Supongo que, a los que nos gusta la navidad, nos gusta mucho más por algunos detalles que recordamos, de nuestra infancia, de la familia, no sólo por las luces de las calles o el turrón y los mantecados.
A mí me gustan los villancicos y eso que en mi casa nunca hemos sido de zambomba, pandereta y cuchara rascando sobre botella de anís. Pero eso de ir escuchando por las tiendas algunos villancicos me vuelven risueña, como cuando ves la nieve caer, ese acto reflejo que tenemos muchos de sonreír, cada vez que vemos copos cayendo: Da igual el frío; ese momento es como magia en estado puro.
Pues con los cascabeles sonando de fondo, me vuelve esa sonrisa a la cara y recuerdo la impaciencia de la noche de reyes, las galletas y el vaso de leche para los camellos, a mi madre preparando el besugo al horno que tanto le gustaba... Vaya recuerdos tan bonitos. Eso es mi tesoro; no podría dejar de celebrarlo porque perdería también esos recuerdos. Y eso sería perder mi esencia.
Navidad es reencontrarse también con lo que somos y lo que fuimos. Feliz reencuentro para todos. Un abrazo.
Cuánta razón tienes, Verónica. Mientras tengamos memoria, disfrutaremos de los recuerdos gratos y volveremos a vivir esos momentos de felicidad. Como yo, después de leer tu maravilloso relato. Así que, gracias. Tus recuerdos han invitado a los míos. Un abrazo y enhorabuena.
ResponderEliminarDesgraciadamente no todos tienen recuerdos bonitos de Navidad; ni siquiera de pequeños, pero tu relato es relajante e invita a centrarnos, al menos por un tiempo, en las cosas pequeñas pero gratas. Gracias Verónica por tu relato
ResponderEliminarMuy bonito. Navidad eres tú. Gracias por el relato.
ResponderEliminarVoy a utilizar tus propias palabras: "¡Ole, ole, ole! ¡Eres GRANDE!"
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