Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!

domingo, 30 de junio de 2019

07. Clarividencia. Valentina Velázquez

Un día, un mes y otro y otro, luego un año y dos y muchos más. Pasaba el tiempo y aunque empeoraba, todavía podía andar con bastón, se decía, pero andar no era caminar por senderos de montaña, remontes y otras dificultades añadidas; últimamente en las fotos de sus amigas no aparecía, eso ahondó en su pérdida, su invisibilidad la atormentaba. Un sentimiento de angustia se asentó en su corazón, un corazón como de cueva, con sombras vagas que adormecían su alma, marchitándose. Dónde había quedado su ánimo, la motivación para seguir adelante contra todo pronóstico. Todavía podía estar peor..., ya no tenía fuerzas para sobrellevar otra enfermedad y el destino se la había encargado, limitando más su vida. ¿Cómo seguir luchando a pesar de sí misma? De repente una llamada de unos amigos invitándola a comer fue un regalo inimaginable. Arropada por todo el grupo, por un instante se miró en los rostros de todos los que la acompañaban y pensó que todavía no era tarde para agradecerle a la vida unos años más; todavía tenía en sus manos salir de la pesadilla que le había sumido su mente; todavía le podía sorprender la vida gratamente con momentos que merecen la pena vivirse.

06. Quizás vuelva. Antonio Nieto

Cada vez que Manuel quería decirme algo importante, liaba un cigarrillo de tabaco picado, lo encendía, daba dos caladas seguidas y profundas, y a continuación lo depositaba, con mimo, en una de las ranuras del cenicero de terracota de la cocina. Aquel día, quizás por el ligero temblor de su mano, presentí que su mensaje no solo sería importante, sino amargo. Mientras me recordaba los años que fuimos felices, prendió el cigarrillo y dio las dos caladas de rigor. Al cabo de unos segundos, fue dibujando rasgos incomprensibles con la ceniza sobre el fondo del cenicero. A medida que fue cambiando el discurso hacia un final que tristemente adivinada, los trazos de ceniza aparecían y desaparecían con celeridad; casi al unísono con su excitada respiración. Finalmente, me dijo que había conocido a otra persona y apagó la colilla, dejándola humeante. No le volví a ver, pero el cenicero con la colilla apagada sigue en el mismo lugar que lo dejó.

martes, 25 de junio de 2019

05. Transmedium. Santa

Dejó la goma elástica tiradas después de sufrir con los ejercicios indicados por el fisio. La letra de la canción de John Verity decía: ‘Prefiero quedarme ciega antes que verte partir lejos de mi...’ Siempre buscaba inspiración en la música para escribir. 

Su protagonista iba a ir a una médium para que Dios revelase que la impedía aprobar para enfermera. Además, la había dejado un novio tras cinco años de relación y para colmo de males, su perro había muerto empachado con la salsa de rabo toro… tan perfecto que lo hacía y sus hijas agradecían cuando comían juntas.  

A media luz, sentadas frente a frente, separadas por una mesa camilla de película; Clotilde, de sesenta años y origen cubano, se despatarraba con los brazos caídos y los ojos en blanco esperando contactar con el más allá.

Por qué no apruebo, por qué me ha dejado Raúl y por qué ha muerto Fistro. Dijo Lola entre sollozos.

Clotilde, con un tono grave y pausado; para que se notase que era Dios el que respondía:

Hija mía no apruebas porque aún no ha llegado tu hora. Fistro murió feliz saboreando tu salsa de rabo de toro y Raúl quizá se cansó de oír tus lamentaciones y ver que año tras año no cambiabas.

Quién fuese Dios para entender las cosas que nos pasan… y cogió la goma elástica para seguir recuperando el brazo.

lunes, 24 de junio de 2019

04. Camino. Julián Rumbero

En el Norte vivía un ser solitario aunque sus vecinos más próximos no contaban la yegua que llamaba Luna y cuyos relinchos entendíani Úrsula, una lechuza de pecho blanco y estrellas compañera de las noches cuando espantaba a los ratones de los cuentos que narraba a los robles, tejos, hayas y avellanos. Y había una comadreja de nombre Rita de modo que todos esos nombres probabapara algunos su soledad y lo situaban en las vísperas de la locura.

Cuando conocimos su existencia, no se sabía si una mujer o un hombre como si ese detalle fuera importante, nos conjuramos en alcanzar la majada donde había construido su cabaña. Muy cerca yael cansancio aconsejó relajarse en una laguna de agua cristalina que no aparecía en los mapasDe prontoalguien mostró un cartel olvidado entre helechos y su terrible advertencia"No se bañen y disculpen pero no sabía dónde dejar mi colección de pirañas". Firmaba el ser solitario. Hubiéramos reído de buena gana si no fuera porque Marcos, sentado en la orilla y hundido en las tinieblas del sueño y los pies en el agualos descubrió con sus dedos mondos y lirondos. Era como si el agua le hiciera cosquillas, dijo.

Despierto de la cabezadita del mediodía, palpo, siento mis piernas. Nuestro viaje sigue en pie. Vinimos a ser felices, no debemos despistarnos pero me aseguraré de que no haya pirañasentre los peces que habitan las lagunas de nuestro camino.

martes, 18 de junio de 2019

03. Reinado eterno. Almudena Verdejo

He sido muy feliz apreciando la vida, sacándola el máximo, y deseando  últimamente cumplir los 100 años. Desde que me caí, hace algo más de un mes, he pensado mucho en el hospital y he observado cómo me recuperaba, lo cual me ha producido un pequeño “enfado” con el Señor. Le he pedido que ya no quiero mejorar y tener a toda la familia haciendo mil cuentas y combinaciones para ver quién me acompaña día y noche. ¿Mañana a quién le toca quedarse…?, escucho entre mis hijos.

Ya he vivido y disfrutado mucho, en plenitud de todo: como observar el estallido de alegría de los geranios rojos de la ventana del salón de mi casa: “Están preciosos”. Y yo, como ellos, también me siento rebosante y deseo hacer un último viaje para celebrar mi cumpleaños en el cielo. Que sepáis que soy muy feliz viendo a todos tan unidos, que es lo que importa, y por eso siempre me he sentido y me siento como la Reina de mi familia.

martes, 4 de junio de 2019

02. Un momento de lucidez. Rosa Molina



Nos mandaron construir otro barracón que resultó ser una peluquería. El primero en entrar era el director del campo. Corte de pelo, patillas, afeitado y loción. Al terminar alisaba su uniforme mirándose en el espejo, satisfecho. Luego iba el médico, el jefe de vigilancia y el resto de mandos. Nosotros, pegados a la ventana, devorábamos en silencio su saludable aspecto. Un día agarraron al pobre Vasili de la solapa, ¿el camarada desea afeitarse?, y ordenaron raparle la cabeza y la barba, con sus risas de fondo. Cuando el peluquero acabó, Vasili se miró en el espejo, intentando recordarse, reconocer al otro, acercándose, alejándose, de un lado, de otro, tocando sus exagerados pómulos, las zanjas bajo sus ojos. Nosotros, desde fuera, con una lástima feroz, vigilábamos la calidad de su equilibrio. De repente rompió a reír y salió, triunfal, ¡estos estúpidos alemanes querían hacerme creer que el desgraciado del espejo soy yo!, exclamó y nosotros reímos, aliviados, aspirando ruidosamente su delicioso perfume.

domingo, 2 de junio de 2019

01. Happy Glass. Alicia del Caz López

Huyo. La carrera y el miedo entremezclan sus sudores. No miro atrás para no ver sus ojos de niño taladrándome, mientras me apunta con el fusil.
De repente, mi padre me aparta. Caminamos de la mano, de nuestras manos negras. Intuyo dónde vamos, no es la primera vez. Hace tres días cocimos los últimos puñados de arroz y los hoteles de la costa están llenos de turistas blancos que, gustosos, me entregarán una moneda por dejarme hacer.
Cambia la escena. Me veo arrastrando los pies entre una interminable fila de personas. Ahora soy yo la que da la mano a mi hijo, callada, pensativa, todo se quedó atrásno sé cuánto andaremos, ni cuándo comeremos.
Al girar, tras la curva del camino, aparezco en mi casa. Un hombre enfadado me chilla y me insulta. Me resulta familiar, pero no le reconozco. Me zarandea y me empuja. El miedo me congela. Al agarrarme del cuello caigo en la cuenta, es el padre de mis hijos. Al ritmo que la ira enrojece su cara, la mía se amorata.
Cuando apenas me entra ya aire en la garganta, me incorporo sobresaltada en mi cama de bien-nacida, estoy empapada. Busco mis gafas de moda, marca “HappyGlass”. Al ponérmelas, respiro aliviada:
Sólo era una pesadilla. En el siglo XXI no pasan ya estas cosas.

Junio: fue una pesadilla

Empezamos junio, el mes de los días largos y del aire cargado de polen. Es el mes bisagra entre el trabajo y las vacaciones, ese mes de preparar el verano y terminar con el invierno. Por eso, vamos a librarnos de esos malos recuerdos, sueños, experiencias. Vamos a inventarnos una historia de pesadilla. 

No hace falta que sea una historia de miedo, basta con que sea una experiencia de esas que te dejan claro que NUNCA, JAMÁS, se va a volver a repetir porque ¡qué pesadilla fue!

¡Ánimo, que ya queda poco para las vacaciones! ¡Vamos a estrujarnos y sacudirnos los malos recuerdos, la imaginación envenenada!