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jueves, 2 de julio de 2015

Julio: mes de naufragios

Empezamos julio, el mes más caluroso del año, con temperaturas tan altas que parece que el sol vive entre nosotros. Todo el planeta está de vacaciones, excepto la cigarra, que es cuando da la tabarra, según el refrán y que cuanto más aprieta el calor, más canta. Ya se escucha el rumor del chupinazo, del verano en la playa y empiezan a endulzar los melones y sandías. Es un mes de siestas largas, gratos paseos al atardecer y de compartir las noches con los amigos, al fresquito de la luna.

Y llega el tema del mes: naufragios, náufragos, viajes imposibles que no llegan al destino inicial, sino a una tierra, cualquier tierra que no sea un espejismo. Aquí os dejo un relato de Vivian Paletta a modo de ejemplo y advertencia. Espero que os guste tanto como a mí. Espero que vuestro Robinson Crusoe también sobreviva.


Tierra
Viviana Paletta

Hacinados sobre cubierta, el cuerpo carcomido por el salitre, los labios llagados. Algunos todavía tenían ánimo de barajar los naipes, de tirar fichas. Otros, deliraban con los pañuelos mojados en la cabeza, calcinados de horas con el sol a sotavento, con el sol a barlovento. Envueltos por el murmullo incesante del batir de las olas contra el casco. El corazón traspasado por el frío de la muerte. Agua que reflejaba el agua. Con alucinaciones donde veíamos islotes, casas, empedrado, la plaza del pueblo, romerías.

Ya no podíamos. Cada vez costaba más encontrar a quien quisiera subir al palo mayor a desquiciarse los ojos para ver una señal. Un día, además de sirenas y delfines que acompasaban el ritmo de la nave, vimos un batiburrillo de ramas con pétalos pegados, como una corona que nos daba el mar. El primero que la vio no dijo nada, pensando que era otra travesura de su delirio. Pero la vio otro, y otro más, y nos pegamos a la borda queriendo esperanzarnos. El grumete trepó a la cofa y se quedó allí cuatro días con sus noches, intentando ver. Sólo nos pedía agua dulce. Fue el primero en discernir, entre tanto aire, ráfagas con otro olor, a flores, a maleza, a lluvia terrenal.

Una madrugada nos sorprendió dormitando sobre cubierta, empapados con el rocío con que nos bañaba la luz lunar. Fue cuando gritó.
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Fuente: Por favor, sea breve 2
Antología de microrrelatos. Ed. Páginas de Espuma

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