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domingo, 8 de noviembre de 2020

05. El viento que lleva, el viento que trae. Gema Herráez Peñas

         Ángela había estudiado antropología y aquel verano se trasladó a Extremadura para recorrer distintos pueblos y recoger testimonios para su estudio sobre medicina popular.

 

          Con su casete en mano grabó episodios que  describían las creencias, casi  supersticiones, arraigadas en sus habitantes sobre la salud.

 

         Comprobó que el agua era importante y casi tabú en el imaginario colectivo.

 

         Escuchó testimonios delirantes, como que alguna se volvió loca por lavarse la cabeza durante la menstruación.

 

         Pero nada comparado con los efectos del viento y los aires como los describían los lugareños. Había contactado con un informador en uno de los pueblos que la invito a ser testigo de un ritual relacionado.

 

         Se trataba de un hombre al que, mientras estaba sentado en la puerta de su casa, le dio “un aire”, según la familia, y se quedó como ido. Y la forma de curarle era ponerle en el mismo sitio día tras día, hasta que el viento que se llevó su cordura se la devolviese.

 

         Mientras observaba a aquellas personas esperando devotamente a que el aire le devolviese la razón al afectado se abandonó al pensamiento mágico: ¿y si el viento tuviera ese poder?

5 comentarios:

  1. Este relato está lleno de recuerdos. Mi madre me decía lo de la menstruación y lo del aire que se lleva la cordura. En su pueblo, decía, había mujeres locas por lavarse la cabeza y hombres medido idos por un mal viento. Respecto a lo primero, le demostré que no era cierto; lo del mal viento, quién sabe. Yo también me abandono al pensamiento mágico. Gracias, Gema por todo lo que has despertado. Un placer leerte.

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  2. Gracias Rosa, viniendo de una gran relator a como tu me halaga. Efectivamente el desconocimiento envuelto en superstición daba lugar a estas respuestas fundamentadas casi siempre en el miedo.tenemos ahora más certezas pero hemos vencido al miedo? Se ha impuesto la razón? A juzgar por la realidad sólo hemos cambiado de miedos.

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  3. "El viento que lleva, el viento que trae".Empiezas bien, Gema.Un buen título es siempre un buen comienzo.Para una antropóloga me hubiese gustado más que Ángela, Yolanda de nombre.Pero esto es lo de menos.Lo que importa es que es un relato entrañable y cercano aunque le dés esas pinceladas mágicas que son delicatessen para la imaginación.


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  4. Siempre había oído la frase típica de que a alguien le había dado un aire, pero no sabía de esa superstición. Estaría curioso saber cuál fue su origen, pero fuera el que fuese, hay que ver cómo son los rumores, empiezan, se extienden y se convierten en certezas que nadie discute. Me gusta tu relato, Gema ;)

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  5. Me ha gustado mucho leer en tu relato las verdades-superstición de la época de nuestros padres.

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