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viernes, 17 de noviembre de 2023

02. Maldito San Valentín. Epífisis.

Contraté un hotel bueno con spa para el 14 de febrero que caía en miércoles. A mis años de casado, cuarenta, se hace raro saber que vas a copular si o si, lo normal es que se dé una  concatenación de casualidades, como por ejemplo una alineación de los planetas o que gane la Champions el Atlético.

En fin, ese día tuve una erección en la consulta, menos mal que con la bata lo disimulé, otra en la comida con un representante de laboratorio que si se dio cuenta y me miró goloso y otra en una rotonda.

Copita de cava en el hall y en la habitación una botella entera y fresas con chocolate, nos desnudamos para ponernos los bañadores y ahí teníamos que haber copulado, porque polvo que no se echa no se recupera, ese, será otro. Nos pusimos tontorrones pero ese afán de usar el paquete entero y no me refiero al mío, nos hizo decidir acudir al spa y eso que me costó ponerme el slip blanco como el del anuncio de Armani.

Estaba hasta los topes el jacuzzi, como un guiso de albóndigas, pero cuando conseguimos sentarnos me sirvió para expulsar algunos gases sin que se dieran cuenta, solo un cierto olor a podrido.

Después cena romántica, bien regada con vinos varios y un rabo de toro espectacular, mi mujer achispada y yo en camino, con un pálpito en la entrepierna.

De vuelta a la habitación me costó meterme en el slip, por como tenía aquello y porque estaba mojado, mi mujer se pilló un labio con el clip del body y gritó, pero no de placer, encendimos cuarenta velas del Ikea alrededor de la cama y en el baño y empezamos los rituales del apareamiento que por los efectos del alcohol resultaron mareantes.

Acerqué mi boca a la oreja de mi mujer y le dije que tenía el rabo de punta y me miró picarona, pero no me refería a ese sino al de la cena. Me levanté raudo y bordeando la cama fui pisando y volcando las velas esparcidas por doquier, una prendió en las cortinas que apagó mi mujer con la cubitera del cava.

Llegué al baño, encendí la luz y la taza del váter estaba situada al fondo,  al pasar por delante del espejo de los lavabos llenos de velitas, no pude por menos de mirarme y en ese momento se me relajó el esfínter, quedándome como en una foto finish con un toque de gif, pues el color blanco del slip fue tornándose en otro.

5 comentarios:

  1. Una noche espectacularmente romántica, jajajaja.

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  2. Jaja, si ya lo dijo Rubén Darío:
    Juventud, divino tesoro,
    ¡Ya te vas para no volver!

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  3. Que bueno. Me he partido de risa imaginándome el relato. La próxima vez que te suceda, si es que se dan las aliniaciones planetarias, porque lo del Atlético y la Champions no lo veo , pidete una ensalada; verás como triunfas. Ja.ja

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  4. Jajajaja, jajajaja. No he dejado de reírme desde el principio. Si es que ya a ciertas edades hay que ir al grano y dejar la paja, bueno o todo junto pero sin guión. Muy divertido Epífisis.

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  5. Como los anteriores… una gozada de relato para practicar la sonrisa en cualquier lugar…
    Y en ciertas circunstancias más… un abrazo - Rafa-

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