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viernes, 19 de abril de 2024

02. La brisa de abril. Julián Rumbero

  Papá siempre les hablaba para despertar su curiosidad. Les dijo que cada uno era un mundo formado originariamente dentro de otro mundo. Y le buscaban las cosquillas en el cuello, al norte, y en el sur de las plantas de los pies. O al este y al oeste, entre las costillas. Mamá también se hacía mar y entre los cuatro puntos cardinales bogaba su proa, siempre sonriente y de mejillas encarnadas.

Cuando al abuelo Juan olvidó nombres o leía al revés las agujas del reloj, papá les dijo que un viento terrible le había dado la vuelta a sus pensamientos dejando un revoltijo en el cerebro. Así que, en los días de ventolera, los niños se apresuraban en cerrar bien las ventanas, para evitarle las corrientes; lo abrigaban porque el frío también es un mal aire y le calaban la boina que unos amigos le regalaron en Toulouse.

Pero con la brisa cálida y suave, los nietos se apresuraban a poner a su abuelo bien de cara, ya que así recolocaría el desorden cerebral y las fechas volverían al calendario debido y los lugares a la geografía adecuada.

Y a veces el abuelo Juan decía correctamente al menos uno de sus nombres y todos los hermanos lo celebraban como si fuera su propio nombre. Era el milagro de abril.


2 comentarios:

  1. ¡Que preciosa historia Julián!. Es puro realismo mágico. Original y tierna. Me ha encantado. Gracias por compartirla.

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  2. Totalmente de acuerdo con Gema, es puro realismo mágico. Gracias por esta aquí, Julián, mes a mes compartiendo tu talento. Gracias.

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