Deshizo la maleta nada más pisar su isla. Estaba cansado del viaje, de que la realidad disolviera sus ilusiones, como el mar hacía con la arena.
Al día siguiente por la mañana, de paseo por la arena mojada; escribió algo sobre ella. Por la tarde, la marea respondía a sus palabras, y sentado contemplaba la puesta de sol.
Soñaba con encontrar algún náufrago con el que poder conversar, leerle sus poemas, escuchar la historia de sus naufragios. Pero los recuerdos de las islas vacías, aburridas, sin puesta de sol… en las que había encallado; frenaban sus ganas de zarpar.
Una tarde en la playa, apareció una botella. Pensativo, se acercó a la fuente para beber y reflejado en el agua, vio su rostro ajado. Buscó hasta encontrar el papel de la botella que había tirado sin leer:
-“Naufraga feliz en Isla perdida, busca un continente feliz con idea de anexionarse una isla; y juntos formar un archipiélago. Interesados seguir camino marcado por las estrellas. “-
No entendió bien las indicaciones, pero sí el mensaje. Así que, después de ver la puesta de sol, subió a su canoa con la botella llena de agua dulce; y mirando a las estrellas remó sin más.
PD.- Dedicado a Juanjo, que escribe donde brillan las estrellas.
Un relato muy reflexivo. Ignoro si estabas pensando en Juanjo cuando lo escribiste, pero parece como si él estuviera ahora remando hacia las estrellas. Seguro que leerá con esos ojos tan abiertos a todo que tenía, todos nuestros micros y ayudará a más gente enferma de ELA a escribir sus sensaciones en nuestra página. Un abrazo
ResponderEliminarHola Antonio
EliminarLo tenía en mente, pero no es un relato pensando en el. Seguro que ahora estará sonriendo diciendo nuestros relatos...
Un fuerte abrazo Antonio
Yo también creo que siempre hay un camino alternativo y a veces las señales para tomarlo no son muy exactas, pero todo es cambiante y de nosotros depende elegir esas señales, como tu protagonista que buscó seguir el camino de las estrellas. Seguro que Juanjo nos mira desde alguna.
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