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lunes, 24 de enero de 2022

05. Las casas amables. Julián Rumbero

 Busco casas amables que cobijen los amigos de mis sueños. Alguien sugirió quemarlos con mis despojos, pero Carlota, una enfermera bastante sensata y de una bella madurez, me aconsejó que ardan en los ojos de mis vecinos. Al principio no la entendí ya que sólo sus ojos me interesan, hasta que me aseguró que los versos de Benedetti o la pugna entre un viejo y un tiburón, gustarían a cualquiera.

Siempre que los lean, siguió diciendo, será una muestra amistosa a quien lo hizo posible. Y podrían preguntarse, como haría yo de seguir vivo, si los pingüinos al fin aprendieron a volar fuera de los libros, añadí.

Calculo que necesitaré mil casas que acojan las simpatías de un poeta del sur por un pollino o la persecución demencial de una ballena blanca. Necesitaría el barrio entero, pero apenas conozco a alguien. Al fin al cabo sólo llevo viviendo aquí veinte años.

Un desconocido me dio la idea cuando le vi dejar los tres mosqueteros en el hueco de un roble viejo. El lunes “olvidé” los Momentos estelares de la Humanidad junto al idiota de Dostoievski a la espera de que lo coloquen junto a Mendel, el de los libros.

La ciudad dispone de doce bibliotecas. Serán suficientes.

4 comentarios:

  1. Por favor,Julián deja algún amigo tuyo en Leganés.Este ayuntamiento no entiende de amistades verdaderas y quiere que los vecinos desistamos de nuestro empeño.
    Se ha construido una nueva biblioteca enorme y hermosísima, sí. Biblioteca central la han bautizado como para negarla identidad con un nombre propio. Pues bien,vas a buscar allí a un amigo contemporaneo y no lo encuentras.
    Gracias Julián. Me gusta mucho leerte porque tienes una forma muy personal de escribir. Se nota que te has rodeado de muy buenos amigos.

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  2. Que bonita costumbre la de dejar esos amigos ,los libros que han formado parte de nuestra educación emocional y vital. Y dejarlos generosamente que vuelen a otras manos que sigan mimándolos, acariciándolos y disfrutando de todo que tienen para ofrecer.
    Bonito relato Julián.

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  3. Qué buena idea, Julián. En mi pueblo yo encontré un libro de Onetti y me tiré en plancha, porque me encanta, pero como ya lo tengo y lo he leído mil veces, volví a dejarlo para que otro lo descubriera y aprendiera con él de qué materia están hechas las palabras que nos construyen. En fin, qué bien que haya casas amables y que nos las cuentes tan bien. Un abrazo.

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  4. Tu relato me ha recordado las ciudades invisibles de ïtalo Calvino... Una ciudad invisible donde se dejan libros en cualquier lugar para que encuentren a su lector necesitado...
    Un abrazo

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