Me despierto triste, me levanto despacio, todo lo que hago es lento, sin esfuerzo, como si esa tristeza me moviera haciendo con gusto todo lo que hago, riego las plantas, barro el porche, me preparo el desayuno y cada poco me paro para mirar el cielo azul totalmente despejado, me doy cuenta que busco con la mirada esperando el encuentro y al final acepto que la única posibilidad está dentro.
Con los ojos bien abiertos, llevo la mirada al interior y encuentro los caminos andados, la amorosa compañía recibida.
Mi exigente interior me dice que la ira, el egoísmo y mi narcisismo llenaron algunos momentos con ella de pataletas inútiles e injustas, no creo que existan las pataletas útiles y justas, le digo que deje de regañar y que suelte la importancia y aprenda, para no repetir con los que ahora están vivos.
Abro el ordenador y leo un relato de Julián, me encuentro con un regalo y conecto con lo afortunado que fui y que soy.
Hágase Tu Voluntad.
Antonio, es bueno ajustar cuentas, buscar el equilibrio y ser consciente del regalo que fue y será una madre como la tuya. Julián lo ha expresado muy bien. Por mi parte, sólo me queda enviarte un fuerte abrazo.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
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