Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!

domingo, 28 de abril de 2024

04. Carne y cenizas. Santa

Dicen que el tiempo lo cura todo, que el viento arrastra los recuerdos y los difumina entre las hojas de otoño, que la lluvia... esa lluvia que nos empapó de deseo; sería ceniza esparcida en algún nicho, que la nieve con su blanco no hay hierba que resista, ni si quiera la que creció donde hicimos el amor, y que la helada mata las flores que cogí para ti, cuando desnudos escribíamos en la piel del otro nuestra historia, entre las nubes y un sol que calentaba nuestra casa de pizarra en un pueblo perdido de Guadalajara.


Cuerpos a los que amé y me amaron en los mismos lugares donde te desnudé y me acariciabas. Pieles que mis dedos surcaban con aceite de almendras y limón, como hacía contigo. Labios, besos y mas besos que me estremecieron, que llegaron hasta el tuétano de mi ser; como nos ocurría desde el primer beso que nos dimos.


Veinte y dos días entre agosto y septiembre de dos mil tres. En la discoteca de moda, me enseñaste la cicatriz en equis del pecho izquierdo con una sonrisa, yo me prometí que cuidaría de ti aunque te enfurruñases cada vez que te preguntaba para qué un cigarro más, por qué quemar un futuro juntos, por qué un beso con sabor a despedida.


El día de tu santo marcó el inicio del final. El silencio, este silencio de dudas y recuerdos. Una fuente de la que manan palabras... poemas, prosa escrita con la cicatriz de un desencuentro que habita en mi.


Esta carta de despedida a los recuerdos es un intento más de secar un mar agridulce, un mar de los sargazos, un bosque del edén al que vuelvo para ser feliz imaginándonos juntos. 


Una despedida imposible que las palabras hacen posible, mi querido amor.

03. ¿Frío? ¿Calor? Gema Herráez

Arancha sentía el frío helador como un invasor implacable que lo colonizaba todo. Y mucho más el viento helador y silbante. El viento silba cuando sopla con gran intensidad al encontrarse con un obstáculo a su paso. Se estrecha y se acelera provocando el silbido. Y ese silbido estaba volviendo loca a Aranxa. Le recordaba ese idílico pero engañoso paisaje que veía por la ventana y que, en realidad, era una intemperie hostil hecha solo para los oriundos de aquel lugar.


Era bióloga y estaba haciendo su tesis sobre ciertas bacterias resistentes al frío extremo en Sisimiut, un pueblo de Groenlandia. Pero estaba pensando en cambiar la tesis y escribir sobre los efectos del frío en los seres humanos. ¡Dios, cómo echaba de menos, no el calor, sino el frío de León, su tierra natal! Esos páramos helados de Sisimiut, cada vez que tenía que salir,  le hacían jurar a lo Scarlett O’Hara, que jamás volvería allí aunque le ofrecieran dirigir el Departamento de Biología de la universidad más prestigiosa de Groenlandia. 


Pero la vida da giros inesperados y lo que sí le ofrecieron fue hacer un post doctorado en Marruecos para una investigación totalmente diferente. Por supuesto, después de volver de Sisimiut, le pareció el paraíso.


Ahora, cuando siente el sofoco pegajoso del calor africano en su piel, añora  el silbido del viento y el frío helador de Sisimiut.


viernes, 19 de abril de 2024

02. La brisa de abril. Julián Rumbero

  Papá siempre les hablaba para despertar su curiosidad. Les dijo que cada uno era un mundo formado originariamente dentro de otro mundo. Y le buscaban las cosquillas en el cuello, al norte, y en el sur de las plantas de los pies. O al este y al oeste, entre las costillas. Mamá también se hacía mar y entre los cuatro puntos cardinales bogaba su proa, siempre sonriente y de mejillas encarnadas.

Cuando al abuelo Juan olvidó nombres o leía al revés las agujas del reloj, papá les dijo que un viento terrible le había dado la vuelta a sus pensamientos dejando un revoltijo en el cerebro. Así que, en los días de ventolera, los niños se apresuraban en cerrar bien las ventanas, para evitarle las corrientes; lo abrigaban porque el frío también es un mal aire y le calaban la boina que unos amigos le regalaron en Toulouse.

Pero con la brisa cálida y suave, los nietos se apresuraban a poner a su abuelo bien de cara, ya que así recolocaría el desorden cerebral y las fechas volverían al calendario debido y los lugares a la geografía adecuada.

Y a veces el abuelo Juan decía correctamente al menos uno de sus nombres y todos los hermanos lo celebraban como si fuera su propio nombre. Era el milagro de abril.


lunes, 1 de abril de 2024

01. Frío. Epífisis.

Este café no sirve ni para calentar mis manos, mientras los demás, con sus abrigos y culos gordos no paran de comer.

No me prestan atención, pasan a mi lado como si no existiera. Tres horas en la calle con el frío que hace y no he sacado 69 centavos para cenar, me cago en la Navidad y en el pavo. La nevada en Reno este año de 1963 ha sido muy dura, por eso mismo tendrían que ser más compasivos.

Mañana seré yo quien ría, cuando lean en la prensa la aparición de un nuevo cadáver, otro niño de la calle. No descansaré, fueron muchos los que se burlaron cuando yo era pequeño y se mofaban de mi cojera.

Con lo que saco y por medio dólar, estos mozalbetes se me acercan en el metro y en los recovecos de los túneles me quieren, algunos, los menos, me desprecian y más pronto que tarde pagan por ello.

Como el mendigo de esta mañana en los urinarios, le he cogido del brazo y ya dentro del váter he cerrado la puerta, se ha revuelto con furia, me ha golpeado, se ha reído y me ha gritado  

 –  ¿Y eso? - …….

Fue lo último que dijo.

 



Abril: frío y sus derivados

Este mes toca tiritar, helarse, aterirnos de frío. Vamos a girar las historias alrededor del frío, de lo glacial, de la necesidad imperiosa de ponernos al abrigo de una estufa, de un buena manta.

Como este mes ha empezado con pocos grados, no nos será difícil ponernos en situación para inventar relatos. Sólo hay que asomarse a la ventana y ver la sierra, blanca y apacible. Esperemos que siga así durante muchos días y que se siga acumulando más nieve en sus cumbres. Los paseos blancos son chulísimos y jugar con la nieve es un lujo para la mayoría de los que vivimos en una gran ciudad.

Aquí os esperamos. Tiritando de ganas de leeros.

Abrazos.