Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!

viernes, 29 de noviembre de 2019

06. Agradecimientos. Valentina Velázquez

Quisiera pedir perdón a mi familia y amigos por los momentos de ausencia, también de malhumor, pues me sentía perdida en eternos conflictos, y así, sin lastre, poder agradecerle a la vida toda la buena gente que me ha acompañado en el camino, difícil y doloroso, unas veces, pero otras, feliz y divertido.
Querida Rosa, todos los meses nos alientas a compartir nuestros pensamientos a través de este espacio. Quiero reivindicar contigo el poder de la palabra. Gracias.
Querida Almudena, tu vitalidad llena parte de mi no tan vital vida. Gracias, maestra de corazones.
Querido Antonio, por tu generosidad con todos los enfermos, tu ingenio y carácter. Gracias.
Querido Ramón, he aprendido y disfrutado mucho de tu saber, de tus lecciones. Gracias, maestro.
Belén, Rafa, Susana, Masako, Pilar, María Jesús…; a los maestros de yoga anteriores y al actual, Martín; también a los enfermos que al aterrizar con esta enfermedad tanto me ayudaron, bien lo sabe Ampelio. Hoy, sobre todo, quiero agradecer al voluntariado de adEla, su gran labor, su humanidad, porque sin vuestra compañía este mundo habría sido un poco más insípido y descolorido, y, como decía mi amiga Vicky, “nos necesitamos todos como el agua de beber”, para al final descubrir que merece la pena el tránsito por este planeta.

jueves, 28 de noviembre de 2019

05. La pareja perfecta. Alicia del Caz López



“He tomado una decisión. Estos cuatro días en Valencia sólo han sido una excusa: no hubo reunión, no hubo trabajo. Es la primera vez que te miento, pero necesitaba estar a solas y lo último que hubiera podido hacer era darte explicaciones.
He intentado descubrir lo que quiero, o lo que no quiero: Y no quiero seguir contigo, no quiero continuar compartiendo monosílabos. Se que dirás que no lo entiendes, que no nos pasa nada, y es cierto, no nos pasa nada: no hay discusiones, ni celos, ni infidelidades; la logística de la casa está tan organizada que ni en eso discrepamos. Somos la pareja perfecta, no nos pasa nada, y ahí está el problema, que ya no nos pasa nada si no hablamos, si no nos ilusionamos; no nos pasa nada si no nos reímos, si no nos tocamos… Y eso es lo que yo quiero, que me pasen cosas, pero ya no quiero que me pasen contigo”.
Todo esto pensaba de camino a casa mientras conducía. Venía ensayándolo, quizás por eso la mediana se interpuso en mi camino. Dos vueltas de campana y ahora te imagino a ti, abriendo la urna entristecido y al viento esparciendo mis cenizas, llevándome lejos de ti, más lejos todavía.

miércoles, 27 de noviembre de 2019

04. Luces de otoño. Santa




Después de observar la luz, fotografió la imagen que llevaba tiempo buscando en su cabeza; el otoño.
Siguió los consejos de su padre. 
- Antes de nada, siente lo que vayas a fotografiar. El objetivo de la cámara será tu ojo, aprende a ver lo que no se ve.
Caminó hasta que el otoño se le quedó pegado a las suelas.
Cada color de las hojas era un recuerdo. Algunos tan dulces que casi los podía saborear; como una nube rosa... Otros se clavaban y cortaban su piel tan profundo; que dejaban al descubierto los huesos ya cicatrizados.
-El precio de vivir al día. – Decía su padre.
Hierba con el brillo del rocío, un poco de tierra vacía; encima unas hojas de arce rojas, unas de plátano blancas, amarillas de haya, ramitas secas y trocitos de cascabullos de encina. Sonrió al ver la foto.
Los ojos del primer amor. Las cenizas junto al árbol que plantaron. Su infancia: unas manos que lo sujetaban de caer, otras que le dormían con caricias. Su piel dentro de otra piel. Amores imposibles y las habitaciones de los hijos vacías.
En casa; volverá a leer la carta y a ver fotografías de su padre.

domingo, 24 de noviembre de 2019

03. En el fondo del bolso. Belén Molina

Hace meses o quizás años, pensé en escribirte una carta contándote mi alma. No la llegaste a conocer porque siempre que se asomaba, tú hacías una pirueta y desaparecías.
En ella te hablaría de colores que se estrellan contra la grisura para alegrar la rutina, de la armonía que puede no ser devorada por la cacofonía del ambiente. Deseaba que olieras las esencias escondidas de la vida.
La escribí y la he encontrado en el fondo de un bolso, arrugada, mustia, tan gastada que casi es ilegible y hoy no estás, quizás porque nunca recibiste esta carta. 

viernes, 15 de noviembre de 2019

02. Una carta tardía. Antonio Nieto

Lo recuerdo como si fuera ayer. Había pasado un verano en Inglaterra, tenía 21 años y me enamoré de una chica tan locamente como correspondía a mi edad. Al principio no pretendía que fuera más que ese amor de verano que entiendes no tiene recorrido, pero que tampoco deseas que  se acabe. 

Embarqué para ganarme la vida y ahorrar, prometiéndola regresaría tan pronto fuera posible: promesas de gente joven que dictaminan los sentimientos del momento sin dejar entrar a la realidad.  La llamaba desde cada puerto intentando que la llama del amor no se apagase. Al principio, todo parecía que lo conseguiríamos, pero pocos meses más tarde, recibí una carta donde me anunciaba que esperar era una pérdida en nuestras vidas. Intenté llamarla, pero fue inútil. Reaccioné como un inmaduro y escribí una carta llena de reproches que, afortunadamente, no envié. Hoy cuando ha pasado más de medio siglo, hubiera escrito otra muy diferente, simplemente dándole la gracias por haberme dado la oportunidad de haber conocido el amor.

viernes, 8 de noviembre de 2019

01. Plantar una carta. Rosa Molina



Siempre que veo flores recolecto sus semillas o las recojo del suelo si el viento las tira. Las guardo en saquitos de tela y las planto en invierno para que despierten en primavera. Sembrar flores es parecido a escribir una carta: sabes lo que quieres decir, pero no sabes cómo, así que plantas un sentimiento, esperas a que el tiempo y las palabras giren a su alrededor, y un buen día brota una emoción que te arranca una lágrima o una sonrisa. Una novela es un árbol longevo que se debe educar, enderezar y proteger desde pequeño. Mamá y yo cultivábamos sus flores hablando de todas estas cosas, por eso decía que su jardín era un libro de olorosas palabras.

Los saquitos ya están llenos, es hora de ir a visitar a mamá. Elijo la hora más discreta del día, escarbo el pequeño rectángulo haciendo finos surcos en la tierra y las entierro separándolas en filas. Luego las riego despacito. Me limpio el sudor con la palma de la mano e imagino, orgullosa, lo bonita que lucirá su tumba esta primavera.