Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!

martes, 30 de agosto de 2022

14. Buceando. Valentina Velázquez

En este momento me dispongo a coger el tren, no sé todavía el destino, el rumbo sí, me voy al Norte, huyo del calor agobiante que me asfixia, de la rutina que me tiene amarrada al ordenador; pensaréis que soy afortunada por teletrabajar y yo también lo pienso, a veces. Así que, como no coincido con ninguno de mis amigos, he decidido irme sola, a la aventura. 


Me siento al lado de la ventana y enfrente de mí se presenta Akram, un hombre árabe de Chauen, Marruecos. Yo me quedo fascinada y hablamos de su país, del mío y de nuestro próximo destino, que yo elegiré según me vaya acercando; él ríe, sorprendido, porque él lo tiene claro, quiere explorar Asturias, concretamente los alrededores de los Picos de Europa, está buscando un sitio donde establecerse como carpintero, principalmente, yo le digo que le envidio, ¡ojalá pudiera hacer lo mismo! Akram ha tomado muchas decisiones difíciles, sobre todo dejar atrás a sus seres queridos para seguir avanzando, dice; yo le miro hipnotizada por su claridad y su valor, no es mayor pero es un sabio filósofo de la vida; siento que, a diferencia de él, yo sólo sé bucear en mi insatisfacción.


Esta experiencia hizo que siguiera repitiendo aventuras en solitario y por otros países, hasta dedicarme completamente a ello y ser con lo que me gano la vida; aquellas charlas y rutas por la silenciosa y divina naturaleza, hizo que encontrara mi propio silencio interior con el que dialogar, una incursión que no tiene fin. 

13. Ese mar de agosto. Santa

La añoranza del amigo,

 inunda de agua salada el cuerpo,

y en un acto de supervivencia pura;

consigo vaciar todo ese mar en un poema.

Unas palabras.

Un salvavidas que nos rescata;

a una isla de versos.

 

 

“Aunque fuera haya ruido

 de máquinas que taladran

la piel,

 como el asfalto de una calle,

y rompen los sueños más hermosos

 de una madrugada solitaria;

yo sigo pensando en ti.

 

Ningún hacha afilada

 por el tiempo gris,

en este verano seco y humeante,

podrá cortar los hilos

 de las nubes de azúcar,

donde viajamos a escondidas,

 hilos,

que nos unen a tiempos pasados.

 

No hay suficiente tinta roja

 en este miércoles de agosto,

para tantas palabras

que quisiera escribir.

Y luego,

 leer lentamente,

 muy cerca de tu mirada cansada.

 

Palabras. Brillos de Luces;

 pequeñas estrellas,

las mismas que refleja el río,

las mismas que flotan en la piel del mar, 

mecidas entre las olas...

 

Eso es el instante que somos.

 

Destellos de miradas

 unidos en la distancia,

que se ven,

 en el azul de algunos días.” 

miércoles, 24 de agosto de 2022

12. Astronáufrago. Rosa Molina

De mi padre heredé dos casas idénticas: una en una diminuta aldea de Soria y la otra en un pequeño planeta situado en el confín de la galaxia. La de Soria la construyó cuando era joven y la cerró cuando le seleccionaron para trabajar en la NASA; la otra, la construyó durante los años que sobrevivió como astronáufrago en el planeta XIS787, un planeta tan habitable como la Tierra y tan deshabitado como la provincia de Soria y en el que logró aterrizar de milagro después de muchos meses de errática deriva espacial. 

A las dos cuido por igual y, desde mi casa de Madrid, alterno mis viajes para comprobar que todo está en orden y disfrutar de la tranquilidad más absoluta.

El otro día recibí un SMS de un número extraño. Parece ser que debo un montón de recibos e impuestos y dicen que me entregarán una citación judicial. Como no sé a qué casa afecta, porque ayuntamiento no hay en ninguna de las dos, estaré atento para ver quién me la trae, si Luke Skaywalker o Paco, el cartero de la comarca soriana.

martes, 23 de agosto de 2022

11. Viajar detrás de un par de gemelos. Carmen Cardeña

 No podía perderlos de vista y ese año tocó montaña. Los Dolomitas.

Los gemelos se pasaron doce días juntos, inseparables y yo detrás de ellos. Si uno subía, el otro también. A veces me daba por pensar qué sucedería si Tim subiera y Tom bajara. Sí, Tim y Tom parecen nombres tontos, pero me gusta nombrar a los gemelos con una sola sílaba y con, al menos, una letra sonora. En ocasiones compongo piezas marciales al paso de la comitiva senderista. " Tim- Tom-Tim-Tom..."

Cuando los veía en el apogeo de las cuestas me parecía que Tim estaba más delgado que Tom y que los pelos de Tim era más oscuritos que los de Tom que tenían tonalidades cobrizas según les diera el sol. Sin embargo, se ensuciaban de la misma manera. La tierra del camino les salpicaba con la misma intensidad y el sudor les dejaba los mismos regueros serpenteantes.

Llevo más de 10 años yendo detrás de un par de gemelos. (¿Qué “par “y “gemelos” es redundante? ¿Seguro? Puede, pero continuemos que pierdo el hilo)

A la vuelta de Los Dolomitas la empresa me dio una buena noticia:

 - Sara, estamos contentos contigo. Al año que viene se acabó lo de ser "guía escoba". En adelante serás La Guía Titular (síiii, las tres palabras con mayúsculas porque quiero darles su importancia. Estaos atentos, pero sin tanta gramática presente en vuestras cabecitas de lectores implacables jugando al despiste del meollo) (Vale, vaaale…un paréntesis demasiado largo, me temo). Bien, prosigamos. Decía que los de la junta de dirección me ascendían y entonces yo les dije:

 -Han sido muchos años esperando esta oportunidad. Gracias.  Solo espero no echar de menos viajar detrás de un par de gemelos (esto no lo dije, solo lo pensé).



10. El viaje de Remedios. Julián Rumbero

Nunca es tarde si la dicha es buena, exclamó Gabi, y Remedios, creyendo que su nieto se refería a una canción de Reincidentes, se puso a tararearla con una voz algo mohína, denunciando su magra pensión y la falta de solidaridad actual. Agitaba su cabecita de tal modo que contagiaba a su cuerpo de jilguero. Gabi temía que fuera a descoyuntarse, aunque le aliviaba aquella jovialidad nonagenaria. Eso merecía un premio, que a esas alturas de su vida sería más bien el cumplimiento de una promesa hecha de niño. Viajarían en globo.

No puede ser un globo cualquiera, había dicho Gabi. Será amarillo con un vientre azul festoneado de ondas blancas y trazos de uves abiertas sobre ellas. Remedios sabía por qué. Si el globo se acercara demasiado al Sol, este podría considerarlo uno de sus primos y bajaría el termostato para no quemarlos. Si llegaban a posarse en el mar, este los aceptaría como un latido de sí mismo y las gaviotas saludarían su presencia sobre su sonrisa de espuma.

¡En dos semanas viajamos abuela! Remedios sonrió, pero le preocupaba una tos molesta que le atenazaba también la esperanza. Al menos déjame subir a ese globo, le dijo a su soledad esa noche. Y allí arriba, veré qué cielo me gusta más. Si el que dejo aquí o ese que nadie conoce.


lunes, 22 de agosto de 2022

09. Pensamientos para un viaje. Alicia del Caz López

La vida es un viaje; hay que reconocer que, como metáfora, no está mal. Y los viajes están para disfrutarlos… ¡Vaya! Se me cayó otra al suelo, ¿dónde está? Son tan pequeñas…

Tengo que reconocer que hubo un tiempo en el que lo disfruté como nadie, vaya que sí… La típica escena de película siempre fue abrir un bote y a la boca; a la hora de la verdad hay que ir una a una, otra caja y termino…

Pero hace ya mucho tiempo de eso, tanto que apenas recuerdo la ilusión de programar el recorrido, ni el vértigo ante los destinos desconocidos, mi piel ya no es capaz de sentir el frescor de la hierba al tumbarme exhausta, ni el electrificado roce del amor… Hay que triturarlo y disolverlo, así no hay quien lo tome…

Olvidé la risa y la sorpresa, ahora todo es negro, gris oscuro si entra, por casualidad, algo de luz… Me voy al sofá, no me quiero golpear….

Ya no soy capaz de disfrutar del viaje… Un trago más, el último…

La muerte también es un viaje, otra metáfora… Un viaje muy, muy relajante…

viernes, 19 de agosto de 2022

08. El viaje más importante. Gema Herráez

Isabel ha sentido de repente el impulso de mirar los álbumes de fotos acumulados año tras año, hasta la aparición del móvil, claro, ya que, desde entonces, nunca ha conseguido tenerlas ordenadas como cuando, en lo que parece el pleistoceno, se revelaban en papel. Hoy en día se guardan en nubes, que como concepto es muy bonito pero ¿realmente donde están? A Isabel se le escapa todo lo relacionado con lo virtual.

Quizás porque es verano escoge las que pertenecen a las vacaciones. Se observa en ellas junto a su marido, junto a sus hijos y sus nietos y los recuerdos se agolpan y recrea cómo era la vida en aquellos momentos. Era feliz, por supuesto, pero era una felicidad en alquiler. Era feliz si sus hijos lo eran, si les iba bien, si estaban sanos. Después, cuando nacieron sus nietos, igual. La verdad es que se sentía afortunada porque nunca hubo grandes problemas y todo fue normal y hasta satisfactorio. Pero, ¿que le hacía feliz a ella?  Todas esas vacaciones las organizaban, al principio su marido y después también sus hijos. Ella simplemente se dejó llevar.

Abstraída por sus pensamientos mira la planta de plástico que hay sobre la encimera de la cocina y, por un momento, se siente también un poco ornamental, un poco artificial.

Ahora que su marido ya no está y que sus hijos y nietos hacen sus propios viajes, ha tomado una decisión. Va a hacer un viaje ya demasiado tiempo postergado. Será el viaje más importante. Un viaje interior. Y cuando lo realice podrá salir al mundo cómo ella misma.

Vuelve a mirar la planta. Juraría qué le están saliendo brotes nuevos.


07. Colonización. Rosa Molina

Un día llegaron con sus naves espaciales. Analizaron el aire, el agua, el suelo y el subsuelo, a todos los animales e insectos, y a nosotros. A todos. Posicionaron balizas allá donde iban, como hicieron nuestros antiguos exploradores con las banderas de sus países y, en aras de su ciencia, religión y economía, se repartieron la Tierra. Cada continente pasó a pertenecer a una civilización galáctica distinta e instauraron sistemas de explotación de recursos basados en nuestro trabajo. Es decir, nos esclavizaron. Trabajábamos de sol a sol, sin alimentos ni descanso y cuando les suplicábamos piedad o derechos, nos miraban perplejos: nuestra raza no estaba cualificada para gobernase a sí misma, éramos primitivos, salvajes, ellos nos civilizarían, nos protegerían, estaríamos al amparo de sus leyes, de sus dioses. Teníamos la enorme suerte de haber sido descubiertos por ellos.    

Entonces llegó otra nave de otra galaxia. La diplomacia inicial enseguida fue inútil y se enzarzaron en una lucha por el dominio de la Tierra de una forma tan cruel que se aniquilaron.

Nosotros nos escondimos en cuevas y en ellas permaneceremos hasta que el aire vuelva a ser respirable. Volvemos a ser neardentales, pero con cerillas y nevera.

jueves, 18 de agosto de 2022

06. Un viaje que nunca sería noticia. Gema Herráez

Este verano sería diferente. Ningún viaje programado. Las últimas fotos de Kiev no se las había comprado ninguna agencia porque la guerra de Ucrania ya no era relevante. La actualidad lo fagocita todo. Los incendios son los protagonistas y Sonia no está por la labor. ¡Maldita sea! Y ahora, ¿qué podría hacer?

Llevaba tiempo pensando en revisar y seleccionar fotos para esa exposición que le habían propuesto en su pueblo natal.

De vez en cuando salían reportajes suyos en algún telediario, así que creían que tenían a una celebrity. "¡Qué ingenuos!", pensaba Sonia, "si supieran lo precario de mi profesión". Freelance desde hacía ya 20 años, compitiendo con otros por vender las mejores fotos.

En fin, de todas formas iba a intentar ordenar un poco su material fotográfico. Tantos viajes, tantos países, tantas personas a las que, quizás, tan sólo había mirado a través del objetivo de su cámara, buscando el mejor encuadre, la mejor luz. Después seleccionando las fotos más vendibles. Ahora era como si los viese por primera vez, deteniéndose en los detalles de los rostros y en las escenas. Todo el horror, toda la belleza, la barbarie. Mirándolas hizo de nuevo esos viajes situando cada imagen en su contexto y recordó y lloró y rio.

Esta vez no le hizo falta un gran angular. Miró con los ojos de su interior.

 

domingo, 14 de agosto de 2022

05. San Fermines 2022. Epífisis

Después de ver por televisión 30 años los Sanfermines por fin decidí correr los encierros.

Si me colocaba detrás de los policías locales a la salida de La Manada de los Corrales mi vida no correría peligro. Al principio del recorrido, los toros iban cuesta arriba por el lado derecho y yo me iba a situar en el contrario.

La estrategia me parecía maravillosa, así que desayuné copiosamente, con una botella de un rosado Navarro riquísimo.

Con mi pantalón blanco impoluto y mi pañuelo rojo al cuello me dirigí a rezar al Santo.

                                    “A San Fermín pedimos,
                                     por ser nuestro patrón,
                                    nos guíe en el encierro
                                   dándonos su bendición”
.

Se oyó el cohete, se abrió el portón y casi de inmediato, salieron los mansos seguidos de unos toros monstruosos.

En un segundo desaparecieron todos los policías y los mozos que estaban delante de mí, me quedé paralizado, estaba yo solo y el primero de La manada me miró a los ojos y se dirigió lentamente al resto para atacar en grupo.

Me pegué todo lo que pude a la pared, pero la barriga sobresalía mucho, aguanté la respiración y la manada pasó. Algo viscoso me mantenía pegado a la pared, no quería ni moverme, pero el pantalón blanco me iba delatar.



viernes, 12 de agosto de 2022

04. Los viajes de primavera. Julián Rumbero

Se llamaba al hogar “Casa de Colores” porque Primavera transformó la soledad de un muro feote en una pared encalada. Allí, todavía sostiene las macetas de claveles, geranios y gitanillas.  Al ladito, en la sombra fresca de una higuera, dormitaba Patio, un mastín ya sin ovejas que guardar, cuando Leo trepó a su lomo, arreándolo.  El can lo volcó en el abrevadero donde se solazaban algunos sapos. Con el orgullo magullado por las ortigas, su abuela lo consoló con un cielo jaspeado de nubes, que los llevarían sobre la torre Eiffel o el coliseo romano. Si olían flores reptaban como lagartijas, y aseguraban haber llegado a las lavandas de Brihuega o al pie de los muros de la vieja Carcasona. Viajaron así mucho, sin salir de casa y con la inestimable ayuda de la biblioteca. Son los viajes de papel, le decía la mujer al niño.

En sus últimos días, la abuela rezaba la aparición de mirlos acuáticos, convencida de que así regresaría el agua pura. Murió recogida sobre la higuera, viéndola en las vísperas como la abrazaba con ternura. Pido perdón, había dicho.

Ese día, Leopoldo estiró su nombre y viajó hasta las cinco zonas azules, la calzada de los gigantes irlandeses, o las islas de Eolia, Babilaria o Shila, infestada de cocodrilos. Y le aguarda el País de los Miles de Sueños adonde sólo puede llegarse si se recita de memoria el poema de Lafontaine, La zorra y el cuervo.

Leopoldo viaja mucho, lee con voracidad y una libélula le asombra en cada aniversario de la muda de la abuela Primavera.