Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!

domingo, 30 de noviembre de 2014

Una sorpresa para terminar el mes

Nuestros amigos italianos nos han comunicado que han traducido a dos queridos colaboradores de este blog para su revista 7lunas: Victoria Gómez y Juan José García. Aquí tenéis el enlace para que disfrutéis de la sonoridad de sus textos en italiano. 
Espero que los disfrutéis como se merecen y que sigan apareciendo más.

05. En blanco. Victoria Gómez

En blanco, como la espuma del mar
En blanco, como una sábana tendida al sol del Mediterráneo
En blanco, como la cumbre en la montaña nevada
En blanco, como un sol cegador en un día de verano

En blanco, en blanco, así se sentía el escritor entre las hojas que le quedaban para acabar su obra.
La inspiración no llegaba, recordaba su pasado, barruntaba su futuro, pero las palabras no salían de su imaginación.
De repente, las letras se agolparon de forma desordenada en su mente, como un caos que todo lo llena, y lentamente estas se movieron ocupando cada una su espacio formando palabras y más tarde frases...

viernes, 28 de noviembre de 2014

04. Beso indeleble. Santa

La función del diecisiete de Julio de 1936 no iba a ser una más de aquel verano. La compañía ‘Manolitrus’ representaba ‘Sueño de una Noche de Verano’ de Shakespeare. Ramón interpretaría a Oberón rey de elfos y duendes. Titania, reina de las hadas, iba a ser encarnada por Marina. Elena, la actriz principal, estaba sin voz.
Se abrió el telón y en el momento en que Oberón besa a Titania tras despertar de su encantamiento; sintió en sus labios una corriente con sabor a miel que recorrió todo su ser.
Marina sintió un beso salado, fuerte, azul; el que da el mar a los que navegan y pescan en él como Ramón.
Fue la última obra en años; la guerra no da tregua para el arte. Ramón fue encarcelado por ser comunista y Marina huyó con sus padres a Francia. No supieron uno del otro; solo quedó en su memoria el sabor único de ese beso.
En la navidad de 2006 en una residencia de ancianos, en el  taller de arte, se montó la obra de teatro ‘Sueño de una Noche de Verano’ con los ancianos que se presentaron voluntarios. 
Cuando Oberón besó a tientas los labios arrugados de Titania, entre las páginas olvidadas de su memoria; volvió a sentir un relámpago atravesando su viejo corazón. Titania, recién llegada a la residencia, navegó por el impetuoso mar azul de un beso; indeleble desde los dieciséis años.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Hemos llegado a Italia

Estamos de enhorabuena. La asociación de enfermos de ELA de Venecia se ha interesado por nuestro blog y ha decidido difundir vuestro talento. Ha seleccionado ocho de vuestros microrrelatos y los ha traducido al italiano para publicarlos en su revista de poesía 7Lune. El primero en aparecer ha sido el Cuento de Navidad, de Fernando Bueno y esto nos hace enormemente felices porque fue el único cuento que Fernando escribió en su vida, dictándoselo a su voluntaria, pues él no podía teclear y a través del cual descubrió que escribir es reinventar los recuerdos y eso, además de sentar muy bien, hace felices a los demás.

Aquí os dejo el cuento de Fernando Bueno, para que no tengáis que buscarlo y el enlace de 7lune para que lo disfrutéis. En cuanto aparezcan otros microrrelatos vuestros, os pondremos el enlace para que os leáis en italiano y os anime a seguir escribiendo y alimentando este blog que, aunque pequeño, es una cantera de imaginación y buen hacer.

05. Cuento de Navidad. Fernando Bueno

En un día frío de invierno, cerca de las fechas de Navidad, en el tronco de un árbol de hallaba una pequeña ardilla que estaba un poco enferma.
Esta pequeña ardilla vivía con su familia, pero aun así se sentía un poco triste porque creía que estaba sola ya que estaba malita.
La madre de esta pequeña ardilla siempre intentaba animarle, pero no veía que mejorara su estado de ánimo, por lo que pensó en hacer una gran cena de Navidad con sus vecinos del bosque.
La madre de la pequeña ardilla, mandó a su hijo a buscar un montón de castañas, nueces, frutos... Mientras ella fue a visitar a todos sus vecinos para hacerle una sorpresa a su hijo.
El día de Navidad, la pequeña ardilla se sentía peor que nunca porque no podía disfrutar de esta celebración con nadie, pero para su sorpresa cuando llegó la noche, empezó a sonar el timbre de la puerta, una y otra vez, y entraba un olor genial de la cocina. Salió de su habitación y se encontró con todos sus vecinos, un gran banquete, montones de regalos y empezó a sentirse feliz.
Al final de la noche, después de haber comido y conversado con todo el mundo, volvió a sentirse algo triste, ya que sentía que volvería a quedarse solo. Pero no fue así, cada día después de ese día de Navidad, alguien venía a visitarle, a hablar con él, a salir a dar una vuelta por el bosque, y nunca más volvió a sentirse triste y solo.
(La Navidad une a las personas y hace ver al resto que todo el mundo necesita compañía y amor)

El microrrelato lo podéis ver en este enlace: 
http://www.rivista7lune.blogspot.it/2014/11/racconto-di-natale-di-fernando-bueno.html

Enhorabuena a todos y gracias por estar ahí. 

domingo, 23 de noviembre de 2014

03. Retazos. Valentina Velázquez

Entre las páginas se escribe una vida, o pedazos de vida, o la vida en retazos… Cada momento es diferente, y poseemos la magia de cambiar nuestro destino en cada instante…, al menos mentalmente. 
Yo buceé entre esas páginas, ya olvidadas, pero que susurraban un segundo de eternidad: “Mi vida es como un sobre al que nunca me atrevo a poner el remite…”,  “Tengo salud… y podría empeñarme en ser feliz…”; también rescaté una hoja suelta, garabateada, con un poema que decía así:

Viejo chopo, 
tronco regio y vasto,
que el tiempo no desgasta
ni marchita su savia.
Muere la hoja y, rotunda,
al siguiente ciclo reverdece
y vuelve a la vida.
Te miro y me maravillo,
nunca he oído el llanto 
permanente de tus dolencias;
sí, quizá, el murmullo al caer 
de la hoja que se desliza 
al desnudar tu rama; ese tintineo
o aleteo despidiéndose del alma,
y, sin embargo, tu tronco viejo 
sigue dando savia. ¡Enhorabuena!,
te conozco, te reconozco, y te amo
por tu sabiduría, vulcano del amor,
sigues forjando la vida.

Seguro que en su momento estaba lleno de significantes…; ahora, con el polvo que el tiempo ha depositado… en mí, no deja de sorprenderme la vida que destila.

martes, 18 de noviembre de 2014

02. Recuerdos. Jesús Pulido

Cuando era más joven guardé libros de texto de literatura: Sánchez Ferlosio, Quevedo, Cervantes, Larra, el Arcipreste de Hita, Sor Juan de la Cruz, Luca de Tena, Espronceda y otros miles más, personas sensibles y fuertes, que no duras. A veces, hojeo sus páginas de forma descuidada, como sin ganas, y ahí está mi secreto, estos textos me llevan a mi infancia-adolescencia y de nuevo huelo el mar, la hierba recién cortada y las primeras lluvias al apelmazar la tierra impaciente allá en mi Galicia de crianza.

Y aquell@s escritor@s realizan, sin saberlo, mi milagro maravilloso. 

jueves, 6 de noviembre de 2014

01. El vigía. Verónica Miranda Miguel

Meses tratando con esa persona que demostraba que sabía todo de todos y no sabía nada de él, me sentía en desventaja, como querer ocultarme cuando todo para él era transparente.
Comencé a indagar, pero era difícil, nadie sabía su procedencia. Tampoco conseguía llegar antes que él al despacho para registrar su mesa, parecía vivir allí. Un día fingí tener mucho lío para que se fuera antes que yo. Le seguí. Su vida parecía anodina. Cenó en un pequeño restaurante de comida casera, con grandes ventanales de cristales empañados por el polvo y la grasa; habló solamente con la camarera para ordenar la comanda y pedir la cuenta. Cogió su abrigo de paño negro y salió a la ciudad oscura. Entró en un edificio de ladrillos rojos, sospechosamente parecido a… ¡el edificio de la oficina! No entendí nada, pero entré tras él. Para llegar a su despacho, había que sortear librerías altísimas de viejos libros abandonados. Dejé que siguiera adelante, algo me llamó la atención: un hueco de polvo removido por haber sacado un libro hacía poco. Concretamente, un ejemplar de “Las uvas de la ira”. 
Entre sus páginas, un hilo del que tirar: una foto de él 30 años más joven, otro joven a su lado, una extraña dedicatoria y una fecha.

Ganador de octubre

Después de visitar y explorar las islas misteriosas que habéis inventado para nosotros, hemos decidido, después de mucho remar, que el microrrelato ganador de octubre sea:

SOSIEGO de Jesús Pulido

Finalista: EL LATIDO DE LA ISLA de Victoria Gómez

Por su hondura, porque invitan a la reflexión, por su sensibilidad y porque, cuanto más los lees, más te inunda la sensación de saberte comprendido y no estar solo. Así que gracias por poner palabras a nuestros sentimientos.

¡Nos vemos en noviembre entre las páginas del blog!

lunes, 3 de noviembre de 2014

Noviembre: entre las páginas

Empezamos noviembre, un mes alfombrado de hojas que, volando, se cuelan por todos lados y tapizan parques, vidas, suelos, salones y páginas de libros. Hay gente que dibuja en las hojas caídas; otros escriben poemas que luego atesoran en sus cuadernos; los hay que las estrujan cuando están secas y las meten en botes de cristal, junto con flores secas, para decorar el ambiente en el que leen, piensan o escriben. 

¿Qué te sugieren las hojas de un libro o las páginas de un árbol? Déjate llevar. Los árboles se abandonan al otoño para que tú te inspires. Así que agarra tu hoja y escribe antes de que el viento se la lleve, vacía, sin nadie. Pero no olvides: más o menos 200 palabras, para que no te pase lo que cuenta MAX AUB en su microrrelato: 

HABLABA Y HABLABA 
Hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba. Y venga hablar. Yo soy una mujer de mi casa. Pero aquella criada gorda no hacía más que hablar, y hablar, y hablar. Estuviera yo donde estuviera, venía y empezaba a hablar. Hablaba de todo y de cualquier cosa, lo mismo le daba. ¿Despedirla por eso? Hubiera tenido que pagarle sus tres meses. Además hubiese sido muy capaz de echarme mal de ojo. Hasta en el baño: que si esto, que si aquello, que si lo de más allá. Le metí la toalla en la boca para que se callara. No murió de eso, sino de no hablar: se le reventaron las palabras por dentro.