Adornaba su
cuerpo con vestidos de gasa para tener una apariencia etérea, cubría su cara de
polvos blancos y rosado carmín y se presentaba ante sus súbditos con una
disimulada sonrisa de ternura.
En la
privacidad de su habitación se despejaba de esta máscara, aunque no se atrevía
a ver su aspecto real, pues solo tenía un espejo mágico que mostraba el alma de
cualquiera que se atreviera a mirarlo.
La ultima vez
que lo miró, el espejo devolvió la imagen de una mujer que había perdido su
juventud con la piel de color ceniza y con deformaciones por todo su cuerpo.
Un día la
reina decidió sacar el espejo mágico al salón donde recibía a gobernantes y
dirigentes, para ver cómo eran en realidad. Algunos no pudieron soportar su
propia imagen y fueron absorbidos por el espejo.
Entonces,
pidió a Blanca Nieves que lo limpiara y ante el asombro de la reina, solo se
reflejaba la muchacha.
Pensó que
había perdido su magia y corrió a mirarse, por un instante la imagen fue aún
más horrorosa que la vez anterior y de pronto desapareció ante su propio
reflejo.
Bonito relato, Cipri. Procuraré no mirarme en ese espejo hoy, que he vuelto de una semana de vacaciones, seguro que me traga, jejeje. Un placer leerte. Gracias por participar.
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