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martes, 2 de abril de 2019

01. Diario interestelar. Rosa Molina



Año 5600 de nuestra Era.

He bautizado a este planeta con mi nombre: XW4521. Ventajas de ser rastreador de galaxias. Inicio la maniobra de aproximación con cautela, pues la atmósfera es densa, pero aterrizo con éxito. Analizo el aire. Si las condiciones de vida son aceptables, facilitaré las coordenadas a la Tierra para que procedan con las tareas de repoblación. Abro la compuerta de la nave. Una brisa fresca y húmeda me acaricia. Respiro hondo. Huele a mar, a sal. Un bosque de hayas rojas, amarillas se agita débilmente. Es otoño. ¡Si pudiera vivir aquí, iniciar una nueva civilización! Solo necesito una Eva. 
Decido salir…. de repente, una manzana aparece delante de mi cara y un estridente grito terrícola me devuelve a mi planeta: 

- ¿Cuántas veces tengo que decirte que no te levantes de la mesa hasta haberte comido el postre? – me propina una sonora colleja – ¡¡¡y que sea la última vez que te escondes en el armario!!!

Cierro la puerta de la nave. Con la manzana en la boca enciendo el motor y me alejo a máxima potencia. Espero estar a años luz cuando descubran que no he terminado los deberes.

5 comentarios:

  1. Jeje, es espectacular la imaginación de los niños, y la tuya claro. Quién no ha tenido una madre desesperada que te lance las zapatillas o te de una colleja. Esta vez prometo hacer mis deberes.

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  2. Los niños de nuestra generación disfrutamos de madres con una puntería prodigiosa, jajaja

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  3. Es un cuento muy sencillo y muy bueno. Ánimo con ello ;-)

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  4. Estoy de acuerdo, muy buen cuento.
    No se si en la NASA serán conscientes de lo rápido que te devuelve a la Tierra el grito de una madre de las de antes, jaja

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  5. Una repoblación fallida por una colleja materna!
    Excelente cuento como siempre.
    Un beso, amiga!

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