Cuando Rosa anunció su embarazo, sus compañeros del Botánico le propusieron un juego del alma, así lo llamó Mario, el papá, encantado con la idea de una cesta llena de nombres. Un estanque con peces donde pescar el más hermoso que viviría en el recién nacido como su nombre.
Rosa les decía a los turistas que Plutón le debe el suyo a una niña. Y que Guatemala, su país, significa el lugar donde abundan los árboles. Con esos mimbres tejieron su cesta.
Pusieron Venecia, la niña de los bautizos planetarios; Edgar, un nombre común del país americano, y Carmen, por su evocación del agua y los jardines. Luego apareció Dalia o flor de garza, por el ave que frecuentaba las charcas del parque. Siendo botánicos o jardineros, fueron inevitables nombres como la perla de los griegos, es decir Margarita. Eligieron también Iris, por la esperanza que representan los hijos.
Para los chicos, el distraído de Román propuso que fueran originales. Podría llamarse Donati, que es el nombre de un cometa. O Delfín, el ángel de la guarda de los océanos. O Arturo, el rey oso, ¿y qué tal Nilo, vida que emana de Dios? Suspiraron cuando no propuso más.
Nacieron gemelos. Ella es Deva, como la diosa del agua. Y él Julio, pues los hermanos nacieron bajo una lluvia de Perseidas.
Deva y Julio tuvieron suerte. Son nombres con importancia.¿O es el individuo el que imprime la personalidad a su nombre?.De cualquier manera,tu cesta de los nombres ha sido maravillosa.Una bonita historia.
ResponderEliminarBonita forma de elegir un nombre y, lo mismo, con el resto e la cesta que no se utilizó, se aumentó la natalidad en los empleados del botánico... Todo sea por no desperdiciar.
ResponderEliminarMuy bonita forma de contarlo, Julián.
(Ah, me ha gustado mucho Donati, aunque yo ya estoy en edad de desperdiciar este nombre precioso)
Qué bonita manera de elegir nombres y dar importancia, a la vez, a la persona que lo llevará. Basta ya de heredarlos, es mejor darle forma, sentido, importancia. Bonito relato, Julián.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato, lleno de esperanza de vida amparada por un nombre elegido con alegría y con sentido. Un placer leerte, como siempre.
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