12 de marzo de 2019

03. La huella del tiempo. Almudena Verdejo

Mi querida Julia.
No se me va de la cabeza el día que te encontré en Goya. ¡Qué alegría! Recuerdo el grito y el abrazo tan gordo que te di, que hasta llegaste a asustarte; claro que, después de 85 años que dejamos el colegio, no me extrañó tu reacción y tu incredulidad cuando te pregunté, si eras Julia Magam de Agofrin.
"¡Sí señora, pero no tengo ni idea quién es usted!”, me contestaste con una expresión de sorpresa en tu rostro, como si te hubiera asaltado una loca, y mucho más cuando pronuncié aquellas palabras de que seguías en la luna como cuando compartíamos el mismo pupitre.
Fue entonces cuando me reconociste y hasta recordaste mi nombre y apellido como si no hubiera pasado el tiempo. Lo que me dejó más perpleja fue al exclamar:  "Pero, !si no has cambiado nada, Almudena, ¡salvo que te faltan tus trenzas!”
¡Madre mía donde estarán ahora!, pienso recordando los años de mi niñez.
Bueno, te dejo que tengo que tomar el autobús para ver a mis bisnietos. Lo dejamos aquí, pero te volveré a escribir, porque nos tenemos que contar muchas cosas.
Besos a tus hermanas. ¡Te quiero!
Tu compañera de pupitre
Almudena

jueves, 7 de marzo de 2019

02. Queso asturiano. Antonio Nieto

Querido Juanito:

Esto de tener que escribirte cartas cada vez que quiero saber de ti y en los tiempos que corren, me parece del paleolítico y no me convence que tengas 80 años; o sea, uno más que yo.

Me gustaría contarte algo extraordinario, notable o interesante de mi vida aquí en nuestro pueblo pero, lo único que altera nuestra cotidianidad es la trompeta de Jacinto cuando aparece cada quince días con su furgoneta llena de productos de la ciudad y nos encontramos los cuatro gatos que aún quedamos aquí.

A veces me pregunto si soy feliz. La verdad es que desde que María se fue por causa de esa maldita gripe hace cinco años, he estado muy de bajón, pero ahora que el dolor de su ausencia, con el transcurso del tiempo ha disminuido, he comenzado a sentirme como si viviera en la abundancia total; no porque tenga de todo, sino porque no necesito ya casi de nada.

Quizás, cuando Jacinto me vende ese queso de cabra tan maravilloso asturiano que tanto me gusta y me pongo en el patio de mi casa con una tapita de ese manjar y un vaso de vino del que hace nuestro amigo Tiburcio, y observo nuestro monte con sus colores, su luz y respiro su aire, entonces me respondo que esto debe ser la felicidad. Espero que me entiendas.

Un fuerte abrazo

PD. ¡Cómprate un ordenador de una vez y no seas anticuado!

viernes, 1 de marzo de 2019

01. El sabor de la felicidad. Rosa Molina



Querido hijo:
¿Nunca te hablé de Eva? Era la hija de la frutera del pueblo, siempre rodeada por la ingenua forma de las peras, por el olor de las  manzanas que pesaba en la romana. Durante años balbuceamos pedidos y precios, pero nuestra inmadurez nos separó y ambos, por senderos y parejas distintas, culminamos vidas correctas, hasta que ahora, muchos años después y otra vez solos, nos hemos reencontrado. En cuanto la vi dejé de sentirme vacío, cerrado, nadie. Mi soledad se agarró a su alegría tratando de adivinar qué porción de sufrimiento traía ella consigo, pero en sus ojos sólo vi la certeza de saber que la vejez es efímera, que es posible vivir sin memoria ni previsión,  que la vida queda grabada en los surcos de la piel, en la forma de los huesos. Así que, tras una furiosa afirmación mutua, instalados en una felicidad definitiva, hemos decidido huir, abandonar esta residencia a la que llegamos con la sumisión de sabernos abandonados, para vivir de nuevo, con el corazón lleno de sabor y saber.
Hijo, quiere a los tuyos y recuerda: la vida, cuanto más madura, más sabia y efímera, como la fruta.
Os quiere,
Papá.

Marzo: querido amigo

Ya estamos en marzo, ¡hay que ver cómo pasa el tiempo! La primavera, que ya está aquí desde hace meses, anuncia su llegada oficial en tres semanas. Poco a poco los días crecen, los árboles se llenan de brotes y los almendros se acicalan y presumen de ser los primeros en embellecer el mundo. Antes de que nos demos cuenta vendrán las lluvias de mayo y las golondrinas surcarán nuestros cielos, porque el tiempo vuela, y parece que pasa a saltos delante de nuestras narices, hasta que, de pronto, nos paramos a recordar a una persona, una experiencia, un amor... ¿qué habrá sido de aquella que conocí en verano?, ¿qué será de mi primo, y de la gente de mi pueblo? Y entonces, te percatas de todo lo que te has dejado sin decir, de lo mucho que necesitas contarles que, a pesar de todo, has sido tan feliz como atrevido, porque, después de todo, cumpliste tus sueños. 

Te proponemos que escribas una carta. Te damos el inicio: querido amigo (amiga, Laura, tía.... lo que quieras), los recuerdos, los sueños..... el resto lo pones tú. Ya verás qué sorpresa y qué divertido es mezclar recuerdos con sueños. Total ¿quién establece límites? Si no los hay en el universo no los vamos a inventar nosotros. Déjanos leerte. Comparte tu historia. Ya sabes que nos encanta saber de ti.