Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!

miércoles, 29 de septiembre de 2021

06. Adelante. Santa

Jaime Ríos hizo lo que tenía que hacer, sujetando como pudo su corazón desecho.

Miró al cielo y vio como cambiaban de color las nubes de blancos a ocres, silenciosamente. Trayéndole recuerdos de su infancia. El olor del tren expreso esperando para partir...en la estación del Norte -.

Aquellos días felices en las playas de Lugo, descubriendo a qué sabe el mar. 

El azul del mar es tan grande y salvaje que una vida no basta para llegar a entenderlo; y sin embargo su eco cabe en una caracola.

- Ella no me enseñó a nadar. - Ella no nadaba.

Entonces decidió escribir un poema o lo que surgiera, para aferrarse a él como un náufrago y sobrevivir.

- Ella no escribía poesías. - Recordó con melancolía.

-A veces sentí celos de la gata que acariciaba por la noche. - 

Jaime Ríos sonrió, con las imágenes de unos pollitos salidos del cascarón, en el regazo de su madre; como si fuera una gallina.

Estaba preocupado. ¿Sería capaz de desprenderse de la ropa que aun olía a Ella? Su estómago era una hoguera llena del ayer.

Recordó que su madre boxeó con la vida hasta el final. Se levantó y se puso los guantes de Ella.

 

lunes, 27 de septiembre de 2021

05. Mi pueblo, mi infancia. Epífisis

Las brasas en la chimenea crepitan y de vez en cuando suena un chasquido y un punto de fuego salta a gran velocidad y rebota contra los ladrillos.

Estoy sentado en la silla bajita de enea y mis pantalones cortos dejan ver las cabrillas que adornan mis piernas, gracias al brasero de la mesa camilla.

Hace frío y la noche avanza, las sombras de la chimenea y de los candiles de aceite se unen y dibujan en las paredes sombras que a veces parecen garras del Sacamantecas.

Tengo miedo, se acerca la hora en la que tenga ir a la cama.

De repente mi padre se levanta, tira la colilla de ideales al fuego, bebe del botijo y según sale por la puerta me dice, a la piltra.

Cojo un candil y me dirijo por el pasillo hacia el dormitorio, las sombras me rodean y me siguen, por delante un halo de luz que se aleja y entre mis piernas pasa el gato marrón que ha entrado por la gatera y casi me hace caer.

Entro, me desnudo y me pongo el pijama mientras mis dientes castañetean sin poder controlarlos.

Las sábanas están frías, casi húmedas y cuesta meterse entre ellas pues el peso de las mantas y de la colcha, deja poco espacio para moverse. El candil lo pongo en la mesilla pues falta la visita de mi madre.

Llega, se sienta en el borde y me arropa, colocando el embozo casi hasta los ojos, me besa y rezamos, me besa y se va.

 

lunes, 20 de septiembre de 2021

04. La bestia. Carmen Cardeña

La bestia cada vez se hacía más grande. Alimento no le faltaba para expandir sus dimensiones. En un principio no abultaba más que como una pequeña hoguera hecha, con cuatro ramas y un par de piñas, por un grupo de adolescentes inexpertos y distraídos. 

 

En unas horas la bestia había recorrido más de un centenar de kilómetros a grandes zancadas. 

 

Miguel Pinzón se percató preocupado de su avance desde la casucha. Miró a Conguito mientras le llenaba el comedero de restos de pescado fresco. Miguel se dió cuenta, entonces, de lo bien que su gato sabe vivir el momento. Cuando come, come. ¿Por qué preocuparse ahora de la bestia que estaba tan lejos?. Sin embargo, las aves...qué diferentes a los felinos. Les basta con el hilo de humo de un cigarrillo para alzar el vuelo en sentido contrario. Miguel, tras esta reflexión optó por ser pájaro. Cogió algo de ropa y comida, metió a conguito en el trasportín y entró en el cuatro por cuatro. Cuando intentó arrancar no pudo. Se había quedado sin batería. Bajó de nuevo del vehículo. En un instante se percató de la dirección del viento y tuvo la certidumbre de que se dirigía hacia la casucha a toda velocidad. Hizo la llamada telefónica de socorro mirando los ojos encendidos de la bestia que ya no se encontraba tan lejos.

03. Las preocupaciones de un hombre y su amigo gato. Julián Rumbero

         No era para menos. Incluso Curro estaba visiblemente preocupado. El gato se subía a la estantería donde Agustín ordenaba libros de minerales, cetáceos y estrellas. Aprendemos primero por los sentidos, especialmente el de la vista, le decía. ¡Cuantas horas no habré pasado, amigo mío, contemplando el firmamento, sopesando ágatas, obsidianas o jaspes! Y siempre se sentía emocionado con los documentales de delfines y ballenas. Aquella madera representaba el paraíso de las emociones y los pensamientos. Para Curro, gato listo y viejo también, era el rincón para su filosofía particular y Agustín lo consentía con cariño y muchas veces con humor. ¡Cuidado Curro no te vaya a tragar Mooby Dik!, le advertía. O poetizaba con los ojos de galena del minino.

         Pero ahora, hombre y gato temían por el destino de aquellos tesoros y otros muchos que convivían en armonía como peces del coral, colibríes y árboles que crecen del revés en Madagascar. Las piernas no daban ya para seguir subiendo hasta un cuatro sin ascensor y en la residencia no le permitirían llevarse más de una docena de sus títulos. Agustín temía horrorizado que fueran pasto de la hoguera del olvido y la indiferencia. Además, ¿qué sería de Curro?

Piensa, piensa, viejo estúpido, parece maullar el gato con aspecto de tigre en miniatura. Y Agustín piensa. No hace otra cosa y ya tiene alguna idea. Pero eso, eso ya es otra historia.

domingo, 12 de septiembre de 2021

02. Regreso a la normalidad. Alicia del Caz López

En un claro del bosque un hilo de humo gris se difumina con las nubes al ganar altura. Sale de la chimenea de una pequeña cabaña. Si pudiéramos colarnos por ella encontraríamos, tras la hoguera, el gesto preocupado de un hombre, mayor, aunque no tanto como para llamarlo anciano, que absorto en sus pensamientos, mira el caldero vacío mientras acaricia a un gato recogido en su regazo.

¡Qué desdichada es mi vida desde que se fueron! Tan solo…, con mi pequeña bola de pelo –el gato le mira como si supiera que lo ha mencionado en sus pensamientos–. Ya se que la mala gente estamos condenados a la soledad, que ese es mi destino, pero disfrutaba tanto con ellos… Tal vez los acosé demasiado y eso les hizo huir; no podía evitarlo, era un placer tan adictivo… Se que debería cambiar, empezar a ser un buen vecino, quizás hacer terapia, rebuscar en los entresijos de mi niñez y encontrar la semilla de mi maldad, pero ¡qué pereza! En el fondo, me gusto tanto así…

En ese momento, el instinto felino hace saltar al gato al alfeizar de la ventana. Sorprendido, Gargamel mira hacia allí justo a tiempo para ver dos manchas azules desplazándose en el exterior. Una gran sonrisa de felicidad inunda su cara.

¡Los pitufos han regresado!

01. Consuelo mutuo. Gema Herráez Peña

         Me sentía tan solo desde la separación que vagar por el parque era mi único consuelo, aunque ver a los demás paseando juntos me recordaba mi antigua vida y me sentía abandonado.

         Un día me fijé en ella. Paseaba sola. Parecía triste y preocupada, tanto como yo. No me atreví a acercarme y lo dejé pasar. Pero al día siguiente esperaba ansioso que apareciera. La vi llegar y estaba decidido a seguirla y a que ella notara mi presencia. De pronto se fijó en mí, mirándome como quien ve a alguien conocido. La seguí y poco a poco me situé a su lado y ella me aceptó. Desde entonces no nos hemos separado.

         Y ahora estoy aquí, tumbado, mirando la hoguera de la chimenea y a ella acariciando a Lucas, el gato, mientras muevo mi rabo de pura felicidad. ¡Qué importa que se fijara en mí porque le recordé a su anterior mascota, ni que me haya puesto el mismo nombre, Byron, ni que tenga su foto en el salón!

         Con un ladrido reclamo su atención. Lucas ya ha tenido suficientes mimos. Ahora me toca a mí.

Un amigo nuevo

Climent Sabater, de Menorca y enfermo de ELA, ha visto nuestro blog de microrrelatos y, mientras le llega la inspiración para contarnos los suyos, quiere compartir con todos nosotros su blog. Dicho con sus propias palabras: 

He visto vuestra iniciativa de microrelatos, lo cual me parece muy loable. Seguro que, cuando se me ocurra uno, os lo mando.

Però, de momento,  estoy ocupado escribiendo mi blog y contando mi experiencia con la enfermedad.

Os paso el enlace, por si os gusta y lo queréis compartir. He decidido ser positivo y puede servir para otros...


viernes, 3 de septiembre de 2021

Septiembre: gato - hoguera - preocupado

Ya estamos en septiembre. Las nubes nos han traído las primeras lluvias y nos avisan de la llegada del otoño. Hay que empezar a acumular leña para encender las chimeneas para sentarnos alrededor a compartir el fuego. Mi gato ya ha cogido su sitio. Ha colocado su mantita estratégicamente para que, cuando llegue el invierno, nadie ocupe su lugar cerca de la hoguera. 

Pero hasta que lleguen los fríos quedan días de paseos cobrizos, húmedos, repletos de aromas verdosos. Y en esos paseos es donde se encuentra la inspiración para seguir compartiendo historias con todos nosotros.

Ánimo, que aquí estamos.