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jueves, 14 de octubre de 2021

02. Mi vecino. Gema Herráez Peñas

         Juana pasaba diariamente a su lado y veía su rincón y todas sus tristes pertenencias: su mugrienta manta, cartones, un sinfín de bolsas amontonadas y, también, libros.

         Los árboles atestiguaban el avanzado otoño y Juana se preguntaba cómo iba a poder sobrevivir a la intemperie cuando las temperaturas se volvieran hostiles. La crudeza del invierno ya había pasado cuando se instaló en abril.

         No sabía su nombre. Tampoco se lo había preguntado, aunque muchas veces pensara hablar con él. De repente, dejó de verle y, aunque pasaron varios días, su rincón continuó  intacto.

         Juana trabajaba esa noche en el hospital. Era enfermera y había cambiado el turno con una compañera de otra planta. Se puso a leer las incidencias y los expedientes a su cargo. El primero era un varón de 60 años con enfermedad de crohn que ingresó, deshidratado, hacía seis días. El Samur había facilitado la dirección en la que le recogieron. ¡Que curioso!, era la de su calle, justo el portal de al lado.

          Cuando pasó a la habitación el paciente, sosteniendo la mirada, dijo:

         - Hola Juana, ¿no me reconoces? Fui tu profesor de biología en el instituto y desde marzo soy tu vecino, el del rincón, al lado de la relojería.

7 comentarios:

  1. Hay vecinos que no sabemos que son vecinos, vecinos de hola y adiós, vecinos mendigos a los que no dirigimos ni la mirada ni la palabra. Juana se queda en vecina empática de pensamiento pero no de obra.
    Creo Gema que has sido muy generosa con el personaje de Juana, dándole una segunda oportunidad de la cual el profesor mendigo tal vez no disponga.
    El final me ha encantado por la moraleja que se intuye, pues tod@s llevamos un mendigo encima.También porque queda la incognita abierta acerca del profesor y como llegó a esa situación. Espero nos la desveles en el próximos relato.¿ Qué tal una entrega por capítulos de la historia?. Me he quedado con gana de saber.

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  2. Parece que tu personaje pasó de profesor de biología a profesor de ética

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  3. Es verdad, no nos miramos, no nos vemos, nos negamos a establecer relaciones humanas con quienes también lo son, deshumanizamos a los demás para no hacernos cargo de su dolor, de su necesidad. Me apunto a la idea de Carmen: ¿qué tal una entrega por capítulos? Yo también quiero más. Me encantas, Gema.

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  4. Es tan fina la hoja de papel que nos separa de acabar en un rincón lleno de cartones... Solo con que empiecen a fallar algunas neuronas...
    Buen relato para dar gracias. Bs

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    1. Gracias Santa. La vida de repente da giros inesperados y lo pone todo del revés.

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  5. Increíble relato, que nos ratifica que la vida es una noria,y tan pronto estamos arriba, cómo nos da un revés, y nos coloca,ó mejor dicho nos descoloca.

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    1. Gracias Marga por tu comentario. Efectivamente la línea entre el equilibrio y el caos es muy fina.

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