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martes, 8 de diciembre de 2020

05. Una estrella para el abuelo Juan. Julián Rumbero

Hay promesas que no se pueden cumplir. Por ejemplo, extender una alfombra hasta la Luna y una tarde irse allí a zamparse una merienda. Todo el mundo sabe que, a causa de las leyes de la gravedad, los bocadillos echarían a volar. 

Las promesas hay que intentar cumplirlas, decía el abuelo Juan, así que cuando la abuela Estrella se fue, y Juan dejó de hacer promesas que convertían los ojos de la mujer en bombillas porque le iluminaban la cara, su nieto decidió que ya era hora de empezar a prometer cosas además de las tareas escolares o cepillarse los dientes.

El niño prometió que traería una estrella. Su plan era muy sencillo. Buscaría una caracola lo bastante grande para acogerle. Luego se haría amigo de un cangrejo ermitaño porque, según mamá, son seres muy capaces para cumplir promesas. Y, por supuesto, le pediría consejo al tiburón ballena que tiene la espalda moteada de estrellas, una historia que papá le contaba con frecuencia. 

De esto hace ya mucho tiempo. En la actualidad Gabriel es piloto de batiscafos. En casa conserva una maqueta del primero que tripuló. La llama Caracola. Y en cuanto a las estrellas, siguen todas en el mar. Al abuelo Juan, el plan de Gabriel le pareció siempre una linda y suficiente estrella.

4 comentarios:

  1. Hola Julian.
    Desde que he leido tu emotivo relato, no paro de ver estrellas en todo los lados, pues antes las miraba en el cielo, despues en el mar y ahora, despues de tu lectura, en todos los planes en el que el afecto esta presente.
    Un saludo

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  2. Pues parece que cumplió su promesa, Julián. Era palabra de niño ;)

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  3. Se nos olvida siempre que también hay estrellas en el mar. Nos empeñamos en mirar al cielo porque brillan, pero ¿y las otras? Calladas, voraces, lentas, con su estómago extraíble y sus colores coralinos. Como dice Antonio, ahora veo estrellas por todos lados. Un placer leerte, un placer que estés aquí.

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  4. Pues sí, como dice Alicia, el niño cumplió su promesa. Un relato muy emotivo. Gracias Julián

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