Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!

miércoles, 14 de agosto de 2024

04. La busca ignorada. Julián Rumbero Castro

En su mente porfían los ajustes necesarios para componer un haiku. Pero el calor agostizo impone su pereza y Doncel cede ante un torrente de palabras.

La brizna de hierba no sabe por qué fue elegida por una gota de agua como su compañera de viaje. No le importaba el origen de la gota de agua; ¿una lágrima del rocío, un mensaje del cielo prometiendo una lluvia sabia, quizás una estrella acogida por el mar que buscaba su retorno al amparo del Sol? Quien sabe, la duda también puede ser hermosa.

Doncel pensó: La brizna de hierba le dijo a la gota de agua “no te buscaba y te encontré“.

La brizna de hierba no quería despedirse cuando una brisa amable la desgajó de la pradera haciendo que pareciera un ave. La posó en un arroyo cercano. La voz acuática era un murmullo de cristales y el zumbar de los abejorros y las libélulas.

El hombre pensó: “la gota de agua le dijo al arroyuelo, “no te buscaba y te encontré”.

Sola de nuevo, con la forma de una barca verde sin remos, la brizna de hierba añoraba su espacio natural. El viento la llevó entonces sobre encinares y las olivas que alimentan a corzos y marranos.

Y Doncel pensó: “el árbol le dijo a su sombra, “no te buscaba y te encontré“.

La fantasía de Doncel Vara puede ser larga, piensa, y se repetirá una y otra vez, adormilado en el roble.


lunes, 12 de agosto de 2024

04. Predicciones veraniegas. Rosa Molina

Mi novio era juez de instrucción y su vida estaba regulada por principios y decretos. “La ley funciona como el velcro: o vives pegado a ella, cumpliendo fielmente sus dictámenes o te agarra con sus veredictos y sentencias”, aseguraba. Pero tanta racionalidad tenía un enfermizo contrapunto: su aversión por la astrología. Para él no existía nada más irracional y tóxico. ¿Quién podía creer semejantes sandeces y decidir anular su inteligencia? Todos los días leía su horóscopo en el periódico y se reía, liberando así una gran ansiedad contenida. Esa mañana, como siempre, como todos los malditos días, me telefoneó, “mira la chorrada de hoy, dice que me abandonará el amor de mi vida, ¡vaya estupidez!...., oye, ¿estás ahí? ¿me escuchas?....”. Colgué. Al fin y al cabo, no era tan mala idea, qué digo, era genial imaginarme sola en el crucero, al sol, con mi bikini nuevo y una piña colada fresquita. Total, qué más daba, seguro que le dolería más que el horóscopo tuviera razón que mi abandono.