Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!

miércoles, 30 de septiembre de 2015

04. La vida es un tesoro. Valentina Velázquez

Era frágil. Pero hubo un tiempo… Así se podrían contar las historias que fue desgranando Rogelio, al calor de la compañía de unos cuantos extraños, que dejaron de serlo entonando varios brindis con un cálido vino de Ávila. 
Al recuerdo de la fragancia de magníficos vinos de su terruño, debió asociar la alquimia de los perfumes de la India y de Egipto y otras hierbas…, que sacó rápidamente del maletín de su andador. A medida que nos interesábamos por él y lográbamos descifrar con dificultad, aunque con empeño, los sucesos de su vida, seguía mostrando tesoros. Tesoros de una vida. La vida que es un tesoro, tan importante para cada uno; tan frágil, quebradiza como las palabras sin sonido, como los sonidos rotos que salen de las tripas para hacerse oír, sentir. Ahí estaba: nuestra atención y la sonrisa de Rogelio como premio. Y como premio también el frasquito de perfume de la India y el poema recitado a Pilar, de la que quedó prendado. 

sábado, 26 de septiembre de 2015

03. El extraño y la envidia. Antonio López de Lerma

Cuando él llegó, el ambiente estaba espeso, un monstruo verde invadía los corazones de los cuatro individuos; sus frases, llenas de razones, pujaban por conseguir la aprobación y el elogio de los otros, aunque en el fondo cada uno pretendía ser aquello que anhelaba de sus compañeros.
Buenas tardes, dijo el extraño; callaron y con curiosidad, salieron de la oscura y banal charla. El extranjero, dando titubeantes pasos, se apoyó en la mesa para suavizar su caída, quedando tendido en el suelo.
Los cuatro contertulios, se apresuraron a auxiliarle, uno se quitó la chaqueta y se la puso de almohada, otro puso su mano sobre el hombro del desconocido que con sus ojos, ya abiertos, agradecía el contacto, el más bajito le dijo “no temas”, produciendo un suspiro de tranquilidad en el yacente, y el cuarto le poso sobre los labios un vaso de vino.
Ya recuperado, y sentados los cinco en la mesa, donde cinco vasos rodeaban una jarra de vino, el recién llegado se dispuso a contar su historia,  y una lluvia de aventuras y relatos ocurridos en tierras lejanas empaparon el ambiente; y el monstruo verde se transformó en azul.

02. Común-unión. Chus Silván

La tradición de mi familia era formarse para llegar a ser un buen vino;  a mí me comió un mirlo glotón. Al principio me asusté muchísimo, sin embargo, enseguida empecé a sentirme muy muy a gusto, vamos como si llevará allí toda mi vida. Volaba con el mirlo, notaba el aire,  si él tenía frío, sentía el frío,  si era feliz, felicidad,  si miedo, también me asustaba,  ¡su alimento me alimentaba! ¡Que placentera comunión! 

sábado, 19 de septiembre de 2015

01. Vino celestial. Antonio Nieto

Mi profesión de enólogo empezó cuando terminé el bachillerato y comencé a reflexionar sobre lo que haría con mi vida. No me gustaban ni las matemáticas, ni el arte, ni ser soldado,  los deportes y mucho menos político corrupto. Nada en mi corta vida me había llamado en exceso la atención. Bueno, sí, cuando fui monaguillo y tramaba probar el vino que  D. Anselmo guardaba celosamente en la Eucaristía. Mis compañeros no se atrevían hacerlo, por aquello de que podría tratarse de  la sangre del Señor. Un día lo degusté, a pesar de las advertencias y consecuencias funestas de mi recordado sacerdote, y  todavía recuerdo aquel  reguero de placer  recorriendo mi garganta.  He hecho decenas de cursillos, paladeado centenas de catas y estoy considerado una eminencia en testar los caldos de tan noble fruto. Sin embargo, todavía no he llegado a reconocer aquel vino de mi niñez. Me he preguntado mil veces de qué clase de uva se trataría: Garnacha, Mencía, Monastrell, Cabernet Sauvinon, Merlot…, hasta que me di cuenta que aquello que tomé por primera vez a escondidas y de forma delictiva, no debería ser de este mundo, sino que era vino celestial. 

jueves, 10 de septiembre de 2015

Premios fresquitos de agosto

Este agosto nos hemos refrescado con el calor del desierto. Parece una locura pero, precisamente por eso, se han creado corrientes fresquitas que nos han aliviado el alma.  Ha habido historias divertidas, otras misteriosas y todas apasionantes. Y de entre todas ellas, la más curiosa y sorprendente, nos ha parecido que se merece el premio de este mes:

GANADOR: Por el desierto calentito de Antonio de Lerma
FINALISTA: Mi niño rosa de Valentina Velázquez

Enhorabuena a los ganadores y gracias por compartir con nosotros vuestros fresquitos desiertos. Ahora toca beber un buen vino para inspirarse adecuadamente.


Animaos a participar. Quien escribe disfruta el doble.

Resultado de imagen de desiertos frios

jueves, 3 de septiembre de 2015

En septiembre: un buena cosecha

Hola a todos y feliz vuelta a la normalidad, el orden y los horarios. Seguro que las vacaciones han enriquecido vuestra vida y han alimentado vuestra imaginación, así que ya es hora de cosechar los frutos de las lecturas, paseos y baños en playas y lagos. Para este mes os proponemos que hagáis vendimia y que produzcáis el mejor vino, uno joven, crianza o reserva, como queráis, pero a vuestro gusto, con matices que lo hagan inconfundible, entrañable y que os evoquen recuerdos y sensaciones para los que tengáis que inventar palabras.

Pero envasadlo con cuidado, no os vaya a suceder, al abrir una botella de vuestro vino, lo que al hombre de este micro de José María Merino:

AGUJERO NEGRO

El hombre pasea por la playa solitaria y encuentra, depositada en la orilla por las olas, una botella de cristal negro, con una señal muy extraña impresa en su tapón. Mientras lo desenrosca, el hombre piensa en sus lecturas de niño: el genio cautivo, los mensajes de náufragos. Abierta, la botella inicia una violentísima inhalación que aspira todo lo que la rodea, el hombre, la playa, las montañas, los pueblos, el mar, los veleros, las islas, el cielo, las nubes, el planeta, el sistema solar, la Vía Láctea, las galaxias. En pocos instantes, el universo entero ha quedado encerrado dentro de la botella. El movimiento ha sido tan brusco que se me ha caído la pluma de la mano y han quedado descolocados todos mis papeles. Recupero la pluma, ordeno los folios, empiezo a escribir otra vez la historia del hombre que pasea por la playa solitaria.

Fuente: Antología del microrrelato español. 
Edición de Irene Andrés-Suárez. 
Cátedra- Letras Hispánicas