Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!

domingo, 31 de octubre de 2021

05. Lágrimas de arce. Julián Rumbero Castro

Los arces se resisten a llorar sus lágrimas ocres y el hombre cree que la hierba se yergue queriendo que caigan al fin, cubriéndola.

Le gustaría que los ojos de ella fueran esas hojas que se resisten a desplomarse. Sus abrazos serían la alfombra que espera la hierba y al estrecharla fingiría que es el árbol y el mismo tapiz rojizo. Cric, cric, cric como le hablaba el bosque del otoño allá en la infancia. 


Pero ella ya ni siquiera sonríe, la enfermedad avanza. Si acaso se le enfrenta una leve ternura cuando su hijo llora y la madre le dice al desconocido, “no llores, los hombres no lloran”.

 

Soy tu niño, le dice él. Pero ni de eso se acuerda hasta que el hombre la acurruca sobre su pecho y la anciana oye el latido y pronuncia su nombre. Los arces, de momento, no llorarán.

 

04. Mucha vida. Alicia del Caz López

He acabado con la enfermedad. Nunca me dieron muchas esperanzas. han sido tres meses realmente difíciles pero, ahora sí, se puede decir que he terminado con ella. Los vómitos han desaparecido, ya no siento escalofríos al atardecer, no me duelen los huesos y el tambor de la cabeza ha dejado de sonar. Me han quitado los cables y las sondas que me torturaban los últimos días  y el miedo…, ¿qué os voy a contar del miedo?, que se agarra fuerte al pecho al notar un nuevo síntoma, que se expande en el cerebro más y más, hasta que no cabe nada más que miedo, más y más, hasta que explota y te revuelves intranquila, y te tienen que sedar. Los ojos, miedosos también, hacen esfuerzos en la noche para no cerrarse, como si respirar dependiera de que ellos se mantuvieran abiertos en la oscuridad. Todo eso ha terminado, hasta el miedo se ha esfumado.

Y ahora lo sé todo, sé que no hay más carne ni más luz, que no hay más cielo que el que sostiene las nubes, no hay premio, ni castigo, ni perdón, solo hay vida, mucha vida en las raíces de los árboles que me acarician, en el agua que arrastra mi polvo, en las hojas con las que el otoño me cubrirá.

martes, 19 de octubre de 2021

03. Nosikae. Antonio López de Lerma

Puede que este sea mi último año; este pensamiento invadía el ánimo de Nosikae, no entendía cómo los humanos no apreciaban su trabajo y cómo con su insaciabilidad boicoteaban su labor y la de sus compañeros de especie.

El trabajo de este gnomo de la familia “bonito instante”,  consistía en decidir cuáles y cuándo las hojas debían de caer del árbol en otoño, se pasaba el tiempo diciendo tú sí, tú espera, tú vete cambiando suavemente de color etc.; la comunicación con las hojas y los árboles era un continuo disfrute, con el fin de crear un bello paisaje lleno de color y contrastes, promover la danza de las hojas al caer y que estas tuvieran la textura perfecta para crear una juguetona sinfonía equilibrada que alegraba la vida de los habitantes del bosque, incluidos los humanos, al ser pisadas o movidas por el viento.

Este último año fue el colmo, la sequía hizo que los árboles no pudieran con tanta hoja, el paisaje amarilleaba, y casi no había recursos para el otoño y cuando llegó, lo hizo de una forma extraña.

Su enfado con las acciones de los humanos cada vez era mayor, los responsables de tanto dolor, él que siempre había querido regalar belleza, hoy se sentía agraviado.

Después de un retiro en su refugio, salió con una energía renovada, dándose cuenta que él no podía cambiar a los humanos y dejò a estos la responsabilidad de salir de su propia necedad, abriendo los ojos y oídos a la belleza; él seguiría haciendo su labor con el disfrute del corazón que genera belleza, sin ánimo de enseñanza y confiando en su buen hacer.

jueves, 14 de octubre de 2021

02. Mi vecino. Gema Herráez Peñas

         Juana pasaba diariamente a su lado y veía su rincón y todas sus tristes pertenencias: su mugrienta manta, cartones, un sinfín de bolsas amontonadas y, también, libros.

         Los árboles atestiguaban el avanzado otoño y Juana se preguntaba cómo iba a poder sobrevivir a la intemperie cuando las temperaturas se volvieran hostiles. La crudeza del invierno ya había pasado cuando se instaló en abril.

         No sabía su nombre. Tampoco se lo había preguntado, aunque muchas veces pensara hablar con él. De repente, dejó de verle y, aunque pasaron varios días, su rincón continuó  intacto.

         Juana trabajaba esa noche en el hospital. Era enfermera y había cambiado el turno con una compañera de otra planta. Se puso a leer las incidencias y los expedientes a su cargo. El primero era un varón de 60 años con enfermedad de crohn que ingresó, deshidratado, hacía seis días. El Samur había facilitado la dirección en la que le recogieron. ¡Que curioso!, era la de su calle, justo el portal de al lado.

          Cuando pasó a la habitación el paciente, sosteniendo la mirada, dijo:

         - Hola Juana, ¿no me reconoces? Fui tu profesor de biología en el instituto y desde marzo soy tu vecino, el del rincón, al lado de la relojería.

miércoles, 13 de octubre de 2021

01. La lista. Carmen Cardeña


1.   Trabajar de ocho a tres.

2.   Comer

3.   Ir a comprar

4.   Gimnasio L-X-V de 19 a 21 h.

5.   Terapeuta martes a las 16h

6.   Hacer la cena y la comida de mañana

7.   Ver la tele o alguna serie

8.   Visitar padres y algo que hacer hijo sábado y domingo

9.   Quedar con Mario o llamar a Mario

A veces, Marta no me tiene en último lugar. En ocasiones, estoy por el centro. Cuando ocupo el tercer puesto voy marcado con hora inamovible.

Si intento cambiarme en la lista por iniciativa propia dando otra opción, ella dice “no puedo, no importa, otro día “y vuelvo al número final de su lista de actividades para la semana próxima.

 La verdad es que ser una actividad en su ajetreada agenda no me importó demasiado al principio con tal de estar con ella en algún momento. Con el tiempo, estar subiendo y bajando de puesto, esperando a que me tocara a mí como en la consulta del médico llegaba a suponerme una verdadera enfermedad.

Ser una actividad en su lista fue fácil de llevar sin amor propio y estando en el otoño de mi vida y con cada vez menos oportunidades. Pero un día una migaja de las que me lanzaban las agujas de su reloj me dio en el ojo malo y pude ver con el ojo bueno que era una mujer muerta, de esas que están ciegas, sordas y sin olfato y que los domingos se rellenan con bolas de papel de árbol hueco donde están escritas sus listas del resto de la semana.

 

lunes, 4 de octubre de 2021

Octubre: Árbol, otoño, enfermedad

 El otoño no es ninguna enfermedad. Es la época en la que los árboles se libran de las hojas viejas para cambiarlas por otras nuevas. Exprimen su energía hasta que cambian de color y el viento las tira al suelo para formar una alfombra que le alimente. Así las raíces crecen, el tronco aumenta, las ramas se multiplican.

Creo que yo voy a hacer lo mismo. A mi edad, debo fortalecerme al máximo. Ya no tengo la fuerza y la salud de la juventud, pero sí la sabiduría de la experiencia, así que ¿por qué no aprender de los que saben? Voy a exprimir la energía de mi cabello hasta que sea totalmente blanco; voy a absorber la salud de mi piel hasta que se arrugue; voy a respirar al viento hasta que mis raíces crezcan, mi ego aumente, mi autoestima se multiplique.

El otoño no es ninguna enfermedad. La antesala de la vejez, tampoco. Es la época en la que debemos librarnos de lo viejo para cambiarlo por cosas nuevas, para ser mejores.

Nos leemos.