El viaje fue muy largo y el barco que nos traía se movía muchísimo. Me trajeron junto otras piedras en una caja enorme. Cuando ya por fin parecía que el viaje había acabado nos separaron y nos dividieron en pequeñas bolsas. A algunas compañeras y a mi nos metieron en una bolsa de lino, suave y de color beige. Yo estaba asustada, pero también tenía curiosidad por saber dónde nos llevaban.
Cuando nos sacaron de esa bolsa creí estar soñando. Era un espacio enorme y lleno de objetos que no había visto nunca. Olía a incienso, eso lo aprendí después, y la música que se escuchaba en este lugar hacía que uno se sintiera tranquilo, en calma. Me colocaran junto a otras piedras en una cesta de mimbre. Poco a poco fui conociendo a mis nuevas compañeras. Cada una con un nombre, de un color, con un poder. Rosas, rojas, negras, azules. Había de todos los colores y cada una de nosotras transmitía cosas extraordinarias a las demás. Juntas nos sentíamos muy fuertes.
De cuando en cuando alguna de nosotras era elegida. La elegida. Pensábamos que ese era nuestro final, pero la piedra más anciana nos contó que ese era solo nuestro principio. La escuela de conocimiento de cada una de nosotras. Nos contaba que un día, cuando estuviéramos preparadas, también nosotras seríamos elegidas. Entonces conoceríamos nuestra verdadera razón de existir y conoceríamos a la persona que sería nuestra compañera en el mundo.
Hoy tengo ese lugar. Vivo en una casa con mucha luz y mucha alegría. En ella vive la persona que me eligió junto con su familia. Siempre que hace yoga me deja muy cerquita de ella. Meditamos juntas y nos transmitimos todas nuestras preocupaciones, sueños y energía. Juntas hacemos que la paz entre en nuestras vidas. Ya me lo decía la piedra anciana, eres una piedra de meditación y un cristal excelente que actúa como conductor de paz. Ella, tiene dos hijas muy bonitas que de vez en cuando me cogen con mucha fuerza y me cuentas secretos o me piden deseos.
Yo que pensaba que solo era una piedra y resulta que soy una portadora de calma. Mi nombre es Amatista y soy de color púrpura. Una guardiana de secretos
El día que un amigo regresaba de su viaje a canarias, me dijo que me había traído algo. Yo como no era muy allegada le dije que no tenía que haberse molestado. Entonces sacó de su bolsillo una piedra y me la puso en la mano. Me sentí ridícula por haber pensado que era un obsequio de los comprados. La piedra forma parte desde hace muchos años de mis regalos más apreciados y conservados.
ResponderEliminarMe ha encantado que con tu relato des voz e importancia a " cosas inanimadas", les dotes de significado y subrayes la ayuda que pueden proporcionarnos a " los seres animados" ( aunque algunos siente menos que las piedras y no quiero señalar al noreste). Saludos
Gracias Carmen por tu mensaje y comentarios!!! Beso enorme
EliminarMuy bonito relato. Yo soy de los que buscan piedras en la playa para regalar luego con cariño y la energía del mar...
ResponderEliminarUn abrazo
Yo fui coleccionista de minerales y muestras de plantas pero con el tiempo he recapacitado y considero que es mejor dejar las cosas de la naturaleza donde están. Somos ya demasiados y demasiadas queriéndonos llevar recuerdos.
EliminarYo ahora sigo mis colecciones con fotografías. ¿ Qué os parece?
A mí me parece bien. Pero, claro, anónimo, es que tú eres yo. Jajajaja
EliminarGracias Santa!! Yo colecciono los cristales, acabo de buscar que se llaman vidrios marinos! Es como buscar tesoros!
EliminarMe parece muy original que en vez de escribir sobre un objeto te hayas transmutado en ese objeto y nos hables desde su identidad. Además de hacer un relato que consigue intrigarnos primero y conmovernos después. Un abrazo y enhorabuena.
ResponderEliminarQuerida Gema, muchas gracias!!! Después de leer tu comentario he vuelto a leer un par de veces el texto!! Beso enorme y graciasssss
ResponderEliminarQué original historia, sobre todo por el punto de vista: has utilizado el de una piedra que no solo escucha y transmite tranquilidad, es que tiene conciencia de su sentido en este mundo, de la necesidad que tenemos de ella. Precioso, Cristina
ResponderEliminarTu relato me ha gustado muchísimo y transmite mucha calma. Amatista es muy especial. Gracias
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