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martes, 13 de diciembre de 2022

02. Las uvas de la memoria. Julián Rumbero

En cada Nochevieja prometían consumir las uvas en tiempo y forma, sin atragantarse, evitando aquel susto del siglo nuevo, aunque arrastrase los sueños y preocupaciones de los anteriores. Algunos, ya en los cuartos, engullían la primera uva. La tía Dorita fagocitaba de tres en tres.  Descalificarla le traía sin cuidado y zampaba los tres cupos restantes con absoluta indiferencia. Luego esperaba, mano sobre mano, que acabaran el ritual y la prodigaran su cuota de cariño que le gustaba casi tanto como la sopa de marisco, receta de la abuela Oliva. 

Otros se llevaban al gaznate las dos últimas uvas coincidiendo con la campanada final. Casi todos hacían trampas inocentes. Todos, menos el abuelo.

Serio y responsable, acompasaba cada bocado con las réplicas del reloj madrileño y al acabar sonreía de oreja a oreja alzándose para abrazar a cada uno con ojos brillantes.

En la Nochevieja de 2012 los doce comensales apenas probaron el vino y casi toda la comida esperó al Año Nuevo. Se habló sobre todo del funeral de ese día, cuando el abuelo sería ceniza.

Cada cual se ocupó de servirse su latita de uvas y alguien advirtió que había una de más en su plato.  Y así en todos los demás platillos. Entonces Gabriela dijo que su abuelo se había convertido en un racimo de uvas.

 

a mi padre

3 comentarios:

  1. Maravilloso, entrañable, emotivo, estas son las palabras que me asaltan nada más terminar de leerlo, rectifico, mientras lo leía. Y otra cualidad de tu relato Julián es que es fácil reconocerse en esa familia que comparte ese momento y en el que todos nos acordamos de los seres queridos que ya no están y que estuvieron y fueron. ¡Gracias Julián y felices uvas!

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  2. Y seguro que Gabriela tenía razón, alguien como el abuelo, que se tomaba con tanto corazón las uvas cada año, seguro que no podría faltar tampoco en 2012. Un gusto, Julián

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  3. En fin, Julián, a partir de ahora las uvas ya no serán solo uvas, sino mucho más: personas en la memoria y afectos nunca olvidados. Gracias por este maravilloso relato y recuerdo. Leer es descubrir el mundo. Ya lo creo que sí. Feliz Navidad.

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