Barba Blanca es mi mejor amigo. Es un collie pelirrojo casi más alto que yo y le quiero mucho. Su olfato es fuera de lo común. El otro día escarbó muy hondo en el parque y sacó la bota de payaso. Estaba muy sucia y su suela despegada parecía una larga lengua con ganas de contarnos su historia. Cayó de alguna caja aquella mañana que tocaba quitar la carpa del circo. Todos metieron sus cosas en cajas de cartón bien cerradas menos Charlie, tan despistado en la realidad como cuando actúa en la pista central. En una ocasión hasta salió sin su nariz roja.
Al subir las cajas al furgón la bota cayó a tierra y ahí quedó hasta que Torrebruno, el pekinés de la señora Teresa, que sale y entra de la casa libremente, vio aquel objeto precioso y decidió enterrarlo entre los setos de aligustre del parque del torbellino.
No contaré nada de esto en el cole. Supongo que tengo que comportarme como una buena pirata cuando descubre un tesoro escondido. Solo Barba Blanca y yo cuidaremos del botín.
Mañana quitaré el barro para que luzca su color carmesí. Lavaré los cordones azules y los entrecruzaré flojos sobre la lengüeta de la bota para que calce fácilmente en cualquier momento. La suela la dejaré despegada para que siga contándonos historias como una lengua desbocada.
Ya solo nos falta encontrar el cofre adecuado y dónde guardarlo hasta que Charlie regrese.
Así que paras ser pirata no hace falta parche en el ojo ni cara de malo. Qué engañados estábamos. Me alegro de que tu relato nos haga ver que lo único imprescindible es encontrar en tesoro y protegerlo con ilusión. Muy bonito, Carmen
ResponderEliminarTal vez lo único imprescindible sea Barba Blanca, jajaja. Gracias. Me lo he pasado muy bien escribiendo desde la infancia. Creo que todavía llevo una niña dentro. Ojalá me dure. Jajaja
EliminarMe ha encantado tu relato de perros, niñas, piratas, payasos, botas-tesoro y arcón. Todo un mundo en poquísimas líneas. Un beso,
ResponderEliminarMuchas gracias anónimo. Aunque en el fondo me resultas familiar... ¿ Eres S....?
ResponderEliminarCreo que el universo de la infancia es un mundo mucho más rico que el de adulto. Decía Juan José Millás el otro día en la radio que hay una etapa en nuestra vida de niñ@s en la que lo sabemos todo ( como una vez le dijo su nieta a su padre. "Papá lo sé todo ") Pero con el tiempo perdemos esas capacidades innatas y nos empieza a dominar la razón adoctrinada.
Los perros saben distinguir el verdadero valor de lo que encuentran, sin duda. Saben lo que enriquece la vida y, sobre todo, la imaginación de gente como tú. Cuídalo, al perro, digo, que es una joya porque te saca relatos como esta maravilla. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias Rosa. Barba Blanca es perro imaginario pero le cuidaré igualmente jajaja
EliminarCuantas cosas podría contar esa bota ¿verdad? Pero más emocionante que saberlas es imaginarlas. Y si eres niñ@ cualquier cosa encontrada se convierte es un tesoro misterioso. Eso es lo que transmite tu cuento, el maravilloso mundo de la infancia. Y si además le añades un inseparable amigo perruno aún transmite más ternura. Bonita invención. Se nota que todavía no ha emigrado la niña que llevas dentro.
ResponderEliminarMuchas gracias Gema. La niña puede emigrar siempre y cuando regrese, jajaja.
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