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viernes, 8 de noviembre de 2019

01. Plantar una carta. Rosa Molina



Siempre que veo flores recolecto sus semillas o las recojo del suelo si el viento las tira. Las guardo en saquitos de tela y las planto en invierno para que despierten en primavera. Sembrar flores es parecido a escribir una carta: sabes lo que quieres decir, pero no sabes cómo, así que plantas un sentimiento, esperas a que el tiempo y las palabras giren a su alrededor, y un buen día brota una emoción que te arranca una lágrima o una sonrisa. Una novela es un árbol longevo que se debe educar, enderezar y proteger desde pequeño. Mamá y yo cultivábamos sus flores hablando de todas estas cosas, por eso decía que su jardín era un libro de olorosas palabras.

Los saquitos ya están llenos, es hora de ir a visitar a mamá. Elijo la hora más discreta del día, escarbo el pequeño rectángulo haciendo finos surcos en la tierra y las entierro separándolas en filas. Luego las riego despacito. Me limpio el sudor con la palma de la mano e imagino, orgullosa, lo bonita que lucirá su tumba esta primavera.

5 comentarios:

  1. Que deliciosamente bonito, Rosa. Tu relato tiene un perfume delicado y emotivo. Y dice tantas cosas en tan poco espacio. Gracias y abrazos.

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  2. Aunque ya lo dijo Valentina permitirme que lo repita. Delicioso.

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  3. Muy bonito, Rosa. Seguro que saldrán flores preciosas, no puede ser de otra manera

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  4. Tu relato está lleno de semillas de rosas multicolores y fragacias inspiradoras...

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  5. Tu relato es una auténtica belleza perfumada. Es un placer leerte, amiga.

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