Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!

sábado, 29 de diciembre de 2018

05. Reflejos. Valentina Velázquez Hontoria

Llegaba tarde. El olor del guiso inundaba la casa y de cada inquilino salían palabras de diversos sabores, aderezados con tenues guiños y finas muecas, que reflejaban añoranzas de lo que fue y también de lo que quisieran que hubiese sido. Se pasan fotos como cromos muy queridos de la infancia. Recuerdos alrededor de la mesa de personas anónimas en el último día del año. Reflejos. Cuando el dolor toca algún tejido blando, evitan mirarse, como si no estuvieran allí. De paso. Hablan de sus negocios o proyectos virtuales, muy ufanos. La dueña de aquel Hotel de carretera, sacó el espectacular capón y por un momento su ego se evaporó ante imágenes del pasado, también él estaba allí, también formando parte de desconocidos, junto a una mesa extraña... A su lado una mujer, que había saludado en la mañana, ausente. Las uvas fueron mágicas: que me atraganto, que no llego, que qué gordas. Risas. Llanto. Brindar y abrazos. ¡Qué bien sientan, casi familiares!

jueves, 20 de diciembre de 2018

¡FELIZ NAVIDAD!

Os deseamos una feliz Navidad y un inmejorable año 2019 y, ya de paso, que el resto de vuestra vida sea acorde con vuestros sueños. Deseamos, de todo corazón, que encontréis todo lo que os hace felices y, lo que es mejor, que lo compartáis con vuestros seres queridos. 

Como regalo de Reyes, os volvemos a proponer un maravilloso reto: editar un libro con todos los microrrelatos publicados en el blog en 2018 y 2019, libro que, como en ocasiones anteriores, podéis regalar a vuestros amigos y lectores más fieles y cuyos beneficios, por supuesto, irán destinados íntegramente a la asociación adEla. 

Dentro de unos días, publicaremos los temas para el año próximo. Así que ve afilando el teclado, ajustando tu imaginación y ¡¡a trabajar!! 

Mientras tanto, sed felices.

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lunes, 17 de diciembre de 2018

04. Trece uvas. Julián Rumbero Castro


¿Los pingüinos celebran la Navidad? Como se vestían con gorros y bufandas y tiraban de trineos en las tarjetas postales que enviaba Álvaro desde Birmingham, la peque supuso que sí. A lo mejor también ponían árbol con sus bolas brillantes, cintas de colores y serpentinas de luces intermitentes. ¿Y qué comen? ¿Qué comen los osos polares en Navidad? Preguntó también qué comían los camellos. Y los renos. Pero el abuelo ya no estaba desde hacía unos años con sus respuestas ocurrentes así que esperó impaciente a las uvas. Confiaba en que, como esos años antes, también ahora, cada lata trajera trece y así, siendo doce la familia, cada persona celebraría las campanadas por el abuelo. Antes, expectantes todos ante el televisor y el reloj con su bajar y subir, la peque se quedó mirando para su uva y volvió a repetir sus preguntas.

sábado, 8 de diciembre de 2018

03. Un pavo sentimental. Antonio Nieto

Recuerdo una  cena de Navidad en particular. Me había enrolado en mi primer barco de carga: apenas tenía 19 años y una vida por descubrir. Era Septiembre y no volveríamos a España en mucho tiempo; por ello, uno de los veteranos propuso comprar un pavo y engordarlo para esa señalada fecha; pues con toda seguridad se preveía que la pasaríamos en la mar.

Al ser el más joven y el recién llegado a bordo, se me encargó la noble misión de velar por nuestra cena de tan especial día.

Cada mañana , antes de empezar mi guardia, le llevaba una buena ración de pienso y algunas sobras de la noche anterior  que engullía  con gran ansiedad. Pipo, que así lo bauticé, se acercaba a uno de los lados de la jaula  que le habíamos fabricado, y frotaba su pico sobre el alambre, justo donde me encontraba: parecía como si quisiera darme las gracias, conocedor de ser el portador de su alimentación. Sus ojos eran expresivos y poco a poco le cogí afecto; tanto que induje al resto de la tripulación a  que le indultáramos y quedara con nosotros para siempre, cosa que casi conseguí, pues se había convertido en nuestra mascota más que en nuestra cena.

 Sin embargo, Carlos, el cocinero, no era de la misma opinión y Pipo despareció la mañana del 24, apareciendo más tarde  asado en la gran mesa del comedor. No pude con aquella visión y decidí no cenar: me era imposible comerme a “mi amigo”. Otros dudaban y discutían. En esto comenzó se levantó un fuerte viento y una ola hizo balancear al barco hasta el punto que Pipo, o lo que quedaba de él, salió disparado de la mesa hasta terminar recorriendo de un lado para otro el suelo del comedor. Finalmente, fueron los peces quienes festejaron La Navidad

02. La Navidad nunca muere. Almudena Verdejo.

Media hora con el papel y el boli y no se cómo empezar. Por estas fechas hay tantos recuerdos de tantas Navidades; ¡aquel belén tan grande!, al que no le faltaba el río plateado con sus patos, sus lavanderas arrodilladas, las luces del castillo y  las casas; todo ello delante de una cartulina  azulada oscura con estrellas que hacían las veces del cielo.

 ¡Rin…rin!; llamaban  a la puerta. ¡Qué alegría, era ver a los niños del barrio con sus zambombas y panderetas cantando  villancicos y solicitando “el aguinaldo” o alguna golosina!

Sin embargo, llevan tres años que no vienen, pero soy optimista y, por si acaso, dejo en la mesa del salón unas monedas y un puñado de caramelos.

Lo que más espero con ilusión es la cena de Navidad con la familia unida; da mucha paz y satisfacción el ver como nuestros niños se van haciendo mayores cada año. Después de la cena vendrán los villancicos para ganar el tradicional aguinaldo, aunque no se si este año me llegará para todos, pues nos están poniendo las cosas cada vez más difíciles.

Bueno, ¡ tristezas para otro día! Estoy deseando tocar la pandereta y raspar con una cucharilla la botella de anís del mono.

 ¡Ande, ande, ande… la marimorena… El niño sonríe.

martes, 4 de diciembre de 2018

01. Cena familiar. Rosa Molina


Miro cómo se retuerce la gata de mi tía. Veo su pelo erizado, su gordinflona barriga de mascota mimada, la lengua asomando entre sus colmillos. Nunca he visto morir a nadie, menos envenenado y me entristece que se hayan olvidado de ella. De repente se queda quieta y, para mi sorpresa, aparecen uno, dos, tres, cuatro y cinco gatitos que ella lame cuidadosamente y acerca para que mamen. Es el primer nacimiento que veo y no se parece en nada al belén del salón, no hay ni mula ni buey, solo yo y mi abuela que, adormecida por la tele, no se entera de nada, ni siquiera de que toda la familia, después de cenar las setas, se ha marchado a toda velocidad alarmada por los dolorosos retortijones de la gata, que había devorado su parte antes de que ellos se sentaran a la mesa. A mí nunca me han gustado las setas. ¡Ya verás qué sorpresa cuando vuelvan del hospital!

Diciembre: Cena en familia

Comienza diciembre, y con él las cenas, las celebraciones, las compras. Este mes nos saltaremos a la torera las dietas, los propósitos y las buenas intenciones y nos dejaremos llevar por las ganas de todo: de comer, de gastar, de beber, de reír. Y todo ello compulsivamente, como si no hubiera un mañana. Ya vendrá enero, el mes que nos mete en la faja apretada, esa que no nos deja respirar: que si el inglés, que si el gimnasio, que si las dietas.... Total, para qué, para darnos cuenta de que año tras año deseamos las mismas cosas y no conseguimos ninguna porque, en el fondo, nos importan muy poco. ¿Que me sobran unos kilos?, pues así no se me caen los pantalones; ¿que qué pereza ir al gimnasio?, pues así no me da un tirón; ¿que si no soy capaz de cantar ni entender a mi cantante favorito?, pues cambio el inglés por el idioma ese que tanto conocemos y que los bebés farfullan a la perfección hasta que aprenden a hablar.

En fin, que siempre hay otro punto de vista más favorable y, sobre todo, más cómodo. Mientras se nos ocurre, vamos a cenar. ¿Quién te apetece que venga?, ¿de dónde?, ¿a comer qué?

No desprecies tu imaginación. Esa no la puedes meter en ninguna faja. Déjate llevar. Y llévanos contigo....