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jueves, 31 de octubre de 2019

03. La bicicleta. Rosa Molina



Entre las cosas que me dejó mamá, encontré una bicicleta. Papá me miró con preocupación cuando le pedí que la arreglara, como si le hubiera vuelto a pedir que me cazara un rayo, o tener un tiburón blanco de mascota. Resignado a otra de mis terribles rabietas, sin preguntar más y con infinita paciencia, apretó la cadena, tensó los frenos, ajustó el manillar y cambió el sillín por una confortable y mullida esponja. Yo sabía cómo se manejaba. Había visto a la gente, pegada al suelo, pedaleando montaña arriba, montaña abajo, con el sol y sus risas de fondo, pero aquí nada de eso era necesario. Desde que superé el hecho de no ser humana, como mi madre, empecé a valorar y disfrutar de las ventajas del océano. Agarré la bicicleta y me subí a la corriente del golfo, rumbo a Islandia. Todos me miraban con expectación y envidia, como siempre, deseando lo que sólo yo puedo tener. Pero ya todos lo saben: por algo soy la hija de Poseidón, por algo soy su sirena favorita.

2 comentarios:

  1. Estupenda herencia! Y bravo por ella que, aún siendo sirena, no se resigna a no disfrutar del placer de recorrer mares en bici.
    Muy chulo, Rosa

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