Pandora esperó sentada en el suelo, hasta poder abrir la caja. Le temblaban las manos. En el interior, una rosa seca, una foto y una carta ilegible.
“Te parecerá una locura, pero voy a quedarme en el puente, pase lo que pase. Yo soy el único ingeniero del batallón que sabe reconstruir el puente del río Miljacka.
Recuerdo como apareciste en el puente mas famoso de Sarajevo con tu rostro escondido tras la cámara y tu melena ondeando como una bandera pirata.
Todos nos fijamos en tu sonrisa y en esos ojos negros que no conocían el miedo; fotografiando la locura de esta guerra entre hermanos. Nunca pude imaginar tanto sufrimiento hasta que lo vi plasmado en tus fotos…
En una guardia descubrí un rosal junto al río. Después de la cena te llevé tres rosas con mis manos arañadas, con la ilusión de parar el tiempo y llevarte muy lejos; a un jardín de estrellas fugaces plantadas entre los dos.
Tú sabías que ese instante, era lo único que teníamos…”
Como cada año Pandora abrazó sus recuerdos con una sonrisa y miró al cielo estrellado.
En la foto Abdulah ofrecía sonriendo una flor. Detrás una fecha 14-Feb-1995.