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jueves, 12 de julio de 2018

01. El sueño de Crispín. Julián Rumbero Castro

En las fiestas de Santiago, Pegaso, Perdigón, Lucero, Pinta y Sueño galopan en la calle principal de Boal, el pueblo de la miel. Al chico le faltan nombres para los demás. Los jinetes se sostienen con la fuerza de sus piernas. Con una mano jalean a su babieca y con la otra empuñan un pequeño estoque de madera que intentarán deslizar dentro de un aro para ganar el color que eligieron. Los ojos del chaval sueñan con la carrera de cintas. Ni siquiera el Capitán Trueno se había visto en una semejante. Ni Crispín al que esa niña dice que se parece mientras le ofrece un pañuelo de gasa rojo que anuda en su lanza de caña. La audacia le vino cuando rozó sus cabellos recogidos en dos trenzas de oro. Luego subió a la grupa de un pollino y cabalgó apenas unos metros hasta coronarse con una corona de zarzas y las risas de su sueño que alcanzan esta mañana con el recuerdo de otro siglo junto a la ventana que da al mar. Ella coge la mano de su trovador. Él guarda su mirada en el pañuelo de gasa rojo de su cuello.

1 comentario:

  1. Tu imaginación es desbordante, Julián, como la del chiquillo de tu historia. Imaginar es otra forma de vivir, de experimentar, y yo sigo guardando el pañuelo de gasa rojo desde la primera vez que leí tu relato. Un abrazo y disfruta de las vacaciones.

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