Aquellos gigantescos lagartos voladores que poblaron la Tierra, terminaron asolando todo con sus lenguas de fuego. Primero quemaron los bosques hasta convertir al planeta en un páramo, a pesar de los voluntariosos bomberos. Cuando no hubo más que destruir sufrieron una metamorfosis kafkiana y se convirtieron en políticos incendiarios con centros de poder que, poco a poco, se empeñaron en aumentar la desigualdad de los humanos y los llenaron de melancolía y tristeza: unos porque eran tan pobres que solo poseían dinero y los otros porque no lo poseían.
Cuando parecía que no podía suceder nada peor, apareció un virus chino que acabó con todo bicho viviente. Pasó mucho tiempo, pero una vez que el planeta eliminó a sus agresores, se serenó, y rebrotaron los bosques y las verdes praderas. Al despertarme, tuve la terrible sensación de estar solo en el mundo.
¡Madre mía, Antonio! No sé qué cenas, pero cambia de dieta, jeje. Otro sueño como este y nos reescribes la guerra de la galaxias con dragones y políticos. ¡Igual sería divertido...! Es un placer leerte, amigo.
ResponderEliminar¡Vaya despertar! Lástima que lo de los políticos incendiarios no fuera también un sueño. Muy chulo tu cuento, Antonio ;)
ResponderEliminar