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jueves, 14 de diciembre de 2017

04. En el número 9. Chus Silván

Sonó el despertador y me levanté con la pereza de los lunes.
Sin apenas darme cuenta, aseo, desayuno ligero y a las 7,30, como siempre, cogí el 9 para ir a la oficina.
Tuve suerte y me pude sentar. Iba dando cabezadas cuando, en la parada de López de Hoyos subió una anciana y le ofrecí mi asiento. Con una voz tan dulce como temblorosa me dijo: “gracias hija, que Dios te bendiga”.
A partir de ese momento todo fue genial, no sé, fue como un nuevo despertar.
Trabajé con alegría, me sentí a gusto con los compañeros, la comida me supo riquísima, por la tarde compré un libro que me enganchó desde la primera página, en fin, me sentía tranquila y todo me parecía bien.
Fue un día estupendo.
Al acostarme, recordé a la ancianita y le di las gracias.
Esa noche soñé que los Angeles también viajan en autobús.

4 comentarios:

  1. Qué bonita manera de decir que, cuando hacemos las cosas bien, nos sentimos felices. Gracias por esta magistral lección de humanidad. Un placer leerte, Chus. Un abrazo.

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    1. Gracias Rosa, un placer compartir

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    2. A mi me pasó lo mismo hace poco con un chaval que me cedió su asiento en el metro, y a poco lo mato ja ja.
      Bonito relato, Chus, diría de cuento de Navidad.

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  2. Qué bien se siente uno cuando ayuda a hacer la vida más amable! Gracias por expresarlo tan bien en tu relato.

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