Era una noche de luna llena y yo estaba intranquila, nerviosa, irascible; todos me trataban con precaución por si mordía... La fiesta en la casa de Lola reunió a muchos amigos de la Universidad que apenas teníamos contacto. Era ese tipo de reuniones en las que todo el mundo quería aparentar que había triunfado en lo profesional y era un amito del universo.
A Mario le pasaba como a mí, que nos aburríamos, y salimos al jardín a refrescar el espíritu. Lo vi avanzar hacía el bosque con paso ligero, cada vez más rápido, y me pareció que se echaba al suelo caminando a cuatro patas mientras giraba la cabeza para ver si era observado; yo me escondí tras un frondoso árbol y contemplé su mirada felina; noté tristeza en sus hipnóticos ojos amarillos, acompañado de un buen hocico y elegante porte. Sigo el rastro de las feromonas que desprende su enorme y mullida cola como otras partes de su cuerpo y le reclamo con mi aullido especial al que él responde, y nos adentramos en un carrusel de emociones. Aprovechamos con pasión estos momentos porque cuando volvemos a nuestra apariencia humana, la magia desaparece.
¡Qué bien haber encontrado la media naranja, por muy mamífera que sea esa naranja y muy animal esa atracción! Estupenda historia, Valentina, vaya giro final tan sorprendente.
ResponderEliminarSí, parece ser que los lobos son muy fieles y no se comen tanto la cabeza como los humanos, no sé si es una ventaja, simplemente es.
ResponderEliminarUn placer leer los aullidos de disconformidad y de deseo de tus lobos, Valentina!
ResponderEliminarEstas cosas suelen pasarles a los aburridos que salen al jardín a refrescar el espíritu. Me ha encantado, Valentina.
ResponderEliminarQue bien descrita y elegante la evolución de humanos a lobos. Una historia de complicidad romántica a la luna que ha conseguido que desease ser una mujer loba, tan bien acompañada como la de tu historia claro.
ResponderEliminarUna historia muy romántica, y original. Ojalá fuera tan fácil. Salida a tomar el fresco, y encontrarnos con nuestra media naranja
ResponderEliminarMe encanta leer tus historias, nunca dejan de sorprenderme. Espero que sigas escribiendo, es un placer disfrutar de tus obras. ¡Un abrazo grande!
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