Nunca he tenido problemas para relacionarme. Soy bastante sociable y tengo
algunas buenas amigas que han perdurado en el tiempo y a las que me unen muchas
cosas. Pero, misteriosamente, el universo a veces te une con un hilo invisible
a personas que aparecen en tu vida de forma que, aunque no compartas demasiado
tiempo ni vivencias con ellas, se mantiene intacto.
Eso pasó con alguien, diría que, extraordinario, bueno extraordinaria, a quien conocí en uno de los trabajos que he tenido. Estábamos en distinto turno y solo coincidíamos en el vestuario durante el cambio. Un día sonó mi teléfono y tenía como tono el vals de Amelie de Yann Tiersen. Inmediatamente su rostro se iluminó y me dijo que si me gustaba ese compositor y que ella era fan absoluta tanto de su música como de la película, incluso se ofreció a traerme un CD de él. Desde ese momento algo pasó entre nosotras y en esos breves momentos compartidos entre cambios de turno nos dimos cuenta de que éramos almas gemelas con una misma visión del mundo. Yo cambié de trabajo a los pocos meses pero eso no impidió que afianzáramos nuestra relación. Han pasado ya 16 años y no son demasiadas las veces que nos hemos visto, incluso no hablamos con asiduidad, pero cuando lo hacemos o cuando nos vemos es como si no hubiera pasado el tiempo y sigue habiendo entre nosotras una profunda y preciosa conexión. Y casi puedo asegurar que seguirá habiéndola siempre.
Tienes toda la razón. Hay relaciones unidas por una amistad elástica en el tiempo y en el espacio, y que también es irrompible. Hay personas con las que congracias pronto y en todo, que sabes que siempre estarán a tu lado, y que no necesitas el cemento de la costumbre para que sea sólida. Su existencia es suficiente. Gracias por esta maravilla.
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