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domingo, 31 de octubre de 2021

05. Lágrimas de arce. Julián Rumbero Castro

Los arces se resisten a llorar sus lágrimas ocres y el hombre cree que la hierba se yergue queriendo que caigan al fin, cubriéndola.

Le gustaría que los ojos de ella fueran esas hojas que se resisten a desplomarse. Sus abrazos serían la alfombra que espera la hierba y al estrecharla fingiría que es el árbol y el mismo tapiz rojizo. Cric, cric, cric como le hablaba el bosque del otoño allá en la infancia. 


Pero ella ya ni siquiera sonríe, la enfermedad avanza. Si acaso se le enfrenta una leve ternura cuando su hijo llora y la madre le dice al desconocido, “no llores, los hombres no lloran”.

 

Soy tu niño, le dice él. Pero ni de eso se acuerda hasta que el hombre la acurruca sobre su pecho y la anciana oye el latido y pronuncia su nombre. Los arces, de momento, no llorarán.

 

2 comentarios:

  1. El dolor que nos produce la madre enferma y sin memoria,nuestra orfandad, incluso antes de la muerte solo se combate con piel, ternura y poesía como en tu relato.

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  2. Los arces no lloran porque no saben leer. Si supieran y leyeran tu relato, escurrirían agua por sus hojas hasta que creciera un bosque de hierba a sus pies. Una maravilla, poética y llena de emoción. Gracias, Julián.

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