Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!

domingo, 26 de abril de 2015

08. Al final del arco iris. Mariluz Blanco Nieto.

De repente empezó a oscurecer,  las nubes,  que habían empezado a hacer acto de presencia a primera hora de la mañana, comenzaron a cambiar su color: de blanco algodón a gris antracita, mostrándose  oscuras y amenazantes. 

Mi perro, a mi lado, plantados ambos en el ventanal de la terraza, comenzó a temblar. Los relámpagos cruzaban el cielo y los truenos retumbaban de tal manera que daban miedo, Seve desapareció de repente, probablemente fue a esconderse en algún sitio que él considerará seguro. La lluvia hizo acto de presencia, cada vez caía con más intensidad, el agua descendía a torrentes calle abajo, no se veía a nadie. 

Al cabo de un rato, no sé cuánto tiempo, estaba absorta en mis pensamientos, pero, la luz empezó a aparecer, las nubes iban desapareciendo ¡aclaraba! ¡el sol empezaba a brillar! Esbocé una sonrisa, noté a Seve en contacto con mi pierna. Yo estaba ahí, no me había movido, la tromba pasó, y pensé como las tormentas de la vida, lo mejor hacerles frente y le dije a mi perro “en los momentos malos no hay que huir, hay que tener confianza en que pronto pasarán y de nuevo brillará el sol”  ¡como ahora!

sábado, 25 de abril de 2015

07. La lluvia en ti. Victoria Gómez Berroya

Lluvia suave que envuelve tu cabello como el velo de una novia que nerviosa va al altar. 

Lluvia de abril que empapa la seca tierra agrietada haciendo brotar las semillas al alba. 

Lluvia de verano que impetuosamente rasga el cielo con sus relámpagos y martillea el alma con sus truenos. 

Lluvia tamizada entre nubes que deja pasar los rayos de sol y dibuja un arco iris que se refleja en ti. 

Agua que rompe el parto empujando una nueva vida. 

Agua que en los adoquines crea espejos partidos por el paso de tus femeninos tacones. 

Agua dulce que confunde el horizonte con el mar. 

Agua que es lluvia, lluvia que es agua y que se transforma  en las lágrimas de todas las miradas. 

viernes, 24 de abril de 2015

06. Se fue con la lluvia. Belén Molina

Un día tras otro sacaba temas de conversación más bien anodinos. Esas conversaciones que no interesan pero entretienen y sus clientes lo agradecían manteniendo la cabeza hacia atrás, mientras ella les lavaba el pelo. 
Sus dedos bailaban bajo el chorro de agua al compás de sus palabras, antes de lanzarse a frotar a fondo. Deseaba cambiar el escenario de esa danza de manos y sería todo su cuerpo el que bailaría con el agua. 
Hoy llueve torrencialmente, corre por la calle pero  se para en la puerta de la peluquería a mirar la fotografía de un velero que navega con la corriente que anega la acera. La rescata, la seca y la guarda con cuidado. Entra sumergida en una mirada de agua, y sin una palabra que decir.  El silencio la inunda, sus dedos se detienen en el interior de alguna melena. Cierra el grifo,  enseña la foto todavía húmeda, se quita  el delantal y se embarca para siempre en esa imagen que trajo la lluvia. 

05. Aguas mil. Almudena Verdejo (96 años)

Llevaba más de una hora lloviendo a mares. Los niños estaban metidos en casa y ya se empezaban a poner intranquilos de verse encerrados sin hacer sus correrías. Menos mal que, a uno de ellos, se le ocurrió hacer un barco de papel y le puso a navegar desde el escalón de la entrada. La corriente le trasladó rápido. Todos se animaron y se pusieron a construir pequeños barcos hasta que se formó una mini-flota. Les pusieron banderas pintadas  de colorines e hicieron regatas.
Lo curioso fue que las naves se fueron llenando de hormigas: la más fuerte hacía de capitán y oficiales. ¡Qué bien formadas, con qué rapidez se movían!...!Uf!. De repente algo raro pasa: las hormigas se van transformando en diminutos hombres, e incluso entiendo lo que hablan y cantan.
¡Qué calorazo siento en la cara! Ha salido el sol y cesó la lluvia; me había quedado dormida, arrullada por el repiquete de las gotas del agua en los cristales.

Miré el reloj.¡Caramba! cuánto ha durado la lluvia y pienso en mi abuela. “Abril aguas mil”. Tenía refranes para todas las ocasiones. Escucho a  mis nietos reir y hablar .La voz de Josete, ¡Abuela, abuelaaa”, abucheaba. ¡Sal fuera y mira qué extraño! ¡Por la bajada del jardín, entre las plantas hay barcos de papel con banderas.

jueves, 23 de abril de 2015

04. La espera. Valentina Velázquez

Como todos los años, el dos de abril, Natalia se dirige a la estación. Se sienta en un banco, siempre en el mismo; tenaz, rebusca en su memoria la inocencia del deseo del primer día. Ya nada es igual. Sus ojos persiguen una ilusión: la figura de un señor, de porte elegante, parecido a un actor de cine, que su madre le describiera cada vez que preguntaba por su padre. Estaba segura que en cuanto se vieran se reconocerían y la abrazaría para nunca separarse. Pero ese milagro todavía no se había producido.
De pronto se desató una furiosa tormenta, que rompió la magia de los reencuentros, maltratando a todos cual si fueran títeres movidos por los hilos del aguacero. Con la confusión un hombre la abrazó y al tenerla cerca, apurado, la pidió perdón. No era ella. Pero ese abrazo…

Natalia siguió con la mirada la figura huidiza, a través de la neblina que formaba la catarata de pensamientos, inconsciente del pozo que había escavado su cerebro para dejarlo vacío: su llanto desató el rugido en todo su cuerpo como una llamarada liberadora. Soltó la rabia, la pena, los abrazos no dados, las palabras nunca dichas…

03. Perdido bajo la lluvia. María Ruiz Nieto

La lluvia caía intensa cuando la vi en la acera de enfrente y me acerqué a  ella, diciéndole 
-Ángeles, ¡eres tú! 
Al oir mi voz, se volvió y me preguntó: 
-¿Me conoces? - 
-Sí, claro. – le respondí - Eres Ángeles Domínguez. Hace mucho que no te veía. Bueno, desde que te jubilaste. ¿Qué haces aquí parada bajo esta lluvia de abril que te está calando? 
-Es que no sé dónde estoy ni dónde vivo - me contestó. – Aquí tengo un papel que ponen siempre en el bolsillo cuando salgo de casa. A lo mejor dice algo. 
-A ver, déjamelo – le pedí, mientras la cubría con mi paraguas. 
-Estoy desesperada, - siguió diciendo - pues esto ya me ha pasado otras veces. Me pierdo sin saber por qué y, a veces, me encuentro con desconocidos como tú que saben más de mí que yo misma!  Me dio el papel y cuando lo leí le dije:  
-Ya sé dónde vives. Sigues en el colegio de mis hijas donde has estado muchos años de profesora. Ven conmigo, te acompaño, pues estamos muy cerca.  La cogí del brazo y echamos a andar. De pronto, se paró, miró al cielo y musitó: 
-¡Gracias, Señor, porque otra vez me has escuchado!  

lunes, 20 de abril de 2015

02. Inesperado resbalón. Pilar S. Adrados

Las nubes formaban cúmulos de algodón que en poco tiempo fueron tiñéndose de oscuridad, con amenaza de lluvia.
A las siete me esperaba Juan en Príncipe Pío, era su cumpleaños y no podía decepcionarle. Con el regalo en una mano y en la otra el paraguas salí de casa a toda prisa. Ya las gotas de agua dejaban en el ambiente la suave brisa de una fina llovizna que jugueteaba dentro de mi paraguas, me acariciaba el rostro haciéndome volver la cara una y otra vez, obstaculizando así la visión del asfalto que brillaba más que mis zapatos de charol, el golpe fue mayúsculo cuando estos resbalaron y perdí el equilibrio cayendo desplomada sobre los adoquines.
El chirimiri, en pocos segundos, se había convertido en fuerte aguacero. Cuando más falta me hacía el paraguas, cambió de forma, se rompió y empapado se alejó cuesta abajo, rodando como una peonza.
Los viandantes pasaban corriendo, huyendo del inesperado chaparrón. Empapada hasta los huesos, aterida de frío y con las manos dañadas recogí el maltrecho obsequio y uno de mis zapatos. Hundida y sin ayuda caminé como pude. Medio descalza, chorreando agua de la cabeza a los pies llegué donde me esperaba Juan, allí, en el bar, apurando una cerveza, pegado al cristal de la ventana miraba placidamente llover.

viernes, 17 de abril de 2015

Una invitación muy especial


Os proponemos una actividad muy interesante para este domingo 19 de abril. Seguro que va a ser muy divertida y gratificante. Os esperamos.


jueves, 16 de abril de 2015

01. ¡Menos mal que construí el barco! Antonio Nieto


Llevaba lloviendo a mares desde hacía días. Al principio la previsión de las tormentas me pareció exagerada. El cielo, en ocasiones, era oscuro como un agujero negro, pero daba la impresión que era más el ruido que las nueces. Sin embargo, el “Jefe” nos advirtió que en esta ocasión caería, “pero que bien”. Aún así, lo tomé como una de sus no cumplidas amenazas, como cuando le escuchaba enfadado por algunas de las cosas que hacíamos.
Incluso pensaba que, aquello de construir un gran barco hacía un par de años, era uno más de sus caprichos hasta que observé, en medio de la tormenta, como parejas de animales se embarcaban en la nave y esta comenzó a flotar.
La que se lió después es difícil de imaginar e inexplicable, porque ni siquiera era abril.
Noé.

viernes, 10 de abril de 2015

Vientos ganadores de marzo

Una vez más, os pedimos disculpas por la demora en esta decisión cada vez más complicada, pero es que lo ponéis muy muy difícil, ya que cada vez lo hacéis mejor.

En esta ventosa ocasión, hemos decidido que la brisa sople a favor de:

Ganadora: Valentina Velázquez por Había una vez un pañuelo
Finalistas: Pilar S. Adrados: Tiempo de tormenta y María Ruiz Nieto por El barrido del viento.

Como siempre, os agradecemos vuestras ganas de contar, de escribir y esperamos seguir recibiendo vuestras historias. Ya sabéis que siempre sois bienvenidos.

Os dejamos estos consejos de un filósofo sorprendente:

Diez mandamientos para escribir con estilo 
Friedrich Nietzsche
  1. Lo que importa más es la vida: el estilo debe vivir.
  2. El estilo debe ser apropiado a tu persona, en función de una persona determinada a la que quieres comunicar tu pensamiento.
  3. Antes de tomar la pluma, hay que saber exactamente cómo se expresaría de viva voz lo que se tiene que decir. Escribir debe ser sólo una imitación.
  4. El escritor está lejos de poseer todos los medios del orador. Debe, pues, inspirarse en una forma de discurso muy expresiva. Su reflejo escrito parecerá de todos modos mucho más apagado que su modelo.
  5. La riqueza de la vida se traduce por la riqueza de los gestos. Hay que aprender a considerar todo como un gesto: la longitud y la cesura de las frases, la puntuación, las respiraciones; También la elección de las palabras, y la sucesión de los argumentos.
  6. Cuidado con el período. Sólo tienen derecho a él aquellos que tienen la respiración muy larga hablando. Para la mayor parte, el período es tan sólo una afectación.
  7. El estilo debe mostrar que uno cree en sus pensamientos, no sólo que los piensa, sino que los siente.
  8. Cuanto más abstracta es la verdad que se quiere enseñar, más importante es hacer converger hacia ella todos los sentidos del lector.
  9. El tacto del buen prosista en la elección de sus medios consiste en aproximarse a la poesía hasta rozarla, pero sin franquear jamás el límite que la separa.
  10. No es sensato ni hábil privar al lector de sus refutaciones más fáciles; es muy sensato y muy hábil, por el contrario, dejarle el cuidado de formular él mismo la última palabra de nuestra sabiduría.

Fuente: Bibilioteca digital Ciudad Seva 
http://www.ciudadseva.com/

miércoles, 1 de abril de 2015

Abril, aguas mil

Bienvenidos al mes de abril, aguas mil, como bien dice el refrán. Este mes nos toca llover, diluviar, chispear o cualquier cosa que salga de las nubes a la velocidad y en cantidad que consideréis adecuada. Os toca elegir el paraguas y la profundidad de los charcos, el color del chubasquero y si llueve hacia abajo o a merced de un vendaval. Como siempre, es vuestra elección.

Yo he elegido una lluvia limpiadora. Espero que este microrrelato os anime a escribir y que encienda vuestra imaginación.

Los colores de la vida


Después de una erupción el viento gira alrededor de los árboles. Lo sé porque los vi sacudir su copa como gatos mojados. Luego comenzó un período de oscuridad que casi nos llevó  a la locura. El denso humo se convirtió en techo y la ceniza caía como si la aldea fuera un vulgar cenicero de oficina. Días más tarde empezó a llover, sin parar,  y se lavaron los  árboles, las casas, los montes dejando al descubierto unos colores mortecinos. Una mañana el temible viento del mar abrió un boquete en el cielo y un rayo de sol encendió los cañaverales, la cebada y las flores. Todos corrimos hacia ese redondel luminoso para que nos calentara el corazón y nos diese alegría. Pero, al poco, volvió a cerrarse y los colores se apagaron. Para no sumergirnos en una vida gris y triste de nuevo, decidimos pintar de verano nuestro mundo: los trigales, los dientes del maíz, la arena de la playa. Cuando, al fin, se acabó la oscuridad, nos percatamos de lo obsesionados que estábamos con el sol, porque todo, absolutamente todo, lo pintamos de amarillo: los patos, las cerezas, los cuervos....