Perdido en mitad del océano: a mi pequeño velero se lo había tragado el mar. Solamente un madero de mi desaparecido "Lucero" flotaba a mi alrededor. Me agarré a él y así pude llegar a una isla, roto, maltrecho y agotado... Me quedé dormido sobre las arenas de una playa.
Al despertar... ¡asombroso! estaba vivo y le di gracias a Dios. Admiré la belleza de la isla, el mar, el horizonte, los olores salinos y la vegetación. Sentí ganas de reír, cantar...y sobre todo de comer. Empecé a hacerme preguntas: ¿Cómo será la isla, tendrá habitantes? "Quizás me convierta en un nuevo Tarzán", reflexioné. El hambre me empujaba a encontrar algún fruto, unas bayas, algo que llevarme a la boca. Me pareció escuchar música, tambores... ¡No estaba solo!, exclamé gozoso.
Atravesé unas malezas y llegué a unas enormes rocas. Presentía como si algún peligroso felino caería sobre mi todavía aturdido cuerpo. De repente un grito ¡¡Corten...!! y todo cesó. Los cámaras se limpiaban el sudor de su frente y un par de personas corrieron a ayudar a los actores principales.
Empecé a dudar sobre si estaba en Australia o en una isla Balear y es que nunca fui un buen marino.
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