Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!

domingo, 29 de noviembre de 2020

10. Contra todo pronóstico. Valentina Velázquez

Me gustaba tanto…Tenía unos ojos que parecían de otro mundo, anaranjados, casi seductores; pelo blanco y labios sensuales; de piel nacarada, ejercía en mí un poder hipnótico, me apetecía tocarlo siempre; su cuerpo esbelto, pero con un andar a trompicones, llamaba mi atención…, hasta que me miraba, entonces perdía la cordura y entraba en pánico cuando susurraba con una poética romántica, versos picasianos.

Mis dudas surgieron porque lo conocí una noche a las afueras de la ciudad, bajando de una especie de campana de cristal, suspendida en una bruma plateada, pero como había bebido, decidí que no había oído que era saturniano. Así que una tarde decidí seguirlo después de nuestra despedida.

Salió a velocidad de vértigo y me costó alcanzarlo. A las afueras de la ciudad sólo me dio tiempo a contemplar cómo una corriente de aire lo succionó y en alguna parte del universo, con un destello de luz, desapareció.

Caí al suelo desplomada, llorando a moco tendido y con la dignidad de que fui capaz, recogí un puñado de arena y levantando el puño crispado, balbucí: “juro que nunca me volverán a engañar”. En aquél momento, como si hubiera llamado a las fuerzas de la naturaleza, un fuerte tornado me absorbió.

En un cielo atormentado, una neblina errante cogió mi mano, sus ojos anaranjados tocaron mi corazón y me sentí a salvo.

miércoles, 25 de noviembre de 2020

09. Lo que no vivimos. Santa

Intentó recordar el despertar de los domingos con el olor del café humeante, lleno de burbujas de ilusión. Olor a pan churruscado, hecho por su amante, que inundaba toda la casa. No lo consiguió.


Imposible, en su memoria, sentir el jabón esparcido con las manos de ella por su cuerpo.


El virus prohibió los besos, y secuestró las sonrisas tras las mascarillas. Todo sucedió tan deprisa que nadie le dio importancia. Se fue perdiendo el contacto de las manos entre amigos. El paseo de los dedos por la piel amada.

 

Eso sucedió el primer año. Cuando todos querían olvidar viendo series, películas o payasadas en el móvil. Las noticias anunciaron la vacuna, todo iba a ser como antes.


Después de un tiempo pudo ir sin mascarilla, volvieron las fiestas de cumpleaños, los regalos de Navidad... los encuentros retrasados. 

 

Cuando intentó abrazar a su amigo, ambos se miraron sin saber que hacer. Disimularon y tras brindar con cerveza, se fueron pensando en entender qué pasaba.


En su hogar, frente al espejo, no conseguía trazar la sonrisa que tanto le gustaba a su pareja. Luego, desnudos en la cama; se miraron sin saber que hacer.

 

En la televisión, delante de ellos; Scarlet O´Hara lloraba.

sábado, 21 de noviembre de 2020

08. Cuando el viento me llevó. Belén Molina

Soy Yuca Baccata, estoy plantada en medio de ninguna parte, sin horizonte, con las flores resecas, sin posibilidad de escapar. 

Pasan las horas, las semanas y cuando siento que solo soy arena, llega un atisbo de viento. Un viento cargado de todos los abrazos que se quedaron en el aire, de todos los besos fracasados en los labios. Me alcanza, me envuelve y me diluyo entre ellos, con mis flores resecas. 

miércoles, 18 de noviembre de 2020

07. La culpa es del viento. Antonio Nieto

Se conoce desde la antigüedad, que Eolo fue el dios del viento, y del que se cuentan muchas leyendas. Recientemente, se ha descubierto una inscripción en una roca de una cueva de Santander escrita en inglés, afirmando que ese dios estuvo casado con Ventolina, con la que tuvo tres hijos: Bonancible, Frescachón y Tifón.


Al parecer, Eolo fue un ser malhumorado que influyó negativamente en la vida de la Tierra, hasta que apareció su mujer, quien lo trasformó y aplacó su carácter. Fue justo en ese momento cuando un soplo de aire fresco de ideas cambió el mundo, e hizo que apareciera lo que llamaron El Renacimiento. Les sucedieron sus hijos Bonancible y Frescachón que influyeron durante siglos en continuos altibajos en la vida de los humanos.


A principios del siglo XXI ha reinado Tifón, el peor de todos, quien se ha hecho cargo de nuestro destino y, de repente, el planeta se ha llenado de virus y personajes poseedores de la “Verdad”, que nos pueden llevar a un punto sin retorno. Afortunadamente, la inscripción finaliza con un rumor sobre una tal Solidaridad que, al parecer, esta encandilando a Tifón.  Si esto es verdad, y tal y como hizo Ventolina con Eolo, es probable que haya esperanza de cambiar para bien.

lunes, 9 de noviembre de 2020

06. Otoño. Julián Rumbero Castro

¿Qué es el otoño abuelo?, preguntó la niña, que había mezclado el concepto traído del colegio con su propia idea. El hombre respondió sin prisa, hurgando en su memoria, y en uno de sus cuadernos de guata. En ellos fue colocando versos sin otro orden que sus sueños y deseos como quien guarda palabras, espejos de su memoria, en una estantería de papel. 

Le dijo que el otoño es el tiempo cuando muchos árboles lloran una alfombra seca y de colores, como los tapices de Oriente. Todos en la familia sabían de las ínfulas poéticas del abuelo vivo. El hermano de la niña, más grande, le recomendó que le preguntase a la abuela. Ésta le dijo que era así, que el otoño es el tiempo cuando la tierra de los parques y de los jardines se cubre con ese manto. Y entonces la Tierra vuelve a hablar porque cuando pisamos esas hojas secas que alfombran los días que se acortan, podemos oír las voces de los robles y de los arces. El abuelo vivo, que la oye, sonríe. Su sonrisa agradece que la abuela viva aún recuerde, sin melancolía, esos otros versos suyos que andaban en uno de los cuadernos que le mostró la tarde de la fiesta grande, cuando se conocieron. Y que el viento se llevó hasta que lo devolvía cada primavera con otras preguntas de ella, y luego de la niña hija y de la niña nieta.

domingo, 8 de noviembre de 2020

05. El viento que lleva, el viento que trae. Gema Herráez Peñas

         Ángela había estudiado antropología y aquel verano se trasladó a Extremadura para recorrer distintos pueblos y recoger testimonios para su estudio sobre medicina popular.

 

          Con su casete en mano grabó episodios que  describían las creencias, casi  supersticiones, arraigadas en sus habitantes sobre la salud.

 

         Comprobó que el agua era importante y casi tabú en el imaginario colectivo.

 

         Escuchó testimonios delirantes, como que alguna se volvió loca por lavarse la cabeza durante la menstruación.

 

         Pero nada comparado con los efectos del viento y los aires como los describían los lugareños. Había contactado con un informador en uno de los pueblos que la invito a ser testigo de un ritual relacionado.

 

         Se trataba de un hombre al que, mientras estaba sentado en la puerta de su casa, le dio “un aire”, según la familia, y se quedó como ido. Y la forma de curarle era ponerle en el mismo sitio día tras día, hasta que el viento que se llevó su cordura se la devolviese.

 

         Mientras observaba a aquellas personas esperando devotamente a que el aire le devolviese la razón al afectado se abandonó al pensamiento mágico: ¿y si el viento tuviera ese poder?

viernes, 6 de noviembre de 2020

04. Divino tesoro. Carmen Cardeña Hernández

El cataclismo debió suceder por la noche y Sofía Mendizábal ni se enteró. Siempre ha dormido como un tronco y, a sus sesenta y uno ni un diluvio universal le quitaría el sueño. Seguro que navegaría en su cama de Noé como  pasajera marmota.

 

Como decía, debió suceder por la noche pues por la mañana, como de costumbre, al despertarse, Sofía se puso las zapatillas y fue al cuarto de baño. Al encender la luz casi se mea del susto. El espejo le hizo percatarse del suceso.Quiso pensar, en un primer momento, que esa visión era producto de algún resquicio de la ensoñación nocturna y se ocupó de hacer lo que había ido a hacer antes de mojarse los pantalones del pijama. Al volver a ponerse frente al espejo con la esperanza de encontrarse a sí misma, volvió a reencontrarse con la vieja de antes.Las mismas rayas de cuaderno de una raya en la frente, las mismas patas de gallo, el mismo código de barras en unos labios que ayer no le hacían falta dibujar una permanente sonrisa para estirar los surcos.

 

El cataclismo de esa noche había afectado, también, a su geografía más apreciada. Monte Perdido a su derecha y la Maladeta a su izquierda (el alto Pirineo) eran un auténtico alud, perdiendo toda su altura y empezando a mirar hacia Etiopía. Más hacia el sur, había avanzado el Sahara. Apenas se apreciaba un pequeño oasis con pocas palmeras y un pozo que no conservaría por mucho tiempo ni la humedad.


Solo un cataclismo o, tal vez un tornado, pudo hacer correr tanto el tiempo. Ayer, los ojos de Sofía rebosantes del divino tesoro y hoy, es otra posibilidad, el tesoro puede andar en manos de unas jóvenes bucaneras sin pata de palo ni parche en el ojo.

jueves, 5 de noviembre de 2020

03. Dulces sueños. Alicia del Caz López

El huracán Henry había arrasado Lortown. La población pudo ser desalojada, pero la ciudad tendría que ser levantada de nuevo.

Inmediatamente todos los partidos acordaron cómo invertir el presupuesto destinado a la reconstrucción. Conseguirían una ciudad más humana, ejemplo de belleza y sostenibilidad. Lo primordial era proporcionar a todos los damnificados viviendas dignas enfocadas al autoconsumo energético; después se restringiría el uso de vehículos contaminantes, se pondría en marcha una red de transporte y de servicios públicos de calidad y se construirían amplias zonas verdes en todos los barrios.

Cuando Silvia se despertó en la colchoneta que tenían asignada al fondo del gimnasio, su hija le preguntó por qué sonreía. “Las mamás también soñamos”, contestó.

Más tarde, mientras desayunaban, daban las noticias en la pantalla que habían colgado del tablero de baloncesto. En el Congreso debatían la adjudicación de las ayudas. Algún partido de la oposición exigía más autonomía para sus territorios a cambio del voto positivo, otros solo hablaban de patria sin aportar nada, o simplemente veían una oportunidad única para destituir al Presidente y el Gobierno temía perder puntos en las encuestas. Los insultos de los diputados retumbaban en el gimnasio. Una vez más, los fondos continuarían bloqueados.

Silvia miró a su hija mojar las galletas María de ayuda humanitaria en el Cola-Cao y se dio cuenta de que, ahora sí, se había despertado de verdad.

martes, 3 de noviembre de 2020

02. Lo que el viento se llevó... aquel día. Cristina García Lázaro

Un día de invierno bajo un cielo gris y lluvioso, cuando estaba inmersa en mi peor pesadilla, tuve un momento de luz en el que pude ver todas aquellas cosas buenas, que, aunque pensemos que la vida es injusta y cruel en ciertos momentos también hay felicidad y diversión, que había disfrutado tras tantos años de convivencia con él. Y piensas si ha valido la pena todo hasta ese momento y para qué, te cuestionas la existencia y a dónde vamos y si en algún momento lo podré llegar a ver. Por mucha tormenta y tempestad, vientos huracanados y lluvias en barrosas que podamos pasar, hay que tener en cuenta que siempre hay que luchar por seguir hacia delante, por todos aquellos que queremos y los que tenemos a nuestro alrededor y que basta un simple acto que pueda ayudar a otro, para que sea motivo suficiente para continuar y afrontar viento y marea. Tod@s tenemos esa capacidad de lucha por vivir y por auto conectarnos para dejar pasar aquello que el viento se llevó sin olvidar y mantener en el recuerdo, de alguna manera, lo que deseamos y lo que vivimos en un momento dado.

POR MUCHO QUE EL VIENTO SE LLEVE LA ESENCIA PERMANECE, QUÉDATE CON ESO.

01. Genes. Rosa Molina

 Mi hermano nació poeta. Mamá me contó que, en el parto, la comadrona tuvo que sujetarle de un pie para evitar que se elevara como un globo. No se preocupe, dijo mamá a la asustada mujer, los poetas natos se distancian del mundo en cuanto nacen. Se lo digo yo, que soy hija y nieta de poetas.

Creció pegado a su cuaderno, mirándonos desde una nube solitaria plagada de palabras rimosas. Mamá, resignada, intentaba darle solidez ordenándole tareas mundanas, pero para él todo era etéreo, hermoso: el cubo de basura, la segadora. 

El día de su vigésimo cumpleaños, después de soplar sus velas, un fuerte viento entró por la ventana. Volaron el mantel, la tarta, nuestros pelos. Cuando logramos recomponernos vimos, alarmados, que mi hermano había desaparecido. No os preocupéis, nos dijo mamá para tranquilizarnos, eso es porque la naturaleza necesita sus palabras, y todos volvimos, inquietos, a nuestras mundanas vidas.

Al poco tiempo brillaba, en el escaparate de la librería, su primer libro de poesía: “La sintaxis del viento”. Luego vinieron muchos más. Entonces entendí que mi madre tenía razón, que no había que preocuparse, que ningún poeta es dueño de su talento.

lunes, 2 de noviembre de 2020

Lo que el viento se llevó... en noviembre

Supongo que también vosotros habéis otoñado y sois de colores imposibles de describir. Estoy segura de que brilláis y que es inevitable que, allá por donde vais, la gente se resista a contemplaros. Los árboles perennes envidian a los de hoja caduca su capacidad para ser otros antes de desaparecer en el invierno, y piensan en ello mientras son los únicos testigos de su presencia callada en el bosque blanco y frío. 

Pero lo que nos diferencia de los árboles es que nosotros otoñamos para renovarnos en invierno. Nos replegamos en casa para leer, reflexionar, ver películas, charlar y hacernos querer. ¿No es eso lo que hacen los árboles caducos en la soledad del frío?: crecer por dentro.

Y, una vez más, nos gustaría leer las historias de vuestro otoño, antes de que el viento se las lleve.

Nos leemos.