Cuando despertó estaba en un campo que le recordaba a su niñez: una tierra inmensa llena de espigas doradas y amapolas rojas. El sol era cálido, de primavera con una luz envolvente que tamizaba las figuras. Sentía el aire que movía ligeramente su cabello.
Él la estaba esperando y extendió su mano entrelazando sus dedos con los suyos, de forma natural, como si siempre hubieran estado unidos. Fueron caminando despacio hasta llegar a una gran casa, allí todos sus amigos y familia los recibieron. Celebraron un gran banquete compartiendo todo lo que había en la mesa y ella se sintió plena, feliz.
Entonces todas las piezas del puzle encajaron, y todo lo que había vivido tenía sentido porque ahora estaba en la otra vida, la duradera, la que es por toda la eternidad…
Bonita manera de darle una explicación a la vida aunque veo que todos tus amigos y familiares ya estábamos en la otra esperándote, lo que significa que todos nosotros...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Cómo todo lo que vivimos nos lleva a la niñez y al sueño de la vida. ¿En que lado de la vida estamos?.
ResponderEliminarMe gustó. Un abrazo
Me fascina tu cuento, Vicky. Es precioso, bellísimo. ¿Sabes? Yo escribí hace tiempo uno parecido, del momento de nacer... Transiciones y metamorfosis. Vivan las mariposas!! Felicidades por tu historia y un beso. Rocío
ResponderEliminarBonito paisaje el que describes Vicky; aunque opino que es mejor no dejar para mañana lo que puedas disfrutar hoy... jijiji
ResponderEliminarEste relato es sensacional, Vicky. Bonita vida para un precioso "hasta luego".
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