Estamos a punto de tomar una gran decisión que concierne a todos los habitantes del cosmos.
El experimento que comenzó hace unos millones de años desde “ Lunaluz”, nuestro pequeño planeta más allá de los confines del universo, está resultando un fracaso en mundos como el planeta azul.
Las parejas de seres de corta vida y de distintas tonalidades de piel, que enviamos allí con el propósito de repoblarlo, no está dando los resultados esperados: algo tiene ese astro que altera sus organismos; lo llamamos estupidez por la propiedad y el poder, que irremediablemente los lleva a su propia destrucción.
Empezaron mal, cuando uno de los hijos de la primera pareja asesinó a su propio hermano, y eso se ha propagado como un virus nocivo, hasta el punto de aniquilarse en guerras absurdas con creencias de leyenda o por poseer pedazos de territorios. Últimamente, incluso destruyen su propio astro, contaminándolo.
La decisión se tomará en breve con dos alternativas: exterminarlos o dejarlos que se aniquilen entre ellos como entes inconsecuentes.
Presiento que, dentro de muchos ciclos de tiempo, contaremos a nuestros descendientes un cuento que comience: “Había una vez unos seres irrazonables de un planeta azul que…”