En un claro del bosque un hilo de humo gris se difumina con las nubes al ganar altura. Sale de la chimenea de una pequeña cabaña. Si pudiéramos colarnos por ella encontraríamos, tras la hoguera, el gesto preocupado de un hombre, mayor, aunque no tanto como para llamarlo anciano, que absorto en sus pensamientos, mira el caldero vacío mientras acaricia a un gato recogido en su regazo.
¡Qué desdichada es mi vida desde que se fueron! Tan solo…, con mi pequeña bola de pelo –el gato le mira como si supiera que lo ha mencionado en sus pensamientos–. Ya se que la mala gente estamos condenados a la soledad, que ese es mi destino, pero disfrutaba tanto con ellos… Tal vez los acosé demasiado y eso les hizo huir; no podía evitarlo, era un placer tan adictivo… Se que debería cambiar, empezar a ser un buen vecino, quizás hacer terapia, rebuscar en los entresijos de mi niñez y encontrar la semilla de mi maldad, pero ¡qué pereza! En el fondo, me gusto tanto así…
En ese momento, el instinto felino hace saltar al gato al alfeizar de la ventana. Sorprendido, Gargamel mira hacia allí justo a tiempo para ver dos manchas azules desplazándose en el exterior. Una gran sonrisa de felicidad inunda su cara.
¡Los pitufos han regresado!
Un villano gracioso Gargamel. En el fondo los pitufos también le necesitaban aunque solo fuera para reírse de el.
ResponderEliminarParece un plan divertido: reirse del gato, jugar a arrepentirse de ser malo... son relaciones tan necesarias como placentero es tu relato, Alicia. Ya me he acostumbrado a esperarte en el alfeizar del blog para leer tus historias, como los pitufos al gato....
ResponderEliminarAunque casi siempre juegas a los giros finales,creo que es de los pocos relatos que acaban con verdadero sentido del humor y explícito espíritu infantil y juguetón. ¡ Me alegro, Alicia!
ResponderEliminarSoy CCH otra vez. Se me ha olvidado decir que me asustó un poco el título " regreso a la normalidad" porque pensaba que iba a leer un suceso post-pandemia. Me ha sorprendido gratamente el juego de tu engaño.
ResponderEliminarBueno, Carmen, si fueras pitufa no creo que le encontraras tan fácilmente el humor a este relato, jaja.
ResponderEliminarY así estoy yo también, Rosa, colgada en la ventana del blog viendo las cosas tan chulas que pasan por él