Un lunes por la tarde de hace un año, en Madrid llovía copiosamente.
Como es gratis, mis padres me llevaron al Prado. Después de dar vueltas por diversas salas, como siempre, al final terminamos en dónde están los cuadros de Velázquez más famosos.
A ellos, les encantan las Meninas y se pueden estar diez minutos mirando absortos el cuadro, yo me aburro.
Ese día me separé de ellos y me fui a ver un cuadro de un tío a caballo y no sabía ni cómo se llamaba.
Se oyó como un trueno enorme y al volverme mis padres no estaban. Me acerqué al cuadro y allí estaban ellos, en medio de los personajes. Casi me caigo de culo.
Me eché a llorar y contaba a todos los guardas del museo y al director, lo que había pasado.
El suceso salió en las portadas de todos los periódicos nacionales y también del Times.
No hubo ninguna explicación.
Desde entonces, todos los lunes por la tarde, voy a saludar a mis padres.
Ahora hay más gente en la sala y el cuadro se llama Meninas y Pililas.
El lunes menos pensado voy al prado y veo a la narradora besando y abrazando a sus padres. ¿Igual que se entra dentro las meninas podrán salir fuera?. Habrá que ir atentas por el paseo del prado, aunque intuyo que entrarían al botánico para oxigenarse después de tanto encierro. Me ha encantado tu relato. Despierta la imaginación y los sentidos.
ResponderEliminarCarmen, pues espera a que Rosa ponga la foto, ja ja.
ResponderEliminarEs verdad están ahí y saben posar, jajaja.
ResponderEliminarBuena historia, sí. Espero que soporten bien tantas horas de pie.
ResponderEliminarCuando vaya al Prado ya tendré cuidado en no pararme demasiado en ciertos cuadros de Goya...
Creo que mejor haré una visita al museo de Sorolla, que por lo que veo, nunca se sabe...
Alicia, no quiero meterme con las rimas ja ja ja
ResponderEliminarJaja, tienes razón. He ido a nombrar dos pintores que riman de la misma manera... Pero hay que reconocer que los dos se merecen la rima, los dos son una joya ;)
ResponderEliminarEl seso del cráneo te ha traicionado. Brindo con Bezoya.
EliminarEstupendo cuadro y relato... los dos a cual más original. Y lo mejor las tomas falsas en los comentarios... me lloran los ojos de reír... Un abrazo
ResponderEliminarGracias Santa, un abrazo
EliminarPues si que es divertido ir al Museo, o no? Me recuerda a la serie del Ministerio del Tiempo. Lo que me gusta es que las creaciones de los pintores quedan abiertas... Y nunca mejor dicho, habrá que tener cuidado.
ResponderEliminarA mi no me importaría estar en el Jardín de las Delicias, en la parte buena.
EliminarOye, pero que bien quedan. No desentonan en absoluto. Yo por si acaso no me quedaré tampoco mirando mucho tiempo ciertos cuadros, en todo caso, en los de paisajes bucólicos de tardes de verano bajo los árboles entre colores azules, verdes y ocres. Aunque a mi lo que gustaría es ir de visita pero después salirme. ¿No sería estupendo poder hacerlo? Estupendo y original relato Epífisis.
ResponderEliminarPides mucho Gema. El soñar es barato. Un beso.
EliminarOyes, igual dentro de poco, se cambia el nombre del cuadro a "El camarote de los hermanos Marx", jejejeje. Me pasaré por la sala de Turner y sus cuadros de mares embravecidos, a ver si me sube a uno de sus barcos...
ResponderEliminarGenial relato, Epífisis
Rosa no, una pena el barco gallego.
EliminarEs verdad, Epífisis. Casi me voy a una playa de Soroya. Vida dura la del mar.
ResponderEliminarRosa, tu también hija mía, como decía Julio César, estamos buenos con las rimas, Soroya......., camarote........
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