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jueves, 15 de septiembre de 2022

03. Mi familia feliz. Rosa Molina

Todas las familias felices se parecen unas otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera (*) La mía, en cambio, consiguió ser feliz de un modo asombrosamente original.

Mi padre diseñaba robots y los probaba en casa. Estábamos encantados con su último prototipo, ya que tenía una capacidad de aprendizaje increíble: aprendió a cocinar, limpiar, jugar al ajedrez y resolver las sesudas ecuaciones de papá, en dos días.

Pero lo que no sospechábamos era que su capacidad emocional también lo era, y de averiguarlo se encargó mi hermana pequeña que, en plena adolescencia, necesitaba un confidente con quien desahogarse y a quien contar sus secretos, amoríos y frustraciones. Él la escuchaba y consolaba con paciencia y devoción.  

Pero tal vorágine sensiblera aumentó estratosféricamente su empatía y llegó el día en que, cuando mi hermana le contaba sus terribles y anodinas tragedias, era él quien debía ser consolado, quien se enfurecía, quien moría de amor.

Mi padre, harto de dramas, amenazó con desmontarle. Entonces sucedió algo increíble: mi hermana y el robot, en un arranque de responsabilidad, prometieron cambiar su actitud, madurar, lo que fuera antes que separarse. Y así lo hicieron. Ella acabó el bachiller; yo me proclamé campeón nacional de ajedrez y mi madre le pasó el recetario de mi abuela, porque ya estaba harta de comer lo de siempre.

 (*) Ana Karenina. León Tolstói.

7 comentarios:

  1. No cabe duda que un robot no da la felicidad pero ayuda...y que más vale un robot a mano que ciento volando...
    Con tu relato, a la primera frase de este libro se le ha caído encima todo el artesonao ( que diría José Mota).
    Si Tolstoi levantara la cabeza...pero quién le iba a decir a él que un robot marcaría la diferencia entre las familias felices.
    Me ha encantado Rosa. Has sabido dar muy bien la vuelta a la tortilla.

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  2. Ja, ja. Muy divertido y sesudo micro. Mi pregunta ahora es saber si este micro lo ha escrito Rosa, mi amiga, o su robot. Si es este último bien venido a nuestra web.

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  3. Vaya, me has pillado! Es que mi robot es muy listo. A los dos días de empezar a leer ya estaba plagiando a Faulkner, jajaja.

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  4. Después de tanto drama y sensiblería humano-robótica, no hay nada como una buena amenaza paterna para poner las cosas en su sitio.
    Un beso.

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  5. Yo, de momento, me conformo con la Conga, Rosa. Es lo que tiene no tener un padre inventor.

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  6. Joo yo quiero también un robot que restaure el sistema operativo de mis hijos...Bs
    Soy Rafa

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  7. Esto si que es un giro inesperado. Quien iba a pensar que Ana Karenina transitaria por estos derroteros. Pero la invención no tiene límites. Tu Rosa has humanizado a tu robot. No verá nunca naves arder más allá de Orion pero le ha crecido un corazón capaz de sentir amor. Eso sí es una proeza nacida de tu imaginación Rosa..

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